Es real la muerte
Es real la muerte,
como la sabiduría
de los ancianos,
como un redoble
de campanas.
Es real la muerte,
como el picotazo
de un torvo pájaro
en el cuerpo del día,
en la enormidad del cielo.
La vida también es sueño
La vida también es sueño.
En las cuerdas de la guitarra
una flor amarilla abre una ola.
Y una dama en su luz
lleva en el corazón
el color de la luna
y el fuego del amor
en sus labios.
Una sota de bastos
aparece en la línea
de sus manos.
Y en la multitud
aclama a los poetas,
alegremente, y se torna
más alta que un pino.
Oh, soledad
Oh, soledad,
con duelo
o sin duelo
vuelves siempre
con filo de puñal
o con presencia de ángel.
Abarcas el soplo
de una vislumbrada mujer
o los rasgos provistos
de un naipe.
¡Compañera única
si voy de vuelo!
Como bardo antiguo
Comobardo antiguo,
acata tus estrellas.
En larga fiesta de licores,
bendice al universo,
y el largo vuelo
de la paloma mensajera
hacia la luz divina
mientras la eternidad
se aloja en lo eterno.
Como la lluvia
Como la lluvia
que cae sobre un tejado
de dos aguas
en la noche estrellada,
y un resplandor de guitarra
en el bolero olvidado
y una puerta cerrada,
donde se abrió el clavel,
y un llamado distante
desde una casa amarilla,
que se llenó de luz en vuelo.
Tenías mucha luz
Tenía mucha luz
en esos ojos pícaros,
de tanto contemplar
y ser pájaro.
Era un cantor,
un bardo seductor
de hermosas damiselas,
que rompió la tiniebla,
asomado en la punta
de una estrella:
corazón de alfarero,
coplero y cántaro.
Alojada en lo azul
Amanece en el campo:
allí los trinos,
aquí, la risa de los árboles
Y, a lo lejos,
un ángel color rosa
crece en el cielo,
mientras la niña canta
alojada en lo azul.