Causas, etapas y consecuencias de la Revolución francesa

La Revolución francesa

Introducción

La Revolución francesa y la Independencia de las trece colonias de América son dos de los sucesos más importantes de la historia contemporánea y también de los más impactantes para la consolidación de la democracia y los Estados modernos. Muchos de los principios que rigen a las naciones se gestaron durante el periodo de la Ilustración, siendo los mencionados eventos históricos la expresión de los ideales ilustrados.

Se conoce como Revolución francesa al conjunto de luchas y cambios sociales, políticos e ideológicos sucedidos en Francia, principalmente en la ciudad de París, desde el 1 de mayo de 1789, con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional, hasta el 9 de noviembre de 1799, con el golpe de Estado dado por Napoleón Bonaparte.

El presente texto pretende mostrar un panorama claro, aunque parcial de este suceso, ya que debido a su larga duración y complejidad resultaría imposible abordar todos sus detalles en un solo artículo.

Eugène Delacroix, La libertad guiando al pueblo, 1830

Causas de la Revolución francesa

Los eventos y situaciones que dieron origen a la Revolución francesa son muchos y complejos; sin embargo, algunos de los más notables son los siguientes:

1. Los ideales de la Ilustración: democracia e igualdad.

La constante búsqueda del conocimiento que caracterizó al llamado siglo de las luces y las nuevas teorías filosóficas, científicas y políticas, expuestas por personajes ilustrados como: Voltaire, John Locke, Jean Jacques Rousseau y Montesquieu, propiciaron un descontento general, cada vez mayor, hacia la monarquía absoluta. La población comenzó a pensar que dicho régimen era arcaico y que no tenía por qué existir ningún gobierno por “derecho divino”, formándose un ideal de democracia. Además, la clara injusticia y los grandes privilegios de los que gozaban la nobleza y el clero, generaron un resentimiento social y un gran anhelo de igualdad.

2. Crisis económica y hambrunas

Desde años anteriores a la revolución, la economía francesa se encontraba al borde de la ruina, no obstante, el entonces Inspector General de Finanzas, Anne Robert Jacques Turgot, implementó importantes medidas y creó varias reformas que ayudaron a postergar la crisis económica. Este pensador gozaba del apoyo de filósofos y economistas de su tiempo; sin embargo, sus ideas y reformas no eran del agrado de la nobleza, la corte, ni el clero, pues apelaba a reformas que suprimían los privilegios, disminuían el pago de impuestos y favorecían el libre comercio. Su impopularidad creció entre la población general después de una mala cosecha en 1774 que provocó la elevación de los precios de la comida, lo que generó protestas y revueltas conocidas como «Guerra de las harinas», ante las que Turgot se mostró firme en la represión de los disturbios.

A Turgot lo sucedió Jacques Necker, un hombre que gozaba de mayor popularidad y aceptación. Necker, ayudado por su esposa, dispuso varios apoyos para los pobres, creó hospicios, hospitales y centros de caridad; pero sus obras se realizaron a partir del endeudamiento de Francia y ésta terminó por quedar en banca rota y llegar a la crisis económica.

Sumados a la deuda pública, los duros inviernos de 1787 y 1788 dieron como resultado malas cosechas, lo que propició que hubiera un gran aumento en el precio del pan, generándose así una importante crisis alimentaria que devino en disturbios y descontento, pues el pueblo culpaba a la monarquía de la pobreza extrema y la hambruna que sufría el 98% de la población. 

3. El crecimiento del poder de la burguesía

La sociedad burguesa comenzó a gestarse dentro del sistema feudal, que, aunque perduraba bajo la imagen del rey, había sido alcanzado por el capitalismo y la industrialización. Dentro de la sociedad burguesa se pueden diferenciar tres clases: los financieros, los comerciales y la pequeña burguesía. Sin embargo, la burguesía comercial e industrial era la más peligrosa para la monarquía y, además, muy poderosa, pues tenía gran capacidad económica. La fortuna que había logrado alcanzar este sector, se debía al comercio y la industria, actividades que estaban limitadas por el régimen feudal, por lo que su derrocamiento era uno de los principales intereses de esta clase de burguesía.

