Una sostenibilidad multidimensional. El caso de los pesticidas

Sostenibilidad multidimensional pesticidas

Habiendo estudiado la licenciatura en psicología y la maestría en filosofía de la ciencia, en realidad mi acercamiento a los temas sobre el medio ambiente había sido limitado. Mi hermana estudió la ingeniería en sistemas ambientales y de vez en cuando me contaba cómo funcionaban algunas cosas, pero en realidad no eran asuntos que llamaran mucho mi atención. Sin embargo, notaba que términos como “sostenibilidad”, “cambio climático” o “calentamiento global” estaban por todos lados y preocupaban a más de uno.

Debido a este interés general (y aprovechando que no tenía un tema muy claro para mi investigación de máster en historia de la ciencia), me pareció buena idea echar un vistazo a esta área del conocimiento. Me acerqué con un profesor que trabaja historia de la biología para comentarle mi inquietud, y él a su vez me envió con otro profesor del mismo programa que en ciertos momentos trabaja temas ambientales, el Dr. Alexandre Hocquet. Este último me propuso casi de inmediato distintos temas a investigar, entre los cuales estaba el de historia de los pesticidas,[1] particularmente la clordecona y el glifosato.

Uno de los motivos por los cuales Alexandre trabaja este tema es que, al ser químico de formación, llama su atención que a veces da la impresión de que ponemos a todos los pesticidas “en el mismo saco”, o sea, mostramos una actitud similar (por lo regular de rechazo) ante todos ellos. Por ejemplo, Arellano-Aguilar & Rendón von Osten, (2016) escriben:

En el caso de los plaguicidas, amenazan a especies vitales para la producción de alimentos como los polinizadores, y a la salud de las personas debido a la alta toxicidad de las sustancias que se emplean en las tierras de cultivo y en los lugares de almacenamiento. Por si fuera poco, algunas de estas sustancias además pueden ser altamente persistentes en los sistemas biológicos, es decir que permanecen y se transportan a través del ambiente aún después de su aplicación o después de haber sido prohibidos (p. 5).

Si bien en la segunda parte del párrafo la afirmación es más matizada (“algunas de estas sustancias…”), en la primera parte notamos que se habla de “los plaguicidas”. Pero ¿de cuáles plaguicidas se habla? ¿De todos? Además, ¿bajo qué circunstancias ocurren las amenazas señaladas? Es decir, con un equipo de protección y empleo adecuados (bajo el cuidado y las dosis estipuladas) ¿también se presentarán los daños que se mencionan?

No quiero que se malentiendan mis preguntas. Por supuesto que los pesticidas son sustancias cuyo uso implica un riesgo, pero no podemos adjudicarles los mismos efectos a todos por igual. Posiblemente no era esta la intención de los autores citados, pero he ahí el problema: a veces afirmamos cosas sobre los pesticidas sin tomar en cuenta la gran diversidad que existe de estos productos. De hecho, hay muchas formas de clasificarlos, ya sea según su composición, su mecanismo de acción, sus objetivos, su área de empleo o su toxicidad, por mencionar algunos ejemplos. Así pues, resulta curioso que a veces tratemos por igual a un grupo de sustancias que pueden ser muy distintas entre sí.

Como ya puede entreverse en el párrafo anterior, los efectos de cada pesticida también pueden ser diferentes. En primera instancia uno podría pensar que las consecuencias de su uso son de tipo ambiental, pero en realidad estas van más allá de eliminar algún organismo nocivo. Permítanme desarrollar este punto.

Al inicio de mi investigación procuré familiarizarme con el tema revisando artículos científicos al respecto. Si bien pensaba que la mayoría de ellos serían ecológicos, poco a poco fui notando que muchos médicos e investigadores en ciencias sociales hablaban sobre el tema, así que hice una categorización tentativa de las dimensiones ambientales, sanitarias y sociales del problema. Unos meses más tarde tuve la oportunidad de entrevistar al bioquímico y exdiputado francés Jean-Yves Le Déaut, quien a mi parecer es coautor del reporte más completo que hay sobre la clordecona. Durante nuestra charla me comentó que él también manejaba esa categorización en su trabajo sobre los pesticidas, lo cual aumentó mi confianza en ella. Así pues, los pesticidas tienen implicaciones y consecuencias a nivel ambiental, de salud o social. Pero no sólo eso, también las tienen a corto, mediano y largo plazo en cada uno de esos niveles.

