De la pandemia sanitaria a la pandemia social: desigualdad, vulnerabilidad y violencia en tiempos de Covid-19

De la pandemia sanitaria a la pandemia social

Introducción

El jueves 27 de febrero de 2020 se dio a conocer en México a través de los medios televisivos el inicio de lo que semanas y meses más tarde se convertiría en una pesadilla nacional. Un día después, el hecho era confirmado: “En el INER, paciente da positivo”[1] se leía en el periódico La Jornada. Desde entonces, la experiencia nacional a causa de la pandemia por SARS-CoV-2, conocida comúnmente como Covid-19, ha marcado profundamente el horizonte de nuestras vidas en prácticamente todas sus dimensiones.

Desde una “estética” del uso del cubrebocas, por no mencionar los creativos y representativos diseños que vemos en las calles hechos bajo la lógica de “hágalo usted mismo”; hasta la denominada “Jornada Nacional de Sana Distancia”, pasando por la histriónica escasez de papel sanitario en los supermercados, la experiencia del Covid-19 nos ha obligado a replantear nuestras dinámicas de relación social, laboral, comercial e incluso familiar. Sin duda, la experiencia del Covid-19 representará un antes y después en la configuración y estructuración de nuestra vida individual y social.

Lo que inició como una pandemia sanitaria el 10 de diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, en China, en nuestro país pasó a convertirse en una pandemia social que profundizaría lo que era ya latente de nuestra realidad nacional: la desigualdad y vulnerabilidad de grandes sectores sociales de la población mexicana.

Desigualdad en tiempos de Covid-19

El Covid-19 ha representado muerte y dolor para miles de víctimas y familias mexicanas, pero también ha mostrado la fragilidad de nuestras instituciones sociales de salud, así como la debilidad del mercado laboral y la economía nacional. El coronavirus no sólo ataca la salud de las personas, ataca y destruye trabajos, comercios, mercados; transgrede la tranquilidad, trastorna el sueño y altera nuestra realidad. En efecto, la pandemia por Covid-19 no sólo trae consigo consecuencias sanitarias y de salud pública, sino también consecuencias sociales que recrudecen algunos de los males presentes en nuestra sociedad; a la vez, hace visibles otros problemas que en tiempos pasados hubieran permanecido ajenos a la mirada pública.

La desigualdad social en México, característica histórica de nuestra nación según afirma el economista Rolando Cordera[2], ha obligado a que miles de personas vivan la época del confinamiento por el Covid-19 en un clima de incertidumbre, riesgo y vulnerabilidad, pues en un país como el nuestro “quedarse en casa” no es un imperativo que todos los mexicanos puedan atender. La realidad es que la experiencia del confinamiento y el distanciamiento social cobran en México un carácter de “privilegio de clase” y no una medida de seguridad de la que todos puedan participar sin perjuicio de sus ingresos y de la cobertura de sus necesidades básicas.

El panorama es lamentable, pues en diversos medios informativos hemos sabido que miles de personas tienen que salir a las calles a trabajar porque “viven al día” y no cuentan con un ingreso formal ni mucho menos con un fondo de ahorro que les permita sobrellevar esta situación. En su edición electrónica del lunes 23 de marzo de 2020, el periódico Expansión publica en su sección de economía que “para los mexicanos que viven al día, la cuarentena es un ‘lujo’”[3], un lujo que 15 millones 281 mil mexicanos contabilizados en el sector informal, según el INEGI, no se pueden dar. La cuarentena ha sido para muchas personas sinónimo de una desesperada lucha para sobrevivir y no una medida de seguridad pública sanitaria. Resguardarse en casa no es opción para gran parte del sector laboral en México, la opción es ―si se le puede llamar opción― salir a trabajar, arriesgar la vida por vivir al día aun cuando el hashtag de moda sea “Quédate en casa”.