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Etapas de la Revolución francesa

1. Primera etapa, de 1789 a 1792

Durante esta primera etapa las condiciones sociales, económicas y los ideales ilustrados generan un ambiente propicio para el surgimiento de la revolución. El pueblo está cansado de la injusticia, la pobreza y el hambre por lo que se une rápidamente al movimiento revolucionario, mientras que los líderes tienen varias ideas de lo que podría ser un nuevo gobierno, más justo y democrático. Todos tienen esperanza en un gobierno mejor y más favorecedor.

Principales actores de la revolución en esta etapa:

1.1 Los Estados Generales

Ante la crisis económica, el descontento y la pobreza del pueblo, que no tiene posibilidad alguna de pagar más impuestos, el 1 de mayo de 1789, Luis XVI convoca a los Estados Generales, una especie de parlamento compuesto por 1200 diputados, los cuales representaban a la nobleza, el clero y el llamado Tercer Estado (campesinos y burgueses). El clero y la nobleza contaba con 300 diputados cada uno, mientras que el Tercer Estado tenía por sí mismo 600.

Esta convocatoria es, según varios historiadores, lo que realmente generó la revolución, por lo que Luis XVI fue, aun sin desearlo, uno de los principales posibilitadores de este suceso.

1.2 La Asamblea Nacional

El Tercer Estado expuso diversas peticiones para promover la igualdad y bienestar del pueblo, también solicitó el voto por cabeza para la toma de decisiones, pues sabía que contaba con mayor representación; sin embargo, el clero y la nobleza apelaron al voto por orden, lo que les resultaba favorable. Ante dicha situación y señalando su descontento e inconformidad por los privilegios de los otros órdenes, el Tercer Estado desafía a la monarquía autoproclamándose, el 17 de junio del mismo año, Asamblea Nacional y reuniéndose de manera independiente.

El 20 de junio, la Asamblea se reúne en el gimnasio que se utilizaba para el juego de pelota, pues el rey, pretextando remodelaciones, les prohíbe la entrada al Palacio de Versalles, donde se reunían los Estados Generales. Ese día, en lo que se conoce como el “juramento del juego de pelota” (Serment du jeu de paume), los integrantes de la Asamblea juraron no separarse hasta realizar una constitución para Francia. Siendo así que la Asamblea Nacional, representada por Mirabeau comenzó de manera definitiva el movimiento revolucionario.

1.3. La Asamblea Constituyente

Tras el juramento del juego de pelota, el 9 de julio de 1789, se crea la Asamblea Constituyente, compuesta por la Asamblea Nacional y algunos miembros del bajo clero que deciden sumarse a la causa.

Jean-Pierre Houël. La prise de la Bastille, 1789

a) Toma de la Bastilla y creación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

El rey decide enviar al ejército a defender Versalles, ante tal acción, el pueblo francés resuelve apoyar a los asambleístas y forman la Guardia Nacional. El 14 de julio, el pueblo de París, temeroso por posibles represiones por parte del Luis XVI, asaltó la fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo y lugar clave para la monarquía. Tras horas de combate, lograron tomar la prisión, hacerse de armas y municiones, y matar a su gobernador, el marqués Bernard de Launay.

Después de la toma de Bastilla, nombran al marqués de La Fayette, quien ya había peleado en la Independencia de las trece colonias y era amigo de personajes como George Washington y Thomas Jefferson, comandante en jefe de la Guardia Nacional de París. 

El pueblo francés estaba hambriento, harto de la desigualdad, del régimen y de su pobreza. Su inconformidad y acciones fueron clave en la revolución. A la toma de la Bastilla le siguieron el asalto a varios castillos y quema de títulos de propiedad, rebeliones a las que se unían cada vez más provincias y campesinos. Ante el gran miedo que generó esta insurrección, fueron discutidas varias medidas para detener las revueltas; así, el 4 de agosto de 1789, la Asamblea Constituyente presentó un documento del cual nació la abolición de los privilegios resultantes del feudalismo y tres semanas después, el 26 de agosto, el texto principal de la Revolución francesa: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, redactada, principalmente por Mirabeau, Démeunier, Redon y Sieyès, entre otros. Esta declaración destruyó los principios del Antiguo Régimen.

