La violencia en la lucha entre los géneros, como entre las razas, puede ser mortal, pero no irracional, como se ha pretendido mostrar. G. Hierro.

La razón por la cual no nos identificamos con el feminismo (occidental) es que nosotras hemos caminado a través de un sendero diferente y hemos crecido en nuestro propio camino –ya que nuestros pies se han desarrollado plenamente, ¿es de alguna manera necesario ‘cortar los pies para que quepan dentro de los zapatos’ (xiaozu shilü, un proberbio chino)? Li Xiaojiang.

Se dice de las múltiples formas de lucha, en el discurso y fuera de él, que se ocupan hoy de problemáticas de género[1]. Nos interesan particularmente las estrategias discursivas por su capacidad de cuestionamiento, o su fuerza para modificar las diversas formas de sujeción y dominación constitutivas de nuestras sociedades patriarcales. Discurso es aquí, en el sentido de Foucault, ese conjunto de enunciados cuya producción es controlada, seleccionada y redistribuida por una serie de procedimientos de inclusión/exclusión, de clasificación u ordenación y de determinación de las condiciones de su producción. Pero también es aquello que, al no ser un objeto o un bien, no es apropiable definitivamente, sino siempre susceptible de ser reapropiado y exapropiado, es decir, de manifestarse en nuevos usos, y de prevenir su apropiación por parte de las fuerzas dominantes. Tal es el caso, por ejemplo, del término “queer” analizado por Judith Buttler. A las diversas formas de reapropiación y ex-apropiación del discurso les llamaremos estrategias discursivas.

Las estrategias feministas parten de la afirmación de que el género y el sexo son producidos social, política y económicamente, y que esta producción implica la división patriárquica, jerarquizada y excluyente del trabajo, de la propiedad y, en general, de todo tipo de relaciones de intercambio. Así, por ejemplo, dan lugar a la reflexión sobre la violencia de género, incluyendo el feminicidio (la violencia llevada al extremo), como un fenómeno constitutivo de lo social. Lo social debe entenderse aquí como el ámbito sujeto a cierto ordenamiento o regulación que mediante prácticas discursivas y no discursivas:

  1. asigna espacios determinados y formas de acción específicas a los diversos actores sociales excluyendo, necesariamente, a determinados grupos o individuos de los espacios, prácticas y saberes privilegiados. La asignación del espacio público al género masculino y el privado al femenino ha sido, en la historia de Occidente,  un ejemplo  paradigmático de esta distribución; y
  2. diseña las relaciones asimétricas que producen las figuras subjetivas.

Mediante una puesta en cuestión política del concepto moderno el sujeto, persiguen la postulación de un sujeto femenino no identitario, y no definible a partir de la tradicional oposición jerarquizada masculino/femenino; un sujeto en permanente proceso de constitución, que no se realiza plenamente, sino que está sujeto a desplazamientos, quiebres, azares, o bien a un devenir en términos deleuzianos. Así, las estrategias feministas no apuntan hacia la construcción de un “nosotras”, que tiene como efecto de acción enunciativa la exclusión de las/los otras/os, pero sí permiten la inclusión de momentos identitarios en la medida en que estos pueden resultar importantes en circunstancias socio-políticas determinadas.

El término “estrategia” no debe entenderse como una práctica, o conjunto de prácticas, que persiguen un fin específico. Especialmente, no se trata de prácticas cuya finalidad es la apropiación del poder, sino de los ejercicios capaces de cuestionar la producción y reproducción de los múltiples espacios de privilegio y de influencia desde los cuales éste se ejerce. La crítica debe ser también autocrítica en la medida en que los diversos feminismos históricos han estado atravesados también por la apropiación, por parte de individuos o grupos, tanto del término “feminismo”, como de los espacios de influencia y privilegios académicos, económicos, fiscales, políticos, sociales, etc., que ello genera. Hablar de estrategias feministas implica, entonces, hacer la historia de esos ejercicios de apropiación y reapropiación. Pero es igualmente importante recuperar el carácter radical del cuestionamiento que ha caracterizado a los diversos movimientos feministas históricos. Así, es necesario también elaborar una historia que muestre ese radicalismo y dé cuenta de los acontecimientos feministas que han inaugurado nuevas formas de comportamiento social y nuevas formas de la experiencia que las estrategias mismas han permitido en momentos específicos, un ejemplo de ello es la promulgación de la “ley revolucionaria de mujeres” de las mujeres zapatistas. Dicho radicalismo se manifiesta hoy, entonces, en movimientos políticos de carácter contigente cuyo trabajo no se reduce a ocupar los lugares establecidos en las relaciones de dominio/sometimiento, sino  a denunciar la jerarquización y la exclusión, y a poner en cuestión los procedimientos de producción de dichas relaciones, para pensar en un futuro, o en lo porvenir, a la manera de Derrida, como posibilidad de emergencia de lo radicalmente nuevo.    

