Baudrillard: teoría de la hiperrealidad

Baudrillard teoría de hiperrealidad

Hiperrealidad y simulacro

El concepto de hiperrealidad de Jean Baudrillard está estrechamente relacionado con su idea de simulacro. El mundo contemporáneo es un simulacro, donde la realidad ha sido reemplazada por imágenes falsas, a tal punto que no se puede distinguir entre lo real y lo irreal. La hiperrealidad difiere de otras realidades en que la división entre realidad e imaginario desaparece. La representación es más importante que lo que se está representando.

En la hiperrealidad, los simuladores buscan hacer que toda la realidad coincida con sus modelos de simulación. El resultado es que lo real ya no es real. Los ejemplos de la vida contemporánea incluyen la creación y el cambio de personalidad en las salas de chat y los canales de noticias que nos bombardean con información. Baudrillard señala que la «realidad» de la Guerra del Golfo (1990-91) se presentó al mundo en términos de representaciones de los medios.

Para Baudrillard, este conflicto bélico está enmarcado dentro del contexto teórico de lo hiperreal y sostiene que la guerra fue un evento mediático cuidadosamente escrito. El sistema está obsesionado por una constante sensación de crisis. El sistema presenta -en dosis homeopáticas- la crisis como espectáculo. Por lo tanto, no explota.

Cultura de masas y medios

La cultura de masas, según Baudrillard, es un conjunto de signos ritualizados de cultura, sin contenido real. Las cosas se presentan de tal manera que la superficie borra y cubre cualquier profundidad posible. El sistema resultante depende del mantenimiento duradero de un régimen de control. La información devora sus propios contenidos, transformando lo real en lo hiperreal. El sistema no produce nada más que vértigo y fascinación. Valores como responsabilidad, justicia y violencia continúan circulando solo como simulaciones impuestas por el Estado.

Los medios tienen un lugar especial en la implosión del significado. En particular, crean una presión de información excesiva. Esto lleva a la desestructuración de lo social, pero al mismo tiempo, los medios alientan una sensación de seguridad. Incluso cuando presentan violencia o desastres, el hecho de no «estar allí» mientras se observa, refuerza la seguridad. A través de los medios, nunca alcanzamos el evento real, sino solo su suplente informativo, que está abierto a una interminable interpretación.

En la era de lo hiperreal, la imagen/simulación domina. El simulacro impregna todos los niveles de existencia. El significado ya no puede ser anclado en lugares específicos. Circula a mayor velocidad, sin ningún referente o garantía. Para Baudrillard, el sistema ha llegado a su culminación. La creciente densidad de simulaciones lo está destruyendo. La implosión surge de la destrucción del significado y el efecto de la realidad debido a la precesión de los simulacros.

La función principal de los cambios es actualizar y preservar el sistema. En última instancia, el sistema solo busca preservarse a sí mismo. El fin último de la política, oculto por el discurso democrático, es mantener el control de la población por todos los medios necesarios, incluido el terror. En el régimen actual de simulación, las realidades sociales se generan a partir de los signos y modelos que las preceden.

Baudrillard argumenta que el poder ya no produce más que los signos de su parecido, la aparición del poder. Esta crisis de la ley es la condición para una transición particular. La ley es reemplazada por la norma. El poder intenta defenderse contra el colapso del significado reinyectando lo real y lo referencial en todas partes.

Las personas son «retroalimentadas» a través de una totalidad simulada, que surge de los signos que demandan complicidad cultural en lugar de transmitir un contenido de significado. Los programas de noticias tratan toda la información como intercambiable, reduciendo todo a un espectáculo. Como resultado, los medios hablan principalmente de sí mismos. La función real de los medios es transmitir la perspectiva general de reducir todo a los signos.

Los desastres pasados y presentes se neutralizan en una simple respuesta emocional. Todos los criterios humanistas de valor, desde la moralidad hasta la verdad y la estética, desaparecen, porque el código descansa en la indiferencia y la neutralización. Estamos viviendo un colapso de significado. Por lo tanto, el sujeto responsable se encuentra en una situación similar de crisis.

Bibliografía recomendada

Si te interesa saber más sobre este tema y la filosofía de Baudrillard, te recomendamos los siguientes libros:

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