Tomemos como ejemplo ilustrativo el caso de la clordecona (ver Procaccia y Le Déaut, 2009). Esta sustancia fue producida principalmente en Estados Unidos y utilizada en todo el mundo en la segunda mitad del siglo pasado, pero probablemente el lugar donde las repercusiones han sido más notorias es en Francia, y más particularmente en las islas caribeñas de Martinica y Guadalupe. Aquí se buscó su autorización desde 1968 para combatir ciertos insectos que destruían sobre todo los plantíos de plátano,[2] pero por falta de pruebas sobre su efectividad y efectos ambientales se consiguió hasta 1972. Si bien la autorización era temporal (1 año), probablemente los cambios administrativos y procesos burocráticos hicieron que esta no se revisara y renovara sino hasta 1976. Dos años más tarde, las autoridades (tanto en Francia como en otros países) decidieron prohibir el uso de esta sustancia, pues varios trabajadores de una planta de producción de clordecona en Virginia, Estados Unidos, empezaron a presentar problemas de salud (particularmente en el sistema nervioso, el hígado y el nivel de fertilidad) a raíz de una exposición aguda a este pesticida, mismos que fueron reversibles luego de un tiempo. Sin embargo, 3 años después (1981) se volvió a autorizar su uso por las constantes plagas del picudo negro del plátano (un insecto que se nutre de las raíces de las plataneras) y la falta de otras sustancias y/o medidas que fueran igual de efectivas.

En 1989 se volvió a buscar su prohibición, pero los productores de plátano protestaron ante esto y consiguieron una serie de prórrogas que se extendió hasta 1993. Durante algunos años todo parecía haber terminado, pero en 1998 hubo varias denuncias de los habitantes de ambas islas debido a que ciertos cuerpos de agua presentaban anormalidades. Así, el año siguiente se descubrió que estos estaban contaminados por altos niveles de clordecona y las autoridades decidieron clausurarlos. Inmediatamente se comenzó a investigar en qué otros lados y a qué nivel estaba presente este pesticida, y se encontró que también había clordecona en los animales, el suelo y los habitantes del lugar, principalmente trabajadores de los plantíos que habían usado la clordecona sin ser provistos de ningún equipo de protección. Se calculó que alrededor de 300 toneladas de clordecona habían sido aplicadas en ambas islas durante los periodos de 1972 a 1978 y de 1981 a 1993; y en 2009 se calculó que la clordecona terminaría de degradarse en el suelo hasta aproximadamente el año 2750.

A nivel de salud, los estudios epidemiológicos Karuprostate y Timoun mostraron que la clordecona puede ser un factor que incrementa el riesgo de contraer cáncer de próstata y afectar el desarrollo de los recién nacidos (Multigner et al., 2016). Y a nivel social, diversos activistas y académicos antillanos han denunciado que los procedimientos de autorización de la clordecona son prueba de una discriminación colonial (ver por ejemplo, Vergès, 2016), pues estos fueron más descuidados en Martinica y Guadalupe que en Francia continental. Por otra parte, los habitantes del lugar también resintieron las restricciones de las autoridades, como prohibir la pesca y las actividades recreativas en ciertos lugares o establecer un límite de consumo de agua contaminada y/o ciertos alimentos expuestos (principalmente aquellos que crecen bajo tierra como la papa o la zanahoria, aunque también se incluyen animales como los pollos o los peces).

Uno podría pensar que este caso es una clara prueba de la nocividad de los pesticidas, pero las cosas no son tan sencillas. Si bien la clordecona tiene efectos ambientales, sanitarios y sociales negativos, parece ser que hay muchos factores que contribuyen a que esto sea así. Por ejemplo, las propiedades geográficas de las islas de Martinica y Guadalupe influyen en la persistencia ambiental de este pesticida; la población de estos lugares ya tiene cierta predisposición genética a contraer cáncer de próstata; y en Francia continental prácticamente no se utilizó este pesticida porque las condiciones no permiten sembrar plátanos, así que los procesos de autorización y prohibición nunca fueron un problema y esto pondría en duda si en verdad hubo un acto de discriminación. De esta manera, no es fácil simplemente culpar a los pesticidas del daño que puedan causar (o a alguien en particular, llámese productor, agricultor, político, etc.).

