De la importancia de escribir Historia de las mujeres

Escribir Historia de las mujeres

Comprendemos que la historia de las mujeres tiene como objetivo, encontrar una serie de voces y silencios perpetrados por la historia oficial, entendiendo esta última como aquella escrita y construida por el sujeto masculino, identificado en su momento como universal; ahora bien, la connotación de universal se vuelve incierta al descartar a la otra mitad de la población: las mujeres.

Tradicionalmente, leer a las mujeres implica problematizar la historiografía en clave de sexo, ya que bajo este elemento biológico-reproductivo se ha encerrado a la mujer, en diversas esferas. No obstante, para hablar hoy de las mujeres debemos renovar las herramientas metodológicas y generar nuevas preguntas, pues la historia de las mujeres implica nuestro pasado y, a la vez, nuestra constante renovación y construcción.

Annarita Buttafuoco afirma que la historia de las mujeres es “una investigación fundamentalmente orientada a reencontrar en el pasado las huellas de las semejantes a nosotras”[1]. En este tipo de investigación, diferentes historiadoras ven la necesidad de especificar la capacidad de agencia entre la mujer que investiga y las sujetas de su estudio, creando un vínculo entre la historiadora y su tema.

Gerda Lerner plantea que la historia es parcial; se trata de un relato que sólo toma en cuenta la visión del hombre. Frente a esto, las mujeres se encuentran en desventaja, ya que su historia es la historia de la subordinación de las mujeres, lo cual se puede observar cuando se analiza que la mujer quedó relegada históricamente a la esfera de lo privado. La historia de la política, de las conquistas territoriales, de las guerras… no es aquella que toma en cuenta a la mujer; por ello, actualmente se rescata el hecho consistente en que, en efecto, las mujeres participaron en cada uno de los eventos históricos de relevancia, pues “han tenido una experiencia histórica significativamente diferente a la de los hombres”[2]; por ende, las mujeres ponen en peligro los discursos establecidos, en cuanto a su temporalidad y oficialidad.

Por otro lado, Carmen Ramos Escandón explica que “la historiografía feminista propone la necesidad de enfocar un determinado periodo histórico a partir del análisis de la historia de lo que socialmente constituye la feminidad”[3], es decir, las temporalidades simbólicas de la historia son construidas en la medida que los hombres la escriben y ‘hacen’, lo que significa que las mujeres experimentan los periodos históricos de una manera diferente a ellos. Desde esta perspectiva, la historia de las mujeres puede llegar a construir nuevos eventos y periodos históricos basados en la experiencia de las mujeres como colectivo que elabora su propia historia desde una visión totalmente diferente a los relatos masculinos (sobre entendiendo el discurso histórico oficial como resultado de la experiencia de los hombres que dejaron de lado la participación de las mujeres). Así, no se puede construir historia sin tomar en cuenta a las mujeres, mismas que por siglos fueron excluidas sistemáticamente[4]. Por esto, ahora más que nunca es necesario releer, revisar y reflexionar la historiografía.

La historia de las mujeres se desarrolla a partir del movimiento feminista de los 60s, principalmente en Gran Bretaña y Estados Unidos[5], donde las feministas tuvieron la intención de incluir y construir una memoria de las mujeres alejada de los discursos oficiales. En su momento, esto se denominó herstory o historia de ellas[6], mediante la cual se buscó reconocer “la dimensión sexuada de la sociedad y de la historia”[7] . De acuerdo con Joan Scott, quien reconoce que el género es una categoría analítica y eje transversal que ayuda a observar la relación entre hombres y mujeres a lo largo de la historia como algo desigual, el concepto de género es una herramienta de gran valor para entender que las relaciones a lo largo de la historia son relaciones de poder, evidenciado que la mujer tiene una posición subordinada.

El feminismo llega a desestabilizar; en lugar del ‘ellos’, se reivindica un ellas[8]; por ende, reconocer la señalada invisibilidad es central, tanto en el lenguaje, como en temas y fuentes. La historiografía en su momento se dedicó a encontrar la presencia de las mujeres en la vida privada y la familia, pero, poco a poco, se han diversificado las temáticas a investigar. Otra mejoría respecto a esto consiste en observar las diferentes formas de construir la historia de las mujeres, desde las historias de vida, memoria, entrevistas y documentos personales, reescribiendo y renovando las interrogantes con las que se leen los archivos, pues el ejercicio de construir una historia de las mujeres implica ser “Memoria de sí, memoria colectiva, libertad femenina”[9], así otorgando una representación de ellas en el tiempo; reconstruyendo una red de mujeres, experiencias y contextos que en su totalidad otorgan un panorama más amplio del pasado.

Ahora bien, la idea de historia de las mujeres radica en identificar a estas desde la interseccionalidad, ya que “la categoría mujeres atraviesa lugares comunes para todas aquellas que la componen; dicho concepto particulariza en función del momento histórico, el lugar, la raza, la edad, la clase social y el grupo de referencia del cual procede”[10]. Por ello, es necesario ubicar desde la categoría de interseccionalidad a las mujeres que son estudiadas, ya que la categoría mujer no es un concepto homogéneo, y si sólo se rescata una parte de dicha experiencia femenina caeríamos en una historia que desea seguir con las dinámicas de aquella historia a la que se critica. Debemos comprender a las mujeres como un grupo social que ha “nacido políticamente con la Resistencia y su tarea es construir el futuro”[11].