Posteriormente, el 2 de noviembre, a través de la Constitución Civil del Clero, se nacionalizó la propiedad eclesiástica, con lo que la Asamblea Constituyente logró reunir en un solo organismo el poder ejecutivo y legislativo, mientras que el rey solo tenía derecho de veto.

b) Las jornadas versallescas

Respondiendo al llamado de insurrección, los días 5 y 6 de octubre de 1789, centenares de mujeres emprendieron una marcha hacia Versalles, a ellas se unieron La Fayette y la Guardia Nacional, lo que obligó que Luis XVI y su familia se trasladaran de Versalles a las Tullerías.

A partir de 1790 la Asamblea se situó, igual que la familia real, en el Palacio de las Tullerías. Por ese tiempo los diputados estaban divididos, a la derecha se sentaban los que apoyaban la monarquía absoluta y a la izquierda los que deseaban una República democrática. Casi todos pertenecían a diversos clubes, en los que se reunían según sus intereses y simpatías. Es importante señalar que dichos clubes son el antecedente de los actuales partidos políticos.

También se formaron varios clubes de mujeres como: el club de las Republicanas revolucionarias, el de las Amazonas nacionales, de las Damas patrióticas, Damas de la fraternidad y la Sociedad patriótica de la decencia y amigas de la verdad, entre otros. Los grupos femeninos tuvieron un papel decisivo en la revolución, ejerciendo presión a la monarquía y a los gobiernos posteriores, y apoyando a los sans-culottes (miembros revolucionarios de las clases más bajas); sin embargo, el machismo de los gobiernos del momento y de los mismos revolucionarios limitó muchos de sus actos y desestimó sus textos e ideas sociales.

c) La Constitución de 1791

Siguiendo en cierta medida las bases de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la Asamblea Constituyente redacta su carta constitucional, conocida como “Constitución de 1791”. Con ella, Francia pasaría a ser una monarquía constitucional. También proclamaba los derechos de los ciudadanos, aunque éstos eran considerados de dos clases, con derechos y obligaciones diferentes; además, los problemas de los campesinos y la incipiente clase trabajadora no fueron realmente atendidos en dicho documento. Tampoco se incluyó a la mujer ni a los esclavos, pues sus redactores eran todos hombres con cierta posición económica e intereses políticos.

A pesar de la creación del acta constitutiva, el pueblo y los revolucionarios más radicales apelaban por la completa destitución de la monarquía y la institución de una República. Además, en marzo de ese año muere Mirabeau, quien había sido nombrado presidente de la Asamblea, lo que generó gran discordia dentro de la misma y varias divisiones políticas.

Por su parte, ante los crecientes actos revolucionarios, en junio de 1791, la familia real decide huir; sin embargo, son capturados en Varennes y devueltos a París, donde permanecen bajo custodia. Dicho suceso trajo muchas consecuencias. El pueblo de París comenzó a movilizarse nuevamente. El club de los Cordeliers pidió a los diputados de la Asamblea que proclamaran la decadencia del monarca y el advenimiento de la República, pero los diputados se niegan e inventan un supuesto secuestro para tratar de justificar al rey.

La explicación del secuestro no convence a los Cordeliers ni a los otros clubes, por lo que uno de los dirigentes de la revolución, Jacques Pierre Brissot junto con François Choderlos de Laclos, apoyados por Danton y Marat, redactan una segunda petición para la República. El 17 de julio de 1791 la petición se depositó sobre el altar de la Libertad, en el Campo de Marte, para que la firmaran los parisinos, ante ese hecho, el Alcalde de París declaró el estado de guerra y ordenó el fuego contra los manifestantes. La Fayette cumple las órdenes y hay docenas de muertos. A partir de este suceso devino una época de gran represión y los revolucionarios más radicales como Danton y Marat tuvieron que huir.

