Sobre la novela: Tu rostro mañana. Fiebre y Lanza, de Javier Marías

Tu rostro mañana Javier Marías

En el año 2002 Javier Marías publicó el primero de tres volúmenes de la novela Tu rostro mañana, mismo que lleva por título Tu rostro mañana. I Fiebre y Lanza, el cual en su forma más general consta de dos partes (I. Fiebre y II. Lanza); éstas, a su vez, se dividen en capítulos, en los que sobresalen las largas parrafadas.

Aunque la narración se presenta en primera persona, no dejará de parecer extraño que esa voz, a ratos, se confunda con la del propio Marías. Así pues: un sujeto o la voz de un sujeto (juego que provoca el narrador, ya que puede tratarse del pensamiento de ese sujeto que se traduce en voz, un monólogo, como en una obra de teatro, o una voz fuera de cuadro como en una película –¿la memoria?–) piensa o reflexiona para sus adentros en un tema, por decir: la confianza.

La primera parte, Fiebre, crea cierto desconcierto porque afirma que: “uno no debería contar nunca nada”, pero se sostiene el volumen entre las manos y es curioso responderse “vaya forma de no querer contar nada”.

La Historia a través de la que se desenhebran otras historias, ya sea hacia el pasado o hacia el futuro, es la del intérprete Jacques Deza, quien se encuentra en Londres, donde primero trabaja para la BBC y, posteriormente, para una misteriosa agencia como especie de agente secreto en un trabajo que “consistía en escuchar y fijarme e interpretar y contar, en descifrar conductas, aptitudes, caracteres y escrúpulos, desapegos y convicciones”, es decir, interpretar, en tres palabras: historias, personas, vidas.

Conviene anotar que esta novela se emparenta con otra, Todas las almas, en la cual participa también Jacques Deza, aunque en esa novela el personaje vivió en Oxford. Y en su época oxoniense conoció a Toby Raylands, quien aparecerá como recuerdo en esta otra novela, pero sólo para conjugarse con otra figura, Peter Wheeler, uno de los personajes que le darán profundidad a la escasa acción.

Y es precisamente Peter Wheeler quien pondrá a funcionar la maquinaria de los acontecimientos, ya que, estando en su departamento una noche, Jacques Deza trata de comunicarse con su exesposa por teléfono a España; pero al no poder hacerlo, llama a Peter, quien lo invita a cenar “de aquí a dos sábados”, ya que recibirá a otros invitados y le interesa presentarlo con uno de sus amigos, Betram Tupra, con quien Deza trabajará en el futuro.

Desde la ventana de su departamento, Deza mira a su vecino bailar y seducir mujeres y se pierde en pensamientos. Luego, cuando sale de ese pensamiento ya es otro ambiente, el de la cena, en el cual se crea cierta expectativa de acción, de que algo va a ocurrir. Pero muy poco ocurre, salvo encontrarse con otros personajes: De la Garza, agregado cultural español; Bertram Tupra y su novia; Clare Bayes, personaje de Todas las almas.

Esta breve escena de la cena se interrumpe de inmediato por digresiones, en las cuales se abordarán historias secundarias o reflexiones por parte de los personajes (juicios sobre alguien o el punto de vista sobre algún tema como el amor, el tiempo o la propia identidad).

Así pues, durante la cena acontece todo con mesura, quizá algún exabrupto con De la Garza; empero, lo más trascendente es que se da el primer indicio sobre la cualidad o capacidad de Deza como intérprete de vidas que, como el acto de no-contar, será un leit motiv durante la narración.

Cuando concluye la cena y se marchan los convidados, Peter y Deza continúan con una charla más íntima, un rato más en las escaleras. Este tiempo se expande. Peter cuestiona a Jacques sobre una propuesta de trabajo que le fue hecha por Tupra; aunque lo que más le llama la atención y de lo que desea discutir Jacques es sobre una extraña alusión a un acontecimiento histórico que comentaron durante la cena, el cual se trata del asesinato de Andrés Nin durante la Guerra Civil Española.

La acción principal queda suspendida y marcha con el tiempo, por llamarlo de algún modo, real. Acuerdan, Peter y Jacques, continuar con la conversación la mañana siguiente que es domingo; no obstante, Deza permanece todavía un tiempo más en la biblioteca personal de Wheeler, ahondando sobre este acontecimiento histórico y un dato curioso que le revela aquél, tomado de From Russia with love de Ian Fleming, sobre el agente secreto del MI6, James Bond, quien fue interpretado en la versión cinematográfica por Sean Conery.

Un detalle de esta primera parte hace que la lectura también sea suspendida: se trata de una gota de sangre que descubre Deza en un peldaño de la escalera, con la cual se distrae y reflexiona sobre su significado, lo cual presupone para el lector cuestionarse sobre lo leído hasta entonces, lo cual es como una gota de la cual sólo queda una vaga forma: no el todo, sino la idea de un todo.

Con esto concluye la primera parte, a grandes rasgos. Pero, si en Fiebre se tuvo una larga espera sólo para una cena y algunos recortes del pasado; en la segunda parte, Lanza, se pondrá en juego una noción desestabilizadora: la de futuro, que no es sino la de Tiempo.

Ubicados en el acontecimiento previo, Jaques terminó de expurgar la historia española de agentes secretos, infamia y traición, y fue a acostarse. No obstante, como la acción es discontinua, hay un regressus ad futurum, a su actividad futura, la cual hasta antes de esa charla pendiente para el desayuno del domingo, no existe, pero existe ya al ser enunciada. Este episodio se adelanta en la secuencia de la lectura, si se toma en cuenta que en la continuidad de los acontecimientos se esperaba la charla del domingo.

