Ella siempre va de azul, no se sabe desde cuándo o por qué es su color favorito, pero lo eligió como tal, lo hizo parte de ella y de su andar. Desde hace mucho se encontró en esa gama de color antes que en cualquier otra. Se considera linda, pero no guapa. Se considera inteligente, pero otras veces distraída y otras tantas, con una dosis de picardía. Se considera única, pero no desde el ego, sino desde que la empezaron a llamar “rara”. Fue ahí cuando notó que no encajaba en este mundo de estándares, los de la ropa, cabello, maquillaje o música. Por eso, ha tenido que aprender a verse como única; es lo que se cuenta recostada en su almohada antes de dormir y frente al espejo antes de salir, no le queda de otra, ése es su bálsamo; tal vez ésa es su manera de aceptarse y empezar a quererse de poquito en poquito.
Ella siempre va de azul; así como el movimiento del mar, van sus emociones. Ella va de la felicidad a la tristeza, de la euforia a la nostalgia, de la carcajada infinita al llanto liberador. Así van los días de la chica de azul, la de la sonrisa de a ratos y lágrimas en otros tantos.
Ella siempre va de azul; por momentos está llena de seriedad, hasta con el ceño fruncido; ésa es la señal que algo no anda bien, pero, esos ratos los reserva para de vez en cuando. Porque una vez que ríe, va a ir en aumento hasta la carcajada, al punto que se achinan sus ojos cafés enmarcados por sus cejas negras pobladas y por unas buenas ojeras que van del morado al verde. Entre esos rincones de sus ojos, se pueden notar unas arrugas que se comienzan a asomar, pero está convencida en que son reflejo de todas las veces que ha reído y no de las que ha llorado. Quiere inspirar y, a como dé lugar, contagiar a los demás en ese momento cuando vibra alto. Así como hay diferentes tintes en el mar, ella lleva varios tintes en su alma; se puede enojar, derramar lágrimas de impotencia, pedir perdón y volver a reír.
Ella siempre va de azul, y también, va desenfadada en jeans y caminando la vida en tenis, porque lleva la comodidad como estandarte. Dice que no le gusta su cabello, porque nunca se acomoda, al igual que su alma. Lo lleva corto o largo, así se ama y punto. Del maquillaje, mejor ni hablemos. Si la vez bonita o le haces un cumplido sobre su forma de ser, se ruboriza, le costó tiempo aceptar que es una condición dermatológica de sus mejillas, pero a su favor; no utiliza rubor. Ella es la típica de los remedios caseros y naturales, la que recomienda de voz en voz alguna mascarilla.
Ella siempre va de azul, todas las mañanas va callando al mundo y a las voces internas con las que sale, mientras tararea una canción, porque la música forma parte esencial de sus días. Toma su café por las mañanas en su taza favorita, porque tiene brochazos en acuarela de olas de mar; le recuerda a sus mejores tintes azules y a su lugar favorito.
¿Ya les dije que tiene obsesión con el azul, verdad?