Bibliografía consultada:

Butler, Judith, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”, Paidós, México, 2002.

_____________  Dar cuenta de sí mismo, Amorrortu, Buenos Aires, 2009.

_____________ El género en disputa : el feminismo y la subversión de la identidad, UNAM, PUEG – Paidós, 2001.

_____________ Excitable speech : a politics of the performative, Routledge, New York, 1997.

_____________ Lenguaje, poder e identidad, Síntesis, Madrid, 2004.

_____________ Mecanismos psíquicos del poder : teorías sobre la sujeción, Cátedra, Madrid, 2001.

_____________ Precarious life. The Powers of Mourning and Violence, Verso, New York, 2006.

Deleuze, Gilles,  y Parnet, Claire, Diálogos, Pre-textos, Valencia, 2004

Foucault, Michel, El orden del discurso, Tusquets, Barcelona, 1999.

_____________ Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber, Siglo veintiuno, México, 1982

_____________ “Crítica y Aufklärung”[“Qu’est-ce que la Critique?”] 1Tr. de Jorge Dávila, en Revista de Filosofía-ULA, 8, 1995, http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/15896/1/davila-critica-aufklarung.pdf

Gutiérrez, Griselda (coord.), Violencia sexista. Algunas claves para la comprensión del feminicidio en Ciudad Juárez,PUEG y FFyL, UNAM, México, 2004.

Marcos, Sylvia, y Waller, Marguerite (eds.) Diálogo y diferencia. Retos feministas a la globalización, CEIICH, UNAM, México, 2008


Notas

* Este “estudio de vocabulario” fue publicado por primera vez en el libro Alteridad y exclusiones. Vocabulario para el debate social y político. Martínez de la Escalera, Ana María y Erika Lindig (coordinadoras), Ciudad de México, Unam/Juan Pablos, 2013. En tal libro, resultado de un debate colectivo, horizontal e interdisciplinario, proponemos un vocabulario crítico para el intercambio entre la academia y los múltiples y heterogéneos sectores de la sociedad comprometidos en y con la lucha en contra de las exclusiones y otras formas de violencia. El vocabulario propuesto, que parte del debate y de la escucha respetuosa de las y los otros, pretende dirigirse a nuevos debates. Los términos propuestos pueden ser así apropiados por cualquiera, de resultar útiles, o bien puestos en cuestión y descartados por no responder a las exigencias críticas en nuevas circunstancias. Con este ánimo lo comparto en esta ocasión.

[1] Entendemos la diferencia de género como una máquina (Deleuze) bipolar, que es heterosexual y patriárquica; y que produce figuras subjetivas que se constituyen permanentemente en relaciones de sometimiento y dominación. La diferencia de género es, en este sentido, un crimen político que se ha producido, reproducido y reforzado constantemente, en el ámbito de lo social, en la historia de Occidente.

Conviene distinguir aquí entre crimen y delito; este último perteneciente a la discusión jurídica y del activismo político que, incluso cuando reconoce los derechos humanos, se preocupa por la aplicabilidad del derecho y responde, entre otras, a esta preocupación. Por ejemplo, la definición de “género” elaborada por la ONU en el marco del derecho internacional es la siguiente: “Género hace referencia a los roles, responsabilidades y oportunidades asignados al hecho de ser hombre y ser mujer y a las relaciones socioculturales entre mujeres y hombres y niñas y niños. Estos atributos, oportunidades y relaciones están socialmente construidos y se aprenden a través del proceso de socialización. Son específicos de cada cultura y cambian a lo largo del tiempo, entre otras razones, como resultado de la acción política”. Definición que, si bien hace un esfuerzo por incluir el carácter socio-cultural e histórico de las relaciones entre hombres y mujeres,  refuerza la naturalización del género (“el hecho de ser hombre y de ser mujer”). Esta naturalización limita la posibilidad de crítica.