Deza recuerda cómo una noche lluviosa caminaba de regreso a su departamento y escuchó, a la distancia, unas pisadas que le llamaron la atención. Esas pisadas lo acompañaron durante su trayectoria. Al voltear, no se percató de que lo seguían; continuó su marcha, pero no dejó de escuchar ese sonido de pasos hasta que se dio cuenta que detrás de él caminaba una mujer con un perro. De tal suerte que se crea una tensión, porque este adelanto saca al lector de su modo secuencial de lectura.

Sin embargo, la narración vuelve sobre sus cauces a aquel domingo por la mañana. Jacques se levantó tarde, por lo cual, cuando baja para desayunar se encuentra con que Peter ha terminado sus alimentos y sólo lo espera para retomar la charla de la noche. Continúan la conversación y se proponen disipar las dudas. Uno y otro intercalan la palabra para desentrañar paulatinamente aquellas cuestiones que se abordaron en la primera parte de la novela, así como algunos pormenores concernientes con Toby Rylands, es decir, con un pasado aún más remoto.

Y mientras se encuentran en la sobremesa, primero en careless talk, y después charlando sobre el pasado y la correlación entre Toby y Peter, un helicóptero sobrevuela a muy baja altura por la casa de Wheeler causando un pequeño y breve caos, esparciendo papeles y desarreglando la propia figura de los amigos.

Entonces, nuevamente la narración se desplaza hacia otro tiempo. Deza retoma el recuerdo de cómo fue que Toby lo evaluó en una especie de examen que consistió en observar una entrevista con un sujeto probablemente exmilitar, cuyo interés tenía relación con un supuesto plan para derrocar al gobierno venezolano. Al concluir la entrevista, se le hacen una serie de preguntas a Jacques y a partir de entonces comienza a trabajar para Tupra, en compañía de otras personas cuyo talento es similar al de Deza: la señorita Pérez Nuix y Rendel, el asistente personal de Tupra.

Conforme se avanza en la lectura, hay extrañeza en el modo en que se presentan los acontecimientos, porque de pronto se entremezcla el espacio y la temporalidad, transitando de una agradable tarde de domingo en casa de Wheeler hacia una noche de lluvia furtiva o hacia el pasado de Toby Raylands o a qué se dedicaba Wheeler.

Aquel domingo —“uno de aquellos domingos ‘desterrados del infinito’”, cita para sus adentros Jacques— permanece en la memoria del pasado y lo que queda es la lluvia y los pasos de una mujer acompañada de su perro, quienes caminan detrás de él. Jacques, ya instalado en su departamento, se asoma por la ventana y observa la plaza: ve a su vecino bailarín y busca a la mujer que venía detrás de él sin encontrar su rastro; entonces, cuando se siente a salvo, alguien toca el timbre. Y una voz que dice “Soy yo” pide que le abra la puerta. Y Jacques, que sólo conoce la voz que lo llama Jaime, le abre.

En esta novela de Javier Marías se propone una narrativa en la cual desestabiliza desde la noción de novela hasta la forma y el contenido, pero, y a pesar de todo, lo hace mediante juegos: propone algo, lo aborda, le da un rodeo, se olvida de ello, continúa y retoma. A veces se vale del recurso de pluralizar, en el sentido de inventarse una serie de diálogos con grandes escritores o personajes ficticios que resultan perennes. Es por ello que no resulta extraña la constante referencia que se hace a dos grandes de la literatura, como son Shakespeare y Cervantes. Este recurso demuestra una maestría admirable al tener presente y dejar en la memoria del lector el hilo conductor para abordar otro tiempo y otro espacio.

Es de llamar la atención que, en tan poco espacio narrativo y en un lapso breve, se crea para el lector un exceso de significado, al transitar por diferentes temas: comunismo, traición, nazis, Guerras, cine, literatura, amor, desconfianza, muerte, silencio, y, el cual considero es el gran tema: el tiempo.

Su discurso nos sitúa en un instante, en el cual se reflexiona. A partir de entonces, todo será desentrañar la trama compleja de este particular texto, al cual se ha llamado novela.

Este tiempo hace pensar en un gran tiempo que lo abarca todo, desde antes de esta novela, hasta un después. Pero también hay otros tiempos, lapsos, instantes: uno indeterminado en el que comienza la Historia; el de la historia amorosa de Luisa y Deza que se conoce fragmentaria y parcialmente; el encarcelamiento del padre de Deza a causa de una traición; el asesinato de su tío materno; la genealogía de Peter y Toby; el carácter desenfadado de la señorita Pérez Nuix; la historia de Andrés Nin durnate la Guerra Civil Española; el papel que desempeñó la carless talk durante la Segunda Guerra Mundial; la participación de algunos personajes en el servicio secreto británico MI5 y MI6, etcétera.

Al final, se podría tener una idea desfragmentada de la narración o narraciones y del tiempo desproporcional, pero sólo si se mira de reojo y no el conjunto; por lo tanto, hay que ver con una mirada larga que dure lo que dura la novela y volver a contarse la historia una y otra vez.

Trilogía: Tu rostro mañana, de Javier Marías

I. Fiebre y lanza

II. Baile y sueño

III. Veneno y sombra y adiós

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