Privilegio de clase para algunos, desesperada lucha por subsistir para otros, el panorama es que para el grueso de la población mexicana el enemigo no sólo es el Coronavirus, sino también los estragos económicos y sociales que deja tras de sí. El resultado es que la experiencia del Covid-19 en México representará una profundización de las causas y males de la desigualdad social al tiempo que agudizará sus consecuencias, pues retomar nuestra vida cotidiana bajo la panorámica de la “nueva normalidad” significará para muchos una nueva batalla contra la precariedad laboral, la inestabilidad económica familiar y nacional, y contra la incertidumbre y vulnerabilidad social.

Vulnerabilidad en tiempos de Covid-19        

Si bien es cierto que una pandemia como la del Covid-19 no distingue entre clases sociales, países, culturas o fronteras geográficas, también es cierto que para los sectores de mayor desigualdad social de nuestro país librar una situación como la pandemia sanitaria implicará dejar mayor campo de acción a la vulnerabilidad, el riesgo y la suerte. Tales son, pues, los efectos de la desigualdad social: ponen en una situación de vulnerabilidad y riesgo a quienes por su fortuna, herencia o “incapacidad” carecen de los medios necesarios para garantizar un mínimo de seguridad y bienestar contra el peligro y la incertidumbre, situación que convierte a estos sectores desfavorecidos de la sociedad en “daños colaterales” de la pandemia.

Como afirma Zigmunt Bauman (2012):

La posibilidad de convertirse en “víctima colateral” de cualquier emprendimiento humano, por noble que se declare su propósito, y de cualquier catástrofe “natural”, por muy ciega que sea a la división en clases, es hoy una de las dimensiones más drásticas e impactantes de la desigualdad social.

Daños colaterales. Desigualdades sociales en la era global. (p. 12). 

La desigualdad social arraigada en nuestra marca histórica como nación se ha hecho latente día a día desde el inicio de la cuarentena y como “víctimas colaterales” de su paso por México no sólo están los trabajadores del sector informal, aquellos quienes carecen de un sueldo fijo y viven al día; sino también los trabajadores formales a quienes se les ofreció, a manera de invitación, una “ausencia laboral temporal sin goce de sueldo” como parte del plan financiero de algunas de las compañías símbolo de nuestra cultura capitalista y de consumo.[4]

A su paso por México, la pandemia por Covid-19 ha obligado a cientos de comercios familiares y locales a cerrar y permanecer a la espera de que la situación mejore. Pero los estragos del Covid-19 en nuestro país no sólo se han hecho visibles en la esfera económica y comercial, pues la implementación de las clases virtuales o en línea, a raíz del cierre de escuelas de distintos niveles de educación a lo largo del país, hizo palpable otros de los efectos de la desigualdad social en México y es que el acceso a las plataformas virtuales de enseñanza no es una oportunidad a la que cualquier estudiante, a lo largo y ancho del país, pueda acceder. Ya sea por la falta de un dispositivo electrónico como una tableta, computadora portátil o incluso un smartphone; o por la falta de conexión y acceso a Internet, o incluso por la inexperiencia y falta de habilidades en el manejo de plataformas virtuales, el hecho es que el giro que dio la manera en que se imparte la educación en México en tiempo del Covid-19, ha representado una verdadera odisea tanto para padres de familia, profesores y directivos, por no olvidar a los actores principales, los alumnos.

Como víctimas colaterales del Coronavirus en México, las y los estudiantes de los diversos niveles académicos, así como el personal docente y directivos de las escuelas, deberán lidiar con los efectos que las desigualdades sociales traduzcan en desigualdades de aprendizaje y competitividad escolar. Diversos especialistas ya apuntan que pasada la pandemia el reto será avanzar y compensar el rezago educativo en los diferentes niveles de educación básica, media superior y superior.[5]

De esta manera, la experiencia del Covid-19 en México nos permite ver que como sociedad vivimos bajo un horizonte de vulnerabilidad, incertidumbre y riesgo, donde el miedo y la angustia de morir contagiados en un hospital, además de un clima de proliferación de opiniones, rumores, teorías conspiracionales y las denominadas fake news,han sido el caldo de cultivo de la manifestación de diversas formas de violencia que no hacen más que volcar en la desesperación y el terror, los sectores más vulnerables de nuestra población.

