La mujer y el derecho a la educación

La mujer y el derecho a la educación. Malala

Resumen: A pesar de que la educación es un derecho básico, la mujer se encuentra en clara desventaja en el ámbito educativo. Hay 15 millones de niñas que no asisten a la escuela. Una de cada cinco niñas que ingresa a la primaria, no la termina; 569 millones de mujeres, no saben leer ni escribir. En este artículo son señalados diferentes factores que generan inequidad educativa.

Introducción

La mujer constituye un poco más de la mitad de la población mundial; sin embargo, las mujeres tienen pocas posibilidades de tomar decisiones en los ámbitos político, social, cultural y económico, y tampoco son tomadas en cuenta para la resolución de asuntos que se vinculan directamente con su salud, educación e intereses. Por esto, puede decirse que, en muchas regiones del mundo, las mujeres sólo existen como dato estadístico.

A pesar de los grandes avances y esfuerzos por defender y promover los derechos de la mujer, el mundo se encuentra todavía lejos de ofrecerle un trato digno. Por ello, algunas organizaciones como Manos Unidas han señalado que el 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer) es un día de denuncia, porque las mujeres aún, hoy en día, son víctimas de maltrato, discriminación, violencia e injusticia. La mujer continúa siendo vulnerable y dependiente, por lo cual no pueden cesar los reclamos de identidad, respeto, autonomía e igualdad de oportunidades para este sector de la población que sigue siendo invisible para muchas culturas.

Diferencia entre sexo y género

El sexo está determinado por la naturaleza y define las características biológicas que hacen de una persona un macho o una hembra, es decir, identifica las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. En cambio, el género es el conjunto de características sociales y culturales de lo femenino y lo masculino. Trata de comportamientos, valores, actitudes y sentimientos que la sociedad considera como propios de los varones o de las mujeres. Mientras que las diferencias de sexo son biológicas, las de género son principalmente culturales y transformables de acuerdo con el desarrollo específico de cada sociedad.

Comprender estos conceptos nos lleva a descubrir que las diferencias entre mujeres y hombres (a excepción de las diferencias anatómicas genitales, senos, vello, etc., y las funciones biológicas como: parir), se pueden cambiar, dejando así de lado la inequidad entre hombres y mujeres, ya que ésta no está determinada por la biología o la naturaleza.

Derechos de la mujer

Se entiende que para ser iguales debemos estar en las mismas condiciones. Sólo una vez alcanzadas las posibilidades de participar con igualdad en los ámbitos educativo, laboral, político, religioso y social, es posible ganar una plena autonomía. Es importante entender que igualdad no significa dar el mismo trato a hombres y mujeres. Por el contrario, debe reconocerse la existencia de condiciones e incluso de cuerpos diferentes, con necesidades distintas, para dar un trato especial a mujeres y hombres.

La lucha por los derechos de la mujer no es reciente, uno de los antecedentes de los derechos humanos es la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, en el marco de la Revolución Francesa. La Declaración tenía como propósito el reconocimiento de la igualdad jurídica y el establecimiento de derechos políticos y libertades públicas; sin embargo, la Declaración era sólo para hombres. En respuesta, las mujeres fundaron clubes revolucionarios y grupos para combatir la discriminación, y propusieron, en 1791, la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Ésta no fue aceptada y, por el contrario, muchas mujeres fueron perseguidas y sus autoras decapitadas.[1]

Durante los años sesenta las mujeres formaron nuevos movimientos de emancipación. Aparecieron la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer y la Conferencia de Derechos Humanos de Teherán, en donde se establecieron las bases para la construcción de los derechos sexuales y reproductivos, es decir, la determinación libre de la mujer en relación con el número de hijos que quiera tener y de los intervalos entre ellos.

La década de los setenta se caracterizó por la aparición de múltiples movimientos feministas. La primera Conferencia Mundial de la Mujer y el Foro Paralelo de las Organizaciones Feministas, llevados a cabo en México, en 1975, impulsaron los derechos reproductivos y la creación de Unifem (organismo especializado en la mujer, perteneciente a la ONU). Paralelamente, se creó el Tribunal Internacional sobre los Crímenes contra las Mujeres, una de las precursoras de la Corte Penal Internacional. En esta década también se adoptó el principal instrumento de protección a las mujeres, la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1979), en la cual se reconocen los derechos políticos, económicos, sociales y culturales de las mujeres.