Los Jacobinos, encabezados por Robespierre, habían apoyado la moción republicana; sin embargo, al interior del club hay diferencias de opiniones, ya que la mayoría de ellos consideraba precipitado el fin de la monarquía. Como consecuencia el club se divide y nacen los Feuillants, encabezados por La Fayette, Bailly, Duport, Sieyès y Barnave.

1.4 La Asamblea Legislativa

La Asamblea Constituyente cesó sus funciones el 29 de septiembre de 1791, después de que la Constitución había sido ratificada el 3 de septiembre, tras lo cual Francia se convirtió oficialmente en una monarquía constitucional. El rey y la Asamblea Legislativa compartirían el poder, dejando al primero únicamente con derecho a vetar las leyes propuestas por la Asamblea.

El 1 de octubre de 1791, la Asamblea Legislativa se reúne por primera vez. Se componía por 264 diputados de derecha[1], miembros de los Feuillants y Girondinos, los cuales apoyaban a la monarquía y eran representantes de la gran burguesía; 345 diputados de centro que no tenían una clara postura política; y 136 diputados de izquierda, provenientes del club de los Jacobinos o Cordeliers, representantes del pueblo y la pequeña burguesía.

Tras un breve tiempo de funciones y un rey que se oponía a casi todo lo propuesto, y que, además, por consejo del Papa, había vetado la Constitución civil del clero, se generó una crisis constitucional. La influencia del Papa, el deseo de Luis XVI de recuperar su poder y propiedades, y el apoyo de varios sacerdotes y feligreses católicos permitieron que surgiera una amenaza contrarrevolucionaria. Los partidarios de la monarquía presentaron a la revolución como anticlerical y en contra del poder de Dios, lo que comenzó a resonar en varias provincias entre grupos de creyentes.

2. Segunda etapa de 1792 a 1794

Francia se encuentra debilitada no sólo por el hambre y la pobreza, que continúa en prácticamente todo el país, también por las batallas tanto al interior de sus fronteras como al exterior, pues los gobiernos feudales les declaran la guerra con la intención de acabar con el movimiento revolucionario lo cual implica medidas drásticas por parte de los revolucionarios.

Principales actores de la revolución en esta etapa:

Jean Duplessi Bertaux. Prise du palais des Tuileries le 10 août 1792, durant la Révolution française, 1793.

2.1 El derrocamiento la monarquía

En abril de 1792 Austria y Prusia deciden invadir Francia y reprimir la revolución, ya que a ningún gobierno monárquico le conviene el triunfo de la misma. El rey, estaba esperanzado en que de ese modo terminara la revolución y él pudiera restablecer su poder. A fines de julio, el duque de Brunswick, Carlos Guillermo Fernando, general del reino de Prusia amenazó a los parisinos para que se sometieran a la monarquía, lo cual generó un levantamiento contra Luis XVI. El 10 de agosto de 1792 los sans-culottes y los federados toman el palacio de las Tullerías y derrocan al rey, quien salva la vida solo por la protección de la Asamblea. Este derrocamiento significó también la destitución de la Constitución.  

La guerra ocurría tanto dentro como fuera del país, por lo que una vez liberados de la monarquía, los parisinos decidieron acabar primero con los contrarrevolucionarios. Los días 2 y 3 de septiembre de 1972 fueron ejecutados cerca de 1600 contrarrevolucionarios que habían sido encarcelados en múltiples disputas.

2.1 La República y el reinado del terror

A la caída de la monarquía se formó la Convención Nacional, elegida por sufragio universal (aunque se continúa excluyendo a las mujeres). La Convención inició su trabajo el 20 de septiembre de 1972, el cual consistió en decidir el futuro de las instituciones. Un par de días después se proclamó el inicio de la República francesa. Bajo este esquema desaparecieron los defensores de la monarquía, siendo los Girondinos (burgueses apegados a la propiedad) los que ocuparon su lugar en el poder, convirtiéndose en la nueva derecha. Sus opositores más fuertes eran los Jacobinos quienes comenzaron a llamarse Montañeses[2]. Los sans-culottes y la comuna francesa no tiene real representación en este gobierno, pero se sienten más afines con la izquierda, por lo que deciden apoyar a los Jacobinos en su lucha contra Girondinos.

