La lucha de clases y lo político. El antagonismo social en las teorías de Karl Marx y Carl Schmitt

La lucha de clases y lo político

Resumen: En este artículo es analizado el concepto lucha de clases, elaborado por Karl Marx, comparándolo con el concepto lo político, de la teoría de Carl Schmitt. ¿En qué medida el concepto de lucha de clases influencia al concepto de lo político? La hipótesis que será explorada es que, además del hecho de que los dos explican el origen y el desarrollo de los antagonismos sociales, los dos conceptos están alejados uno del otro.

La lucha de clases y lo político

Entre los conceptos fundamentales del marxismo está la lucha de clases. Esta lucha sirve para explicar el cambio social así como de dónde vienen los conflictos grandes (los que son visibles a escala de sociedad)[1]. Marx encontró que en el sistema de organización en el que vivía, así como en los sistemas del pasado, había contradicciones intrínsecas, que provenían de su propia definición como sistema. En concreto, encontró que había antagonismos de clases que no habían sido resueltos[2]. Así, escribió frases como “un pueblo que subyuga a otro pueblo forja sus propias cadenas”[3] o

al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre que produce y se apropia lo producido. Y a la par que avanza, se cava su fosa y cría a sus propios enterradores. Su muerte y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables.[4]

El autor de El capital sugirió que el destino de las sociedades era inevitable y estaba escrito. Es decir, la caída del sistema capitalista era inminente; pronto sería impuesto el gobierno del proletariado, que era la clase a la que correspondería ser dominante.

Cinco años después de la muerte de Karl Marx, nació Carl Schmitt, personaje polémico recordado por su trabajo intelectual como por su participación en el partido Nazi. Schmitt desarrolló el concepto de lo político. Este concepto reconoce varias cosas con un parecido intrigante a la lucha de clases. Ejemplo de ello son el antagonismo intrínseco u ontológico en las sociedades, el conflicto inevitable y la formación de grupos enfrentados por las contradicciones que contiene su propia definición.

Intuitivamente, parecería que el concepto de lo político reformula la teoría marxista de la lucha de clases. El problema con esa intuición es que no reconoce las diferencias explícitas y fundamentales que dibujaron los autores en su concepción del antagonismo social y sobre-simplifica tanto a la lucha de clases como al concepto de lo político. Para aclarar la situación, el presente ensayo pregunta ¿en qué medida el concepto de lucha de clases influencia al concepto de lo político? La hipótesis que será explorada es que, además del hecho de que los dos explican el origen, el continente y el desarrollo de los antagonismos sociales, los dos conceptos están alejados uno del otro. Incluso, es plausible que el autor de El concepto de lo político quisiera hacer una teoría que rompiera precisamente con la teoría marxista y que pudiera explicar algunos de los mismos fenómenos sociales.

Para comenzar, es interesante observar que los dos conceptos definen a los actores en los antagonismos sociales. En el caso de la lucha de clases, es claro que los actores son las clases; lo que no es tan claro es qué es una clase y qué hace que un conjunto de individuos forme o no una clase. En el caso de lo político, lo importante es la dicotomía amigo-enemigo (Freund-Feind). Para Carl Schmitt, el antagonismo aparece en cuanto un grupo define su identidad; para definirse, el grupo define quién está excluido del mismo, y ese extranjero u otro es convertido precisamente en el enemigo. Al respecto, dice Schmitt que

El significado de la distinción de amigo y enemigo es el de indicar el extremo grado de intensidad de una unión o de una separación, de una asociación o de una disociación […]. No hay necesidad de que el enemigo político sea moralmente malo, o estéticamente feo; no debe necesariamente presentarse como competidor económico y tal vez puede también parecer ventajoso concluir negocios con él. El enemigo es simplemente el otro, el extranjero y basta a su esencia que sea existencialmente, en un sentido particularmente intensivo, algo otro o extranjero, de modo que, en el caso extremo sean posibles con él conflictos que no puedan ser decididos ni a través de un sistema de normas preestablecidas ni mediante la intervención de un tercero ‘descomprometido’ y por eso ‘imparcial’.[5]

Ahora, en el caso de las clases marxistas, es cierto que Schmitt da por sentado que son grupos definidos puramente en términos económicos.[6] El problema de la definición de las clases marxistas es que Marx nunca la dejó escrita explícitamente.[7] A pesar de que, por lo mismo, hay ambigüedades e inconsistencias en lo que entiende Marx por clase, algunos estudiosos de Marx han hecho el esfuerzo de reconstruir el concepto. Jon Elster analiza esto en Una introducción a Karl Marx y concluye que la definición más próxima posible a lo que define una clase es que son los grupos diferenciados según dos criterios: cuál es su comportamiento de mercado y cuál es su papel en el sistema de poder (“relaciones de dominio y subordinación en una cadena jerárquica de mandos”[8]).[9] De todos modos, si no es explícito lo que distingue a una clase, su definición queda abierta y puede no estar predeterminada. Efectivamente, Schmitt hace hincapié en no esencializar[10] la definición de los grupos en términos políticos (como muestra la dicotomía amigo-enemigo) y es posible que este hincapié corresponda a que los pensadores marxistas de su tiempo comunmente simplificaban el concepto de clase a la posición económica de sus integrantes. Esto no debería extrañar, pues es cierto que Marx habla de que la lucha de clases surge a partir de contradicciones objetivas, que pueden entenderse como materiales; Schmitt, sin ser precisamente idealista, definitivamente no comparte el marco teórico del materialismo histórico que distingue a Marx.

En efecto, explorar el marco teórico de los dos autores ayuda a entender las profundas diferencias entre los dos conceptos. En el caso de la lucha de clases, es muy importante la dialéctica, que subyace en todo el pensamiento marxista por su herencia hegeliana. La única ruptura del marxismo con la dialéctica hegeliana es el paso del idealismo de Hegel al materialismo de Marx. La dialéctica, que en el sentido hegeliano es una síntesis de los opuestos, propone tríadas. Estas tríadas son la tesis, que afirma; la antítesis, que niega