Ricardo Delgado Nogales, medallista de oro en 1968

Entrevista a Ricardo Delgado

El boxeo es el deporte que más medallas ha dado a nuestro país. Hasta el momento, México tiene doce preseas logradas por los púgiles nacionales, de las cuales, dos son de oro.

El primer boxeador que ganó la tan anhelada presea dorada fue Ricardo Delgado Nogales en los Juegos Olímpicos de 1968, realizados en México. “El Medalla de Oro”, como lo llamaron los diarios de la época, pertenece al selecto grupo de los doce medallistas áureos de nuestro país.

Te presentamos esta entrevista exclusiva con este orgullo de nuestra historia deportiva olímpica, quien actualmente reside en Cancún, y nos cuenta cómo, para cultivar el cuerpo, se requiere disciplina y mucha dedicación.

Ricardo Delgado Nogales, 1968.

Usted es uno de los escasos deportistas ganadores del oro olímpico, en México. ¿Por qué piensa usted que los mexicanos nos olvidamos de nuestros medallistas?

Yo creo que se debe a la historia deportiva de México. Está en relación con la mentalidad de las autoridades que no aprovechan a los medallistas, desaprovechan la experiencia que tenemos y que podemos transmitir a los jóvenes deportistas. Aquí estamos a la orden, pero las autoridades no voltean para acá. Al contrario, traen entrenadores de otros países y no apoyan a los boxeadores con lo necesario, aunque esto pasa en todos los deportes por igual.

¿Cómo se inició en el boxeo?

Yo empecé muy joven, como cualquier boxeador, a entrenar y a pelear, a dedicarle todo el tiempo al deporte, sin vicios, sin nada de nada que me perjudicara. Entonces, comencé a practicar el boxeo y a ejercitar las facultades que tenía, con mucha dedicación. Hay muchos jóvenes con capacidades, pero que a veces no son detectados por los entrenadores, mánagers o la gente del deporte, por eso se pierden esos talentos. Lo que se debe hacer en todos los estados y en México completo es buscar jóvenes con talento para cada deporte.

Ahora, hablando del boxeo, hay que proteger mucho a los jóvenes porque la mayoría de los que practicamos el box somos de clase media baja. Quienes comienzan, a veces no tienen estudios y son chavos con mucha capacidad, pero si se les da una oportunidad, pueden llegar a ser buenos boxeadores. Aquí en Cancún está el Joselito Velázquez que es campeón Panamericano, que hizo algo grande, que es de aquí de Cancún y no le han hecho una promoción debida. Y con todas las necesidades que tiene el boxeo en este lugar, aquí está un campeón Panamericano y además estuvo a un paso de llegar a los Juegos Olímpicos. Pero ojalá que con esto las autoridades apoyen más a este tipo de boxeadores, que son gente que desea sobresalir.

Durante toda mi carrera siempre fui muy sano, nada de cigarro, de alcohol o drogas; me dedicaba al deporte, iba a bailar, pero siempre a las nueve o nueve y media, ya estaba de regreso en mi casa. Todo eso me ayudó en mi carrera como boxeador, y hasta la fecha no tengo vicios, me dedico a ayudar a personas que quieren aprender a boxear acá en Cancún.

Usted fue el primer boxeador que ganó una medalla de oro olímpica para México en esta disciplina, ¿qué sintió cuando estaba en el podio al escuchar el Himno Nacional en una Arena México repleta?

Bueno, fue una sensación muy fuerte, increíble, que ciertamente muy poca gente puede tener o sentir. Tanto fue que, en ese momento, psicológicamente hablando, mi mente se levantó mucho, se elevó cuando recibía la medalla, cuando escuchaba el Himno Nacional… y me empecé a elevar de verdad en mi mente. Ya cuando volteé a ver el podio no sabía ni para dónde ir, fue un momento de gran trascendencia para mí. Cuando caí en cuenta que le había dado una medalla de oro a México tuve una emoción fuera de serie, y siempre disfruto cuando lo recuerdo.

Esos juegos olímpicos fueron muy duros, como todos, pues siempre compite lo mejor de cada país. En diez días tuve cinco peleas y las cinco las gané 5-0, las gané limpiecitas. En la final con el polaco (Arthur Olech), los cinco jueces de los cinco continentes votaron por mí, así fue como gané la medalla para México. Eso es lo que recuerdo de ese momento.

En Ricardo Delgado tenemos el ejemplo de cómo la disciplina del cuerpo y de la mente llevan a una clase de trascendencia. El cuerpo, pues, no se escinde de la mente, y aquel ideal antiguo de “mente sana en cuerpo sano” no es tan lejano.

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