8M o el preludio de primavera

8M marcha

¡Alerta, alerta!, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina. Que tiemblen, que tiemblen los machistas, que América Latina será toda feminista.

Marché.

Podría seguir marchando: un paso, dos, un millar. Ad infinitum.

Cuentan las estadísticas que en esta ciudad de provincia donde resido, logramos ser un puño de miles andando ese domingo templado con parcos rayos de sol. La energía mayor la propagaba el contingente de mujeres en protesta con sus brazos arriba, sus carteles, sus voces, sus puños rompiendo el aire.

Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres delante de la gente.

Algunos hombres contemplaban la manifestación desde la banqueta. Su desconcierto los llevaba a cruzar los brazos. Los codos acomodados hacia afuera del cuerpo para lucir más grandes, las extremidades al frente para marcar distancia. Hombres. 

No, te digo no.  Mi cuerpo es mío, yo decido. Tengo autonomía, yo soy mía.

A mi todas me han dicho que sí. Sí, acosada en la calle, en la escuela, en el trabajo, en el transporte, en casa. Sí, descalificada, agredida con golpes, miradas o actos sexuales sin consentimiento, toques indeseados, aproximaciones insultantes. Sí. Escribe de esto una sobreviviente.  

Tranquila hermana, aquí está tu manada.

Voces que no callaban durante la marcha hicieron del silencio también protesta. Como una letanía honorífica se pronunciaron los nombres de muchas. Pase de lista de las ausentes. Silencio. Pase de lista de las vejadas. Silencio. Nombres de muchas. Silencio. Otra vez la elocuencia del silencio. Silencio.

Las paredes se limpian, las muertas no regresan.

Avanzamos y con los pasos volvieron las demandas. Algunas cometieron eso que suele calificarse como actos vandálicos. Escribieron, por ejemplo, Estado Proxeneta en la acera desde donde se mira a las mujeres esclavas del comercio del sexo en venta a plena luz de la avenida. Escribieron, Justicia, debajo de los nombres de las secuestradas. Muros centenarios de iglesias y escuelas fueron lienzo de pintas, es decir, de verdades que no pudieron ignorarse al emerger con aerosol.

Mujer escucha, esta es tu lucha.

Entre 9 y 10 mujeres son asesinadas en México cada día. Las mujeres son la principal víctima de los delitos sexuales. La violencia que ejercen las parejas, esposos, novios o ex es severa, muy severa. Más de 1227 mujeres han desaparecido en México en el último año. Las cifras son siempre aproximadas.

A mí la violencia no me representa.

Y sin embargo, muchas mujeres decidimos salir a las calles en marzo 2020, vociferar, dar testimonio, guardar lo modositas para otra ocasión, colocar de frente temas que urge revisar para construir nuevas formas de convivencia digna. Los pasos persisten en el recorrido hacia la equidad, la justicia, la seguridad, la reivindicación. ¿Quién puede pararlos?

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