Lo primero que dispone este gobierno es combatir a los invasores. El sucesor de La Fayette, el general Dumouriez, junto a Françoise Kellermann logra importantes triunfos contra los austriaco-prusianos. Tras haber vencido en la batalla de Valmy, consiguen detener el avance de las fuerzas dirigidas por Brunswick, hecho fundamental para la continuación de la revolución.

De manera paralela a las guerras en la frontera, comienza el juicio en contra del rey, mismo que concluye con la sentencia de muerte. Luis XVI es guillotinado el 21 de enero de 1793. Tras el decapitamiento del rey, surgen nuevos conflictos entre Girondinos y Jacobinos, ya que no logran acordar cómo resolver los problemas sociales del país. La balanza termina por inclinarse hacia la izquierda, pues en la primavera de 1793, el general Dumouriez, miembro de los Girondinos, se pasa al bando de los austriacos lo que propicia un nuevo alzamiento en contra de la burguesía gobernante, dándose así una guerra civil que se expandió por todo el país.

El 31 de mayo los Girondinos son expulsados de la Convención, pero una vez refugiados se sublevan contra el Municipio de París y la Convención; sin embargo, la gente del pueblo logra aplacarlos y salvar la revolución.

Los Jacobinos toman el poder y redactan la Constitución de 1793, en la que se declara el sufragio universal, además se establece como misión social, salvaguardar la igualdad, la libertad, la seguridad y la propiedad. Por primera vez se toma en cuenta a los más pobres y, a petición de Robespierre, se incluye como obligación constitucional dar trabajo a los más desfavorecidos y alimentar a aquellos que no pueden trabajar. No obstante, esta constitución nunca entra en vigor pues se decreta que se hará vigente hasta que vuelva a reinar la paz. Mientras tanto, Francia es regida por el Gobierno revolucionario que pretendía imponer paz en sus fronteras, al mismo tiempo que detener la Guerra civil.

Debido a la falta de medios de comunicación rápidos y efectivos, fuera de París la gente no comprendía muy bien el curso de los acontecimientos, además, los campesinos no sentían que su situación hubiese mejorado o que realmente pudiera mejorar a partir de las disputas en París; por último, la decapitación del rey había provocado gran desconcierto. Sumado a lo anterior, la campaña de los católicos en contra de la revolución seguía resonando.

La Convención desea terminar la guerra e instaurar un gobierno fuerte, por lo que emite varias órdenes que desagradan a los franceses. Solicita dinero a los ricos para socorrer a los pobres, amenazando con la picota a quien se niegue y exige zapatos a los aristócratas, para los nuevos miembros del ejército; pero, lo que termina por ser un problema mayor es la solicitud del 10 de marzo, en la que pide, de manera autoritaria, que se reúnan 300 000 hombres para fortalecer los ejércitos. En algunas zonas se establecen sorteos para elegir a los militantes; sin embargo, los campesinos, sobre todo de las provincias más religiosas, como Vendée y Chouannerie se rehúsan a sumarse al ejército y se sublevan, ante lo cual, la Convención organiza represalias que terminan en genocidio.

El 28 de marzo, la Convención, a instancias de Danton, crea el Tribunal Revolucionario y el Comité de Seguridad Pública para juzgar a los traidores a la patria y a los opositores del nuevo régimen. El 6 de abril de 1793, Robespierre toma el mando del Comité de Seguridad, mientras que Antoine Fouquier-Tinville ejerce como fiscal. De ese modo, el gobierno se convierte prácticamente en una dictadura que rige a partir del terror.

La represión es brutal, todo aquel que atente o se oponga, de manera real o sospechada, contra del gobierno será masacrado. El tribunal condena a miles de sospechosos a ser ejecutados en la guillotina. El 16 de octubre de 1793, la antigua reina, Maria Antonieta, es guillotinada, a ella le siguen gran cantidad de girondinos e incluso jacobinos moderados, sacerdotes, aristócratas, burgueses y hasta científicos, como el célebre Antoine Lavoisier. Todos sufren las consecuencias del llamado reinado del terror.