Como muestra de lo anterior, podemos observar los ataques que sufrieron diversos miembros del personal médico y de la salud, quienes han sido agredidos por transeúntes o vecinos que les rociaron cloro y hasta llegaron a destruir sus patrimonios materiales. “Nosotros podemos salvar sus vidas. Ayúdennos por favor a cuidarlos y para eso necesitamos que ustedes nos cuiden”[6], clamaba en televisión la Jefa de la División de Programas de Enfermería del IMSS, Fabiana Zepeda, mejor conocida como la “Jefa Fabiana”.     

Lo preocupante de esta situación es el nivel de descomposición y fragmentación social que lamentablemente vive nuestro país, pues el miedo y la desesperación, sumados a la ignorancia y el odio, han sido los denominadores que han figurado en el comportamiento de la mayoría de quienes atentan contra la seguridad e integridad de las víctimas colaterales del sector salud.

Violencia en tiempos de Covid-19      

La violencia, expresión radical del odio y la fragmentación humana y social, no permanece ajena en tiempos en los que el Covid-19 resulta ser el enemigo común; antes bien, en tiempos de la pandemia el virus es el enemigo soberano, pero como individuos de la sociedad vivimos con otros enemigos potenciales, nosotros mismos. La violencia hacia los demás, los que están alrededor de mí, se funda en la sospecha y ésta, en el miedo de que sea el otro quien me contagie; de ahí la fuerza de una violencia que se manifiesta como un mecanismo de defensa que, de uno u otro modo, busca atacar al “enemigo” antes de que él ataque.

El Covid-19 nos ha cimbrado en un clima de incertidumbre, sospecha y temor, todas ellas condiciones para que germine el instinto primitivo de supervivencia bajo cualquier medio y recurso, siendo la violencia, la destrucción del potencial peligro destructor, un recurso del que cualquiera puede echar mano.

 Vivimos en una sociedad desigual, una sociedad donde unos pocos tienen mucho; mientras muchos, por no decir demasiados, tienen poco. Tener poco incrementa la posibilidad de riesgos e infortunios y en los últimos meses hemos visto cómo esta tesis se confirma. Vivimos en una sociedad en la que, citando a Ulrich Beck (1998), “la producción social de la riqueza va acompañada sistemáticamente por la producción social de riesgos” (p. 25); riesgos que en última instancia recaen sobre los individuos, sobre las personas que tienen que asumir el riesgo como consecuencia de su actividad, inactividad o infortunio. La sociedad del riesgo supone que las personas asuman las fatalidades de sus decisiones como riesgos individualizados, por ello “los hombres deben entender su vida, desde ahora en adelante, como estando sometida a los más variados tipos de riesgos, los cuales tienen un alcance personal y global” (Beck, 1996, p. 205). 

Así, el Covid-19 nos mostró que, en efecto, vivimos en una sociedad del riesgo, donde la fatalidad de ser contagiados resulta del infortunio individualizado de ponderar los propios riesgos e incertidumbres a causa de vivir en la inseguridad. ¿Qué podemos esperar después de que pase la pandemia? ¿Qué podemos aprender, tanto a nivel personal como social, de la pandemia sanitaria? ¿En verdad, hay algo que aprender o sólo podemos confirmar la fatalidad de que vivimos entre el riesgo y el peligro inherente en una sociedad y Estado en el que nada podemos asegurar?

Conclusión

La pandemia nos vino a dar una lección: somos seres frágiles porque estamos ante la fragilidad de una sociedad del riesgo, el peligro y la incertidumbre. Vivimos ante la expectativa y la sorpresa, el miedo y la inseguridad de que somos incapaces de forjar un futuro seguro. El lunes 23 de marzo de 2020 el Coronavirus se coronó como el soberano de nuestras vidas, incluso como soberano del Estado y la nación. Develó la fragilidad de nuestros derechos laborales, la incapacidad de nuestro sistema social de salud pública, la brecha entre las generaciones digitales y las tradicionales en la educación, el temor de estar solos y morir solos y con ello, el recelo violento por la propia vida.