Históricamente las mujeres han sido marginadas e incluso borradas de la historia oficial, y muchos de sus escritos y obras, destruidos. No obstante, algunas de sus huellas han logrado subsistir hasta nuestros días, a través de la obra de grandes mujeres como: Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Frida Kahlo, Françoise d’Eaubonne, Hannah Arendt y Juana de Asbaje, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, quien destacó no sólo por su literatura, sino también por su lucha en la búsqueda de educación. Juana de Asbaje vivió durante el siglo XVII y fue discriminada por el simple hecho de ser mujer, viéndose obligada a vestirse de hombre para poder ingresar a la escuela. Sin embargo, hoy en día, después de cuatro siglos de lucha, la mujer es aún discriminada y privada de educación, en muchas regiones del mundo.

Malala Yousafazai y su lucha por la educación

Malala Yousafzai (nacida en 1997), al igual que miles de mujeres, ha tenido que librar la misma batalla que Sor Juana (1648-1695) por el derecho a la educación. Nacida en Pakistán, se vio obligada por el régimen talibán a dejar la escuela. Los talibanes forzaron el cierre de las escuelas privadas y prohibieron la educación de las niñas entre 2003 y 2009. Firme activista y defensora de los derechos de la mujeres, sobre todo los educativos, Malala recibió varios disparos, de parte del grupo talibán, mientras se encontraba en el autobús escolar.

Además de denunciar al régimen talibán y defender sus derechos educativos y los de otras niñas pakistaníes, Malala es una activista, hoy de importancia mundial. En mayo de 2014, participó en una campaña para la liberación de un grupo de jóvenes nigerianas secuestradas mientras estudiaban, por un grupo islamita que rechaza la educación de la mujer.

El 10 de diciembre de 2014, la joven pakistaní recibió, al igual que Kailash Satyarthi, el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose históricamente, en la ganadora con menor edad de este premio. A partir de su nominación, Malala ha sido entrevistada por medios de todo el mundo, publicó el libro Yo soy Malala y ha pronunciado varios discursos en los que reitera su compromiso con las mujeres y sus derechos.

Vivimos como una familia de naciones, es necesario que cada miembro de esta familia reciba oportunidades iguales de crecimiento económico, social y especialmente educacional (…) Si un miembro se rezaga, el resto nunca podrá continuar hacia delante.

Malala Yousafzai, Discurso ante los miembros de la Commonwealth, 2014

Mujer: educación y empleo

Los desafíos de crecimiento, la creación de empleo y la inclusión de las mujeres en todos los sectores educativos y laborales están estrechamente relacionados. Si bien el crecimiento y la estabilidad son necesarios para ofrecer a las mujeres las oportunidades que necesitan, la participación de la mujer en el mercado de trabajo también es parte de la ecuación de crecimiento y estabilidad. Mejores oportunidades para las mujeres pueden significar un mayor desarrollo económico.

Las mujeres son discriminadas laboralmente y se encuentran en clara desventaja en lo económico, por lo que su autonomía se ve disminuida y sus capacidades mermadas. De acuerdo con datos de la UNICEF, las jóvenes tienen 3 veces menos probabilidad de trabajar que los hombres y un 35% de las mujeres trabajadoras (de 29 años o menos) dejará su empleo para dedicarse a cuidar a sus hijos o familia. Esta discriminación disminuye a la mujer como individuo y en un plano global a la humanidad, pues al quitarlas del campo laboral y económico se está eliminando prácticamente la mitad de la fuerza de trabajo, ingenio, creatividad y posibilidades de desarrollo. De acuerdo con los datos de la ONU, en el mundo, las mujeres constituyen el 70% de la población que sufre hambre y vive en condición de pobreza. La mujer tiene que esforzarse el doble o el triple que el hombre para poder obtener un trabajo igual, pero remunerado hasta 30% menos[2]. Si a esto se le suma que la mujer no tiene educación, le resultará casi imposible poder alcanzar una meta laboral que le permita adquirir independencia económica.

