Calaveritas literarias de filósofos
Agradecemos a todos por su interés y participación en nuestra Primera Convocatoria de Calaveritas 2018, y les compartimos las calaveras seleccionadas de esta edición. Esperamos que las disfruten.
Calaverita a Erasmo de Rotterdam
Autor: Héctor Adrián Vargas Enríquez
Se le vio por el granero
carente de todo afán,
no la ha enviado Lutero,
ya va llegando a Róterdam.
Sin advertencia a la vista
no sospecha el humanista;
aunque no la haya notado
la calaca está a su lado.
Toma tus cosas de una vez,
no escapas del menologio;
llegaste a los corazones,
mas será tu último elogio.
Erasmo muy consternado,
con incólume claridad,
rechazó la universidad,
mas no a su lioso invitado.
Él pena ahora su muerte
entre el clero y la oscuridad;
no maldice ni a su suerte
sólo a la escolástica banalidad.
Calaverita a Aristóteles
Autora: Jeannine Muedano Hernández
La muerte meditaba taciturna y circunspecta
pues se preguntaba
por qué su labor arrancaba
tantas lágrimas y condena…
Decidida a resolver
el porqué de su existencia
fue a consultar
a los grandes de experiencia.
En su camino encontró a unos peripatéticos,
venían de sus clases con el gran maestro.
Aristóteles con una sonrisa salió a su paso
y la muerte le saludo con un fuerte abrazo.
“¿Qué te tiene tan desconcertada’”,
le pregunto Aristóteles a la inquieta Flaca.
La muerte le respondió: “El porqué de mi existencia”.
Aristóteles suspiro con gran paciencia.
“Porque tanto afán
el para qué de tu existencia;
sabes que la humanidad
tiene su límite en la Tierra”.
La muerte un tanto abatida
respondió afligida:
“Mi trabajo no me es grato, pues encuentro soledad.
La humanidad me teme cuando sabe que voy a llegar”.
Aristóteles, con calma y sabiduría,
le respondió a la Huesudita:
“no te desanimes, amiga,
sabes bien que después de ti, la vida continuaría.
Los humanos no lo saben,
en ellos sólo cabe la lógica,
es por eso que temen
cuando se acerca su hora.
Mi maestro Platón
te tiene en muy buen concepto
pues dice que tu presencia
es para alcanzar el Bien Supremo.
Ya no dudes del porqué de tu existencia,
mi querida pelona,
porque a la humanidad ayudas
liberando su alma de una vida absurda.
Si bien no lo aceptan
es porque a lo mundano se aferran.
Aunque tu proceder es dolencia, es importante
la transición del alma a otra experiencia”.
La muerte más confiada y tranquila
se despidió de su viejo amigo.
Aristóteles vio partir a la Parquita
con paso fuerte y aceptando su destino.
Calavera a Sócrates
Autor: Mario Morales Fozado
Su tragedia comenzó
˗aunque no creía en tragedias˗
una vez que visitó
al oráculo de Delfos.
A la Pitia preguntó:
“¿Quién es más sabio que yo?”,
y la Pitia contestó:
“No hay ninguno más sabio”.
Como Sócrates dudara
de lo dicho por la Pitia
a todos interrogaba
si sabios le parecían.
Pero ninguno sabía
lo que tanto presumía.
Sócrates los exhibió
y de enemigos se llenó.
Acusado en la corte
de corromper a los jóvenes
y no creer en los dioses
su primer juicio perdió.
Meleto y Anito ganaron
y a Sócrates condenaron,
pero quién iba a pensar
que sin hacer ningún mal
sólo por ser el más sabio
lo tuvieran que matar.
Se lo llevó la calaca
y en el panteón lo enterraron;
sus ideas no mataron
se volvieron inmortales.
Ahora en el otro mundo
continúa interrogando
a los que parecen sabios;
Sócrates sigue ganando.
Sólo Friedrich Nietzsche,
filósofo de gran temple,
decidió hacerle frente
con precisos argumentos.
Del debate establecido
no hubo en ello ganador,
mas el empate no gusta
a este querido lector.
Por eso ya un promotor
prepara nuevo debate
la afición quiere un campeón
no le gustó el empate.