Para 1794 el movimiento contrarrevolucionario estaba completamente desarticulado, pero los problemas sociales y las hambrunas continuaban. Los desacuerdos al interior del club de los Jacobinos comenzaron a crecer y nuevamente llegan a la división, de lado derecho sobresalen Danton y Desmoulins, quienes representaban a la burguesía intelectual y a los favorecidos con la revolución; el centro estaba encabezado por Robespierre y los representantes de la pequeña burguesía; la izquierda, pertenecía a Marat, Herbert y Chaumette, hombres populares en París y los cuales representaban a los artesanos y a la pequeña y arruinada burguesía; por último, a la extrema izquierda estaban los llamados “rabiosos”, liderados por Jacques Roux, Varlet y Leclerc, quienes simbolizaban a las masas hambrientas y trabajadoras. Las diferencias entre estos grupos desataron una fuerte lucha interna.

Tras hacerse cargo de los Girondinos, el Tribunal se deshizo de los rabiosos, acusándolos de desorganizadores de la revolución. De Marat se encargó Charlotte Corday, una seguidora de los Girondinos que achacaba al ideólogo el declive de los primeros; asesinándolo el 13 de julio en su bañera. Por su parte, el grupo de Robespierre se alió al de Danton, logrando destruir a los Hébertistas. Después de esto, Robespierre se enfrentó con éxito al último grupo que quedaba. Desmoulins y Danton son ejecutados en abril de 1794.

Robespierre se sentía triunfante y dispuesto a llevar a cabo su plan de gobierno; no obstante, había perdido el apoyo y la confianza de varios grupos y personajes que habían sido sus aliados, como el de los sans-culottes. Finalmente es acusado de aumentar la dictadura, siendo apresado en el famoso 9 de Thermidor del calendario revolucionario (27 de julio de 1794) y guillotinado un día después. Fouquier-Tinville, también es sentenciado y muere el 31 de mayo de 1795.

Georg Heinrich Sieveking. Exécution de Louis XVI, d’après une gravure allemande de 1793, 1793.

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3. Tercera etapa de 1795 a 1799

Para este momento Francia ya no era la misma, el Antiguo régimen había sido derrocado, el poder, dinero y propiedades habían cambiado de manos, se había dado paso a la libertad de culto, se había reconocido el sufragio universal, los campesinos continuaban siendo pobres, pero al menos no tenían que servir a un señor y habían tenido la posibilidad de hacerse de un pedazo propio de tierra, por ello se vuelven conservadores y están en contra de toda revolución como de toda contrarrevolución, lo mismo que los grupos de burgueses más favorecidos por el movimiento. Lo único que desean es la paz.

Principales actores de la revolución en esta etapa:

3.1 El Directorio

Los vencedores de Robespierre, llamados termidorianos liberan a los presos y “ponen fin” a la era del terror, aunque se siguen valiendo de la guillotina en algunos casos.

Los termidorianos acabaron con Robespierre por el temor a ser ellos mismos guillotinados, pero no tienen un plan bien definido ni un líder suficientemente fuerte. Sin embargo, saben que no desean la restauración de la monarquía, ya que son burgueses favorecidos por la revolución y se disponen a crear una nueva constitución. Para su suerte las fronteras están aseguradas y el Ejército francés se ha llenado de varias victorias.

Por su parte, el llamado grupo de los realistas (muchos provenientes de Vendée), desea la restauración de la monarquía, para lo cual planea un levantamiento, mismo que es reprimido el 5 de octubre de 1795 por el joven general, simpatizante de Robespierre, Napoleón Bonaparte.

El 26 de octubre de 1795 entra en vigor una nueva Constitución y se establece como forma de gobierno, el Directorio, el cual se compone de 5 directores que componen el poder ejecutivo, además de un Consejo de Ancianos y el de los Quinientos, en los que recae el poder legislativo. El sufragio deja de ser universal y pasa a ser censitario. El nuevo gobierno es débil y no puede por sí sólo con las luchas internas que no han cesado. La democracia fluctúa y el poder se ve amenazado tanto por realistas como por radicales, como Babeuf, quien, en 1796, con la llamada Conspiración de los iguales, intenta abolir la propiedad privada y derrocar al Directorio.