De los 195 Estados con reconocimiento internacional general, 128 países tienen leyes que tratan a hombres y mujeres de manera diferente, privándolas de derechos sexuales y reproductivos, económicos, educativos e incluso negándoles el derecho a la identidad.

En 18 países, los esposos pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen; en 39 países, las hijas y los hijos no tienen los mismos derechos hereditarios y 49 países carecen de leyes que protejan a las mujeres de la violencia en el hogar.

ONU Noticias, febrero de 2018.

De acuerdo con un comunicado emitido en 2018, por la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, 15 millones de niñas no asisten a la escuela, es decir, una tercera parte más en comparación con los niños. Una de cada cinco niñas que ingresa a la primaria, no la termina[3]; 569 millones de mujeres, no saben leer ni escribir[4]. En la mayoría de las regiones en desarrollo, las niñas tienen menos probabilidades que los niños de terminar sus estudios. Asia y África son los continentes con mayor brecha entre la educación de hombres y mujeres, pero existen muchos lugares, en vías de desarrollo, sobre todo en América Latina, donde los datos no son muy distintos.

Solo el 66% de los países han alcanzado la paridad de género en la educación primaria. En el nivel secundario, la brecha se amplía: el 45% de los países han alcanzado la paridad de género en la educación secundaria inferior y el 25% en la educación media superior.

UNICEF, consultado en julio de 2020

Las niñas y mujeres con menos educación son más vulnerables a sufrir violencia, contraer matrimonio durante la niñez y embarazarse antes de los 18 años (el embarazo en adolescentes y sus complicaciones representa la mayor causa de muerte en mujeres de 15 a 19 años de edad).[5]

De acuerdo a la agrupación Misiones Salesianas, más de 40 millones de niñas no acuden a la escuela y más de 500 millones de mujeres no saben leer ni escribir, por lo que «desconocen sus derechos y no pueden participar en la toma de decisiones de sus comunidades”.

En muchas culturas los padres se niegan a enviar a sus hijas a la escuela y en condiciones de pobreza prefieren que sean los hijos varones quienes acudan a ella, pues consideran que la hija podrá ser provista por su esposo, mientras que los hijos deberán hacerse cargo se su propia familia.

Aunque en los últimos años, la tasa de niñas que accede a la educación ha aumentado en casi todas las regiones del mundo, todavía existen muchas costumbres, prejuicios y hasta leyes que ponen en desventaja a las mujeres en dicha materia. La pobreza, la violencia de género, el matrimonio forzado, el embarazo en la adolescencia, la exigencia de realizar labores domésticos y de cuidado, entre otros, hacen que conforme avanzan los grados escolares, crezca la brecha entre la educación de la mujer y del hombre. Por si fuera poco, la pobreza y vulnerabilidad económica, generadas a raíz del surgimiento de la pandemia por COVID-19, provocará un retroceso en los avances en materia de educación y derechos humanos, afectando principalmente a niñas y mujeres, las cuales, debido a lo ya expuesto, tendrán menos oportunidades de recibir educación y alcanzar la independencia económica.

Mujeres, educación y COVID-19

La pobreza y vulnerabilidad económica, generadas a raíz del surgimiento de la pandemia por covid-19, provocarán un retroceso en los avances en materia de educación y derechos humanos, afectando principalmente a niñas y mujeres, las cuales tendrán menos oportunidades de recibir educación y alcanzar la independencia económica. 

De acuerdo con el informe Covid-19 impact on girls, emitido en mayo de 2020, los niños en países de bajos y medianos ingresos, tienen 1.5 veces más probabilidades de poseer un celular, que las niñas; además, tienen 1.8 veces más probabilidades de tener un teléfono inteligente con acceso a Internet. Además, según la UNESCO y el PNUD, incluso en los casos en los que las niñas y mujeres cuentan con conectividad y herramientas digitales, cuentan con menos habilidades tecnológicas, lo cual es una barrera importante para que utilicen el internet. Estas diferencias hacen evidente la desigualdad que viven las niñas, las adolescentes y las mujeres adultas, las cuales se enfrenan a una mayor dificultad que los varones para continuar su educación a través de medios digitales. 

