El ojo de Sauron. Una alegoría de control estatal y enajenación

El ojo de Sauron reflexión sobre la enajenación y el control

Resumen: Breve reflexión sobre control estatal y enajenación. El ígneo ojo de Sauron es un símbolo del poder corrompido, enajenante, el cual representa el fin de la libertad.

El malévolo Sauron

Ayer te hablé de Sauron el Grande, el Señor Oscuro. Los rumores que has oído son ciertos. En efecto, ha aparecido nuevamente y luego de abandonar sus dominios en el Bosque Negro, ha vuelto a la antigua fortaleza en la Torre Oscura de Mordor. Hasta vosotros, los hobbits, habéis oído el nombre, como una sombra que merodea en las viejas historias. Siempre después de una derrota y una tregua, la Sombra toma una nueva forma y crece otra vez.  

J. R. R. Tolkien, La comunidad del anillo.

Guerra ha de haber mientras tengamos que defendernos de la maldad de un poder destructor que nos devoraría a todos; pero yo no amo la espada porque tiene filo, ni la flecha porque vuela, ni al guerrero porque ha ganado la gloria. Sólo amo lo que ellos defienden: la ciudad de los Hombres de Númenor; y quisiera que otros la amasen por sus recuerdos, por su antigüedad, por su belleza y por la sabiduría que hoy posee.

J. R. R. Tolkien, Las dos torres.

Y de este asunto conocéis todos bastante como para entender en qué situación estamos, así como Sauron. Si reconquista el Anillo, vuestro valor es vano, y la victoria de él será rápida y definitiva: tan definitiva que nadie puede saber si terminará alguna vez, mientras dure este mundo. Y si el Anillo es destruido, Sauron caerá; y tan baja será su caída que nadie puede saber si volverá a levantarse algún día.

J. R. R. Tolkien, El retorno del rey.

Flamígero y sin párpados, el ojo de Sauron se levanta sobre una torre desde la cual mira a la tierra media buscando incansablemente a sus enemigos. Desde ese elevado sitio, Sauron agrupa y acrecienta sus fuerzas, pero sobre todo intenta recuperar su contraparte más esencial, concentrada por él mismo como un fetiche de su poder: el anillo único, arrebatado de su dominio durante la batalla que elfos y hombres libraron en contra suya. –Mi precioso…– repite constantemente Gollum, víctima de la influencia de semejante objeto.

Esta alegoría del mal, sin embargo, se originó antes de la existencia de una torre. En los libros precedentes a El señor de los anillos, Sauron aparece como un personaje que toma distintas apariencias, con la capacidad de transformarse en lobo, hechicero o guerrero, y con el poder de dominar a los elementos de la naturaleza, a las mentes débiles, a las bestias e incluso a los espíritus.

Que se volviera un ojo en su última transformación, siendo ubicado en las alturas, envuelto en llamas, conlleva una simbología importante.

El ojo que todo lo mira

La figura del gran ojo que vigila ya se encontraba presente en el Antiguo Egipto, en Horus: dios que era simbolizado con el ojo de un halcón, el cual compelía a conducirte de manera moral, pues su poder le permitía vigilar a todos.

Siendo un renombrado filólogo y conocedor de las simbologías egipcia, latina y anglosajona, Tolkien se valió de elementos históricos como Horus para desarrollar una mitología destinada al Reino Unido, que incluye poemas, idiomas, épocas, geografías y hasta una astronomía propia.

Por otra parte, este autor también era bastante conservador y un devoto de la Iglesia católica romana, cuya simbología religiosa presenta la imagen de un ojo dentro de un triángulo elevado, en ocasiones entre nubes y rayos, conocido como el “ojo de la providencia” u “ojo de Dios”: figura del catolicismo que puede ser apreciada en las antiguas catedrales o, en su variación masónica posterior, en la cima de la pirámide ilustrada en los dólares estadounidenses.

De tal modo, el ojo que observa desde lo alto ha cumplido una función aceptada y considerada como positiva al interior de la sociedad, ya sea como garante de la moral o de la existencia de cierta estructura económica.

La corrupción del poder: el fin de la libertad

El elemento del mal que agrega Tolkien a la torre y al ojo, es el fuego. Sauron se escurre hasta lo más alto y se apodera del sitio destinado a una divinidad benigna, esparciendo llamas y muerte. Esto refleja la perspectiva del autor sobre el bien y el mal, pues Tolkien amaba los bosques y consideraba que la vida natural es lo más importante, mientras que la industrialización y la guerra eran para él lo peor de la existencia.

Otra perspectiva que expone de manera negativa al gran ojo que siempre vigila, es el “Big Brother” o “Hermano mayor”: figura creada por George Orwell para su novela: 1984. En el sentido en que lo plantea esta obra, el Hermano mayor te puede ver y controlar desde las cámaras de las calles, las miradas de los policías, los medios de comunicación, etc. Además, este peculiar personaje es contextualizado como el gran líder un régimen fascista, por lo cual le gusta que le rindan pleitesía.

Volviendo a El señor de los anillos, cabe recordar que el ojo de Sauron puede enfocar a su objetivo, sólo cuando alguien usa el anillo. Así, podría decirse que todos cuantos acariciamos nuestro teléfono somos observados por Sauron en el momento en que captamos la señal de internet, y qué poco nos falta para rendirle pleitesía y decir: mi precioso…

Bibliografía

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Naomi Klein. Esto lo cambia todo. Paidós.

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Naomi Klein. La doctrina del shock. Booket.

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Noam Chomsky. Quién domina el mundo. Ediciones B.

Giovanni Sartori. Homo Videns: La sociedad teledirigida. Taurus.

Michel Foucault. Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI.

Julian Assange. Cypherpunks: La libertad y el futuro de internet. Planeta.

Glenn Greenwald. Snowden. Sin un lugar donde esconderse. Ediciones B.

Vladimir Ilich Lenin. Imperialismo: La fase superior del capitalismo. Random House.

Sayak Valencia. Capitalismo gore. Control económico, violencia y narcopoder. Paidós.

Timothy Snyder. Sobre la tiranía. Veinte lecciones que aprender del siglo XX. Galaxia Gutemberg.

Rob Riemen. Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo para combatir esta era. Taurus.

David Leigh y Kuke Harding. WikiLeaks y Assange: Un relato trepidante sobre cómo se fraguó la mayor filtración de la historia. Deusto.

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