Respecto a la historia de las mujeres escrita por historiadoras, me gustaría reflexionar acerca de la utilidad de la genealogía feminista, pues ésta resulta ser una herramienta para (re) conectarnos con nuestras antepasadas, sus luchas, historias y teorías (que también son las propias), lo cual sólo cobra sentido realizando un ejercicio retrospectivo en el tiempo.

Para desarrollar este concepto me remito al significado aportado por Teresa de Lauretis, quien explica que genealogía “es la existencia social e histórica de cada mujer […] Esta no es una tradición, ni un vínculo de sangre entre madres e hijas desheredadas, sino, más bien, es el rastro de un recorrido, de un deseo: una genealogía feminista discontinua y evasiva, reconstruida día a día”[12]. Por su parte, Rosi Braidiotti afirma que: “Las genealogías conforman una escala acumulativa de mujeres incarnadas y embebidas de experiencia […] Es la capacidad de recordar, la que proporciona al sujeto la unidad imaginaria y el sentido de la continuidad necesaria tanto internamente como socialmente”[13] . Así, esta autora intercala genealogía con la acción de recordar, de mantener en la memoria.

Como complemento, cito a Alejandra Restrepo, quien plantea que una genealogía feminista es: “memoria colectiva de las luchas por la emancipación, de las pioneras reales que hayan contribuido a los logros feministas con sus acciones e ideas”[14]. Partiendo de estas definiciones, es evidente que no se puede construir una genealogía feminista si no se reconoce a las mujeres como sujetos del proceso mismo de la historia, ya que las mujeres somos “genealogías incarnadas”[15].

Reflexionar la historia es primordial para la conservación de las genealogías feministas; el papel de las historiadoras resulta de gran importancia, ya que las historiadoras somos mujeres radicales en tanto que buscamos las raíces de nuestro pasado. Las mujeres somos “una historia siempre en devenir, aquí y ahora, enraizada en la práctica”[16], de manera que la investigadora historiográfica acepta el compromiso de funcionar como interlocutora de las diversas mujeres en el tiempo. Escribir genealogía feminista también implica hacer historia.

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Referencias bibliográficas

Buttafuoco, Anarita. “Historia y memoria de sí: Feminismo e investigación histórica en Italia”. En Feminismo y teoría del discurso, ed. Giulia Colaizzi. 45-68. España: Cátedra Teorema, 1990.

Braidiotti, Rosi. Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Titivullus, 2004.

Armstrong, Nancy. “Occidentalismo: Una cuestión para el feminismo internacional.” En Feminismo y teoría del discurso, ed. Giulia Colaizzi, 29-44. España: Ediciones Cátedra Teorema, 1990.

Lau, Ana. “La historia de las mujeres. Una nueva corriente historiográfica”. En Historia de las mujeres en México. México: INEHRM, 2015.

Lauretis, Teresa. Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo. España: Horas y horas Editorial, 2000.

Lerner, Gerda. La creación del patriarcado. España: Novagráfik. 1990.

Perrot, Michelle. Mi historia de las mujeres. Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2008.

Ramos Escandón, Carmen. “La nueva historia, el feminismo y la mujer”. En Género e historia, coomp, Carmen Ramos Escadón, 7-37. México: Instituto Mora-UAM, 1992.

_____. “Historiografía, apuntes para una definición en femenino”. En Debate feminista, vol. 20 (1999): 131-157.

Restrepo, Alejandra. “La genealogía como método de investigación feminista”. Comunicación presentada en  Ciencia, tecnología y género, XI Congreso Iberoaméricano, 2016.

Scott, Joan. “El problema de la invisibilidad”. En Género e historia, coomp. Carmen Ramos Escadón, 38-65. México: Instituto Mora-UAM, 1992.


Notas

[1] Anarita Buttafuoco, “Historia y memoria de sí: Feminismo e investigación histórica en Italia”, en Feminismo y teoría del discurso, ed. Giulia Colaizzi, (España: Cátedra Teorema, 1990): 55.

[2] Gerda Lerner, La creación del patriarcado, (España: Novagráfik, 1990).

[3] Carmen Ramos Escandón, “La nueva historia, el feminismo y la mujer”, en Género e historia, coomp. Carmen Ramos Escadón (México: Instituto Mora-UAM, 1992): 23.

[4] Carmen Ramos Escandón, “Historiografía, apuntes para una visión en femenino”, en Debate Feminista, 20, (octubre 1999):140.

[5] Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres (Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2008).

[6] Joan Scott, “El problema de la invisibilidad”, en Género e historia, coomp. Carmen Ramos Escadón (México: Instituto Mora-UAM, 1992).

[7] Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres, 8.

[8] Nancy Armstrong, “Occidentalismo: Una cuestión para el feminismo internacional”, en Feminismo y teoría del discurso, ed. Giulia Colaizzi, (España: Cátedra Teorema, 1990).

[9] Anarita Buttafuoco, “Historia y memoria de sí: Feminismo e investigación histórica en Italia”, 46.

[10] Ana Lau, “La historia de las mujeres. Una nueva corriente historiográfica” en Historia de las mujeres en México (México: INEHRM, 2015).

[11] Anarita Buttafuoco, “Historia y memoria de sí”, 53.

[12] Teresa de Lauretis, Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo (España: Horas y horas Editorial, 2000).

[13] Rosi Braidiotti, Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade (Titivullus, 2004), 210-211.

[14] Alejandra Restrepo. “La genealogía como método de investigación feminista” (comunicación presentada en XI Congreso Iberaméricano, Ciencia, tecnología y género, 2016).

[15] Rosi Braidiotti, Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, 86.

[16] Teresa de Lauretis, Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo.

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