Como dije más arriba, los pesticidas tienen implicaciones a corto, mediano y largo plazo, ya sea a nivel ambiental, de salud o social. No obstante, si en algo estamos de acuerdo es que su uso excesivo conlleva a un desgaste ambiental más acelerado del natural e implica estar expuestos a ciertos riesgos sanitarios, lo cual nos perjudicará a todos tarde o temprano (Turk et al., 1972). Pero para formular alternativas más sostenibles se requiere tomar en cuenta todos los factores que ya mencioné, y no sólo el hecho de que estas sean más amigables con el medio ambiente. Es cierto que la vida de los animales afectados y nuestra salud importan, pero también importa la vida diaria de quienes trabajan con estos productos. Prohibirlos tajantemente implicaría dejar sin trabajo a miles de personas y poner en aprietos a los agricultores que tendrían que seguir lidiando con las plagas que afectan sus huertas.

Cuando le pregunté a Le Déaut sobre las posibles alternativas al uso de pesticidas, me respondió que consideraba importante crear espacios de encuentro en los cuales personas de distintas áreas hablaran sobre el tema para crear soluciones. Esta respuesta me hizo mucho sentido, pues si bien los científicos juegan un papel importante, los involucrados en el tema de los pesticidas provienen de ámbitos muy distintos. No sólo hay biólogos, ecólogos, químicos, médicos y sociólogos trabajando, también hay políticos, activistas, abogados, agricultores, ingenieros, empresarios, periodistas y más personas que intentan contribuir a algún aspecto del asunto en cuestión. Cada uno ve el problema desde un punto de vista y con recursos distintos, y por ende considero (al igual de Le Déaut) que el diálogo y la transparencia son factores clave al hablar de alternativas sostenibles al uso de pesticidas.

Así pues, en resumen, lo que quiero decir en este texto es que la formulación de alternativas sostenibles al uso de pesticidas no puede ser una mera reacción generalizada a partir de los casos en los que estos han causado algún tipo de daño. Por el contrario, la sostenibilidad en este campo requiere de la consideración de a) la diversidad de tipos de pesticidas y sus especificidades, b) los niveles ambiental, sanitario y social del tema, y c) de sus impactos a corto, mediano y largo plazo. Dada esta complejidad, haríamos bien en escuchar el mayor número de voces posible al respecto, y de ahí la idea de crear espacios de diálogo transparente.

Notas

[1] Para este texto consideraremos que un pesticida es un producto químico formulado para combatir organismos nocivos para cualquier plantío o producto agrícola.

[2] La economía de ambas islas depende en buena parte de la producción de este fruto.

Referencias

Arellano-Aguilar, O., & Rendón von Osten, J. (2016). La huella de los plaguicidas en México. Greenpeace México. https://www.greenpeace.org/static/planet4-mexico-stateless/2018/11/30b49459-30b49459-plaguicidas_en_agua_ok_em.pdf

Multigner, L., Kadhel, P., Rouget, F., Blanchet, P., & Cordier, S. (2016). Chlordecone exposure and adverse effects in French West Indies populations. Environmental Science and Pollution Research, 23(1), 3–8. https://doi.org/10.1007/s11356-015-4621-5.

Procaccia, C., & Le Déaut, J.-Y. (2009). Impacts de l’utilisation de la chlordécone et des pesticides aux Antilles: Bilan et perspectives d’évolution. https://www.senat.fr/rap/r08-487/r08-487_mono.html

Turk, A., Turk, J., & Wittes, J. T. (1972). Ecology, pollution, environment (3. print). Saunders.

Vergès, F. (2016, December 21). Bananas: Racism, Sex, and Capitalism. THE FUNAMBULIST MAGAZINE. https://thefunambulist.net/magazine/06-object-politics/bananas-racism-sex-capitalism-francoise-verges.

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