Babeuf y sus seguidores fueron arrestados y condenados a la guillotina. Sin embargo, la debilidad del Estado hace que necesite con frecuencia del ejército, para poder reprimir a los sublevados. Así, en noviembre de 1799 el general Bonaparte da un Golpe de Estado.

4. Cuarta etapa de 1799 a 1804

Francia está cansada de la guerra, tanto revolucionarios como realistas desean la paz y buscan desesperadamente un medio para alcanzarla. La mayor parte de los campesinos se ha vuelto conservadora.

Principales actores de la revolución en esta etapa:

4.1 El Consulado

Tras haber dado un Golpe de Estado el 18 y 19 de Brumaire (9 y 10 de noviembre de 1799), Napoleón Bonaparte impone una nueva forma de gobierno, el Consulado. En este esquema el poder ejecutivo recaía en tres cónsules, el primer cónsul sería, evidentemente, Bonaparte, mientras que los otros dos solo se desempeñaban como asesores; temporalmente fungieron en este puesto Sieyès y Pierre Roger Ducos, para ser reemplazados por Jean Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun quienes ejercieron el puesto de 1799 a 1804.

Durante el gobierno de Napoleón, Sieyès se convirtió en uno de los cónsules y más tarde en Presidente del Senado. También fue defensor de las políticas empleadas por Bonaparte, hasta que fue retirado y nombrado Conde en 1809.

La imagen y los éxitos de Bonaparte lo habían favorecido para tener aceptación tanto entre republicanos como realistas. Los republicanos lo apoyaban por sus logros revolucionarios, los realistas porque veían en él una figura fuerte y con suficiente autoridad, capaz de reestablecer el orden. El Abate Sieyès ve en él a un hombre fuerte y sin intenciones de reestablecer la monarquía, por ello lo apoya y se encarga de redactar la Constitución para el Consulado, misma que tenía por intención reflejar todos sus ideales; sin embargo, Napoleón la modificó a conveniencia.

Jean-Jacques-Régis de Cambacérès se encargó, junto con un equipo de abogados, de redactar el Código Civil, también conocido como Código Napoleónico, publicado en 1804. Este importante documento terminó con el feudalismo, al asentar de manera jurídica el fin del Antiguo régimen y se convirtió en fundamento de muchos de los primeros Códigos civiles de las naciones europeas. También estableció de manera legal el liberalismo comercial, la igualdad jurídica de los ciudadanos, el carácter laico del Estado, la libertad de trabajo, entre muchas normas más, con lo que fueron consolidados muchos de los principios actuales de la mayoría de las Constituciones.

Finalmente, el Consulado firmó el fin de la Primera República y de la Revolución francesa. Bonaparte se propuso modernizar Francia y crear nuevas instituciones, desarrolló un nuevo código tributario, y el Banco central, implementó un sistema de alcantarillado y poco después procuró reestablecer la paz entre su gobierno y la Iglesia católica.

Parecía que Napoleón conseguiría realmente reestablecer el orden; sin embargo, poco a poco los ideales de democracia se fueron desvaneciendo. El 2 de diciembre de 1802, se convirtió en Cónsul vitalicio y en 1804 comprometió a Francia con la idea del Imperio. El 28 de mayo de 1804, Bonaparte se proclama Emperador.

Efectos y consecuencias de la Revolución francesa

La Revolución francesa es uno de los sucesos que más influencia y cambios ha generado en la historia contemporánea de la humanidad. Los ideales del movimiento ayudaron a determinar el desarrollo de las Naciones modernas, lo mismo que al sistema económico y jurídico actual. Entre sus principales consecuencias se pueden numerar las siguientes:

1. Derrocamiento del Antiguo régimen

De la mano de las ideas generadas por importantes filósofos, economistas, politólogos y pensadores ilustrados, la Revolución francesa logró derrocar al feudalismo y a la monarquía absoluta, destruyendo los principios que fundamentaban el derecho divino, apelando a la igualdad, libertad y democratización de los gobiernos.