El aumento de la pobreza y las recesiones económicas incrementan el riesgo de las niñas y mujeres de caer en redes de trata, explotación sexual, laboral y otras practicas nocivas. La violencia doméstica y sexual también tuvieron un aumento considerable durante los meses de confinamiento, siendo las mujeres las que más han padecido, al verse forzadas a permanecer en casa con sus agresores. 

Se estima que, por cada 3 meses que continúe el confinamiento, habrá 15 millones de casos adicionales de violencia de género.

Naciones Unidas (2020)

En algunos países, como México, las escuelas estuvieron cerradas por meses, lo cual afectó a millones de estudiantes; sin embargo, los sectores de la población más pobres son lo que más resintieron la situación. Las familias de escasos recursos tienden a dar preferencias a sus hijos que a sus hijas para continuar su educación, por lo que tras la pandemia las chicas tendrán menos oportunidades de retomar sus estudios, y las que logren regresar desertarán en mayor medida que los chicos. 

La cultura machista también dificulta la educación de las niñas y mujeres (jóvenes o adultas), ya que al permanecer en casa son obligadas a realizar una mayor carga de quehaceres domésticos y de cuidado que los hombres, con lo que sus horas de estudio disminuyen o se ven completamente clausuradas. 

Las niñas enfrentan una carga desigual de cuidado no remunerado y trabajo doméstico, que aumentará a medida que se mantengan en casa. 

Plan internacional, Informe: Covid-19 impact on girls.

Ante esta lamentable realidad, varios organismos internacionales y sociedades civiles han alertado a los gobiernos, alentándolos a crear leyes que protejan a las niñas y mujeres; sin embargo, muchos Estados han pasado por alto estas necesidades, por lo que, como sociedad, debemos ejercer mayor presión para exigir cambios en materia de género y tratar de transmitir valores de respeto y equidad a las nuevas generaciones con el fin de terminar con el ciclo de perpetración del machismo y la desigualdad. 

Conclusión

Aunque las estadísticas muestran que cada día más mujeres terminan estudios universitarios, sus alternativas laborales siguen siendo limitadas por la discriminación de género y los roles sociales que están obligadas a cumplir. Por si fuera poco, la reciente crisis sanitaria está poniendo en riego los avances en materia educativa y de derechos humanos, sobre todo para las mujeres.

A pesar de las dificultades, no debemos darnos por vencidas en la lucha por nuestros derechos. La autonomía económica da la pauta a otros tipos de independencia y empoderamiento para la toma de decisiones, tales como el libre ejercicio de la ciudadanía, la participación política y el pleno acceso al goce de los derechos humanos; por ello, es menester que la mujer tenga acceso a la educación, para que conozca sus derechos y sea capaz de exigirlos, para que tenga una preparación adecuada para enfrentarse al mundo laboral y no dependa de otras personas para hacerse escuchar y ser respetada.

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Notas

[1] Manual para promotoras y promotores de derechos humanos. Derechos de la Mujer. México, CDHDF, 2003.

[2] Instituto Mexicano de Estadística y Geografía, México. “Mujeres y Hombres en México 2013”. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. México: INEGI c2014

[3] UNICEF: Estado Mundial de la Infancia. 2007

[4] «En lucha. Las mujeres y sus derechos» de Nikkita Van Der Gaag. 2005

[5] Voice and Agency: Empowering Women and Girls for Shared Prosperity

Bibliografía

Barbieri, Teresita, “Los ámbitos de acción de las mujeres” en Revista Mexicana de Sociología, México, 2012. Pág. 203 – 222

Carbonell, Miguel, Sandra Moguel y Carla Pérez (2012). Derecho internacional de los derechos humanos. Textos básicos, México: Porrúa/Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

CNN México. Las 17 frases de Malala Yousafzai, la nobel de 17 años. en: http://mexico.cnn.com/mundo/2014/10/10/17-frases-de-malala-yousafzai-la-nobel-voz-de-la-educacion

Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México, DF. Primera edición: octubre de 2012, en: www.conapred.org.mx

DOF: 30/08/2013. Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres PROIGUALDAD 2013-2018. en http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5312418&fecha=30/08/2013

Katrin, Elborgh-Woytek, et alt. “Las mujeres, el trabajo y la economía: Beneficios macroeconómicos de la equidad de género.” Septiembre de 2013, Fondo Monetario Internacional, en: https://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/sdn/2013/sdn1310s.pdf

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