Aún falta sobrevivir a las consecuencias de esta cuarentena, regresar a la “nueva normalidad” y adaptarnos a una nueva vida, aunque para muchos resulte más bien una “selección” más que una adaptación. ¿Cuánto tiempo nos tomará volvernos a sentir “seguros”? Pasada la contingencia, ¿cuántas víctimas colaterales se sumarán al recuento de los daños? ¿Cuáles serán las secuelas de la pandemia?

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el Covid-19 acentuará la pobreza en México y con ello ampliará las filas de la desigualdad social:

La Cepal estima que en México se dará el mayor incremento de pobreza extrema –personas que no pueden cumplir con al menos la mitad de sus necesidades básicas–, con un alza de 4.8 por ciento, y será el segundo mayor en pobreza –sólo detrás de Argentina–, con un aumento de 5.9. Así, para el cierre de 2020 se considera que 47.8 de cada 100 mexicanos serán pobres y 15.9 de cada 100 se encontrarán en pobreza extrema. Con dichos indicadores el país estaría al frente de la ampliación de la desigualdad, plantea el tercer reporte de una serie que prepara el organismo para seguir los efectos de la pandemia en América Latina.[7]

Sin duda alguna el Covid-19 nos ha afectado a todos y en casi todas las dimensiones de nuestras vidas, por lo que volver a la “nueva normalidad” implicará aprender e interiorizar nuevas formas de sociabilización. Si bien el Coronavirus nos presentó un panorama desolador y crudo de nuestra realidad social, también es cierto que de ello podemos reflexionar sobre el sentido e importancia de integrar la solidaridad, la empatía, el apoyo mutuo y el cuidado de sí y de los demás como actitudes morales de una nueva normalidad social.

Preocuparse y cuidar de los demás, de los otros, a partir del cuidado de sí es un acto de solidaridad humana y fraternidad cívica; apoyar a los negocios locales, refrendar los lazos comunitarios con los vecinos o reencontrarse con la familia representan oportunidades que nos invitan a la reflexión social y moral sobre nuestro sentido como seres humanos y sociales. Seres que vivimos en coexistencia y codependencia de los demás para poder vivir.

Bibliografía

Beck, U. (1986). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona: Paidós.

Bauman, Z. (2012). Daños colaterales. Desigualdades sociales en la era global. México: FCE.

Beriain, J. (Comp.) (1996). Las consecuencias perversas de la modernidad. Modernidad, contingencia y riesgo. Barcelona: Anthropos.

Cordera, R. (2017). La perenne desigualdad. México: FCE.


Notas y referencias

[1] CRUZ, A. (28 de febrero de 2020). En el INER, paciente da positivo. La Jornada. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/2020/02/28/politica/004n4pol

[2] CORDERA, R. (2017). La perenne desigualdad. México: FCE.

[3] PATIÑO, D. (23 de marzo de 2020). Para los mexicanos que viven al día, la cuarentena es un lujo. Expansión. Recuperado de https://expansion.mx/economia/2020/03/23/mexicanos-viven-al-dia-mas-vulnerables-coronavirus

[4] (20 de marzo de 2020). Starbucks y Vips ofrecen salida temporal a empleados sin goce de sueldo por coronavirus. Recuperado de  https://www.forbes.com.mx/starbucks-vips-sin-goce-sueldo-empleados-30-dias-coronavirus-covid-19/

[5] VELÁZQUEZ, M. (12 de abril de 2020). Alertan sobre rezago educativo por contingencia sanitaria. El Economista. Recuperado de  https://www.eleconomista.com.mx/politica/Alertan-sobre-rezago-educativo-por-contingencia-sanitaria-20200412-0058.html

[6] (13 de mayo de 2020). Este fue el mensaje con el que la “Jefa Fabiana” reclamó respeto. El Universal. Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx/nacion/coronavirus-este-fue-el-mensaje-con-el-que-la-jefa-fabiana-reclamo-respeto

[7] Villanueva. D. (2020, 13 de mayo). “Acentuará el Covid-19 la pobreza en México”: Cepal. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2020/05/13/acentuara-el-covid-19-la-pobreza-en-mexico-cepal-1888.html

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