2. Redistribución de la propiedad

Una de las acciones más relevantes fue la incautación de los bienes y propiedades del clero y la nobleza (mucho más del clero), lo que permitió que varios ciudadanos, sobre todo burgueses, se beneficiaran y la Iglesia y aristocracia perdieran poder político.

3. Independencia y democratización

El movimiento revolucionario de Francia, influyó en gran medida en las naciones europeas y latinoamericanas e incluso en algunas de medio oriente, Asia y África; ya que las revoluciones, independencias o descolonizaciones y esfuerzos por construir Naciones soberanas y democráticas, durante los siglos XIX y XX, tuvieron clara influencia de la Revolución francesa, tomando como fundamentos varios de los principios establecidos en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano para el establecimiento de sus propias garantías y derechos, incluido el sufragio universal.

4. Universalización del concepto de Nación y soberanía nacional

Aunque la idea moderna de soberanía surgió con pensadores ilustrados como Locke, Rousseau y Montesquieu, fue en el marco de la Revolución francesa, cuando Sieyès plasmó el concepto de soberanía nacional, afirmando que el poder del Estado radica en la Nación, es decir en el ente que conforma un territorio, sus habitantes, cultura, tradiciones, e historia. Esto se plasmó en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en la que se dice: “La fuente de toda soberanía reside esencialmente en la nación; ningún individuo, ni ninguna corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane directamente de ella”.

6. Los Derechos Humanos

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es considerada el primer documento en proclamar la igualdad de derechos de todos los hombres, aunque sin considerar a las mujeres ni a los esclavos, quienes tardaron aún muchos años en poder conseguir el mismo estatus legal que los hombres libres. Sin embargo, dicho instrumento es uno de los principales antecedentes La Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Conclusiones e importancia de la Revolución francesa

Gracias a la revolución, Francia se convirtió en el primer país en derribar una monarquía, antes que ellos, los norteamericanos habían logrado consumar su Independencia; sin embargo, no tuvieron que matar a un rey ni destruir todo un régimen. En cambio, los franceses debieron acabar con el absolutismo feudal y todo lo que ello representaba. El rey y su familia eran símbolo de siglos de tradición y símbolo de un estilo de vida que había perdurado durante todo el medievo.

A Francia le siguieron otras naciones europeas, y después prácticamente todo el mundo, en su camino por la implantación de una democracia; no obstante, de haber fracasado la revolución frente a la invasión de Austria y Prusia, es muy probable que la monarquía hubiera controlado Europa durante décadas o siglos más y con ello el anhelo de igualdad, libertad y democracia habrían tardado mucho más en consolidarse jurídicamente.

Si bien no todos los cambios que trajo la Revolución francesa fueron positivos ni incluyentes, sí fueron todos relevantes ya que, sus ideas, leyes y logros se difundieron por el mundo, influyendo en la mentalidad de muchos pensadores y líderes que deseaban para sí mismos y su país, libertad e igualdad. Además, gracias al poder que adquirió Napoleón y su Código Civil, gran parte de Europa comenzó a adoptar leyes surgidas en el marco del pensamiento revolucionario.  


Notas

[1] Se les llamó de izquierda, centro o derecha por la ubicación que tomaron dentro del parlamento; sus puestos pasaron a ser sinónimo de sus ideas políticas, así los llamados diputados de derechas eran los que apoyaban a la monarquía, mientras que los de izquierda los que querían una república y al centro los moderados que no eran partidarios claros de ninguna de las dos posturas.

[2] Igual que los términos de derecha e izquierda, la palabra montañeses también hace alusión al lugar que ocupan estos diputados dentro de la sala de convenciones, situados en la parte más alta.

Libros recomendados

Bibliografía

Bergeron Louis, Françoise Furet, Reinhart Koselleck. (1979). La Época de las Revoluciones Europeas 1780-1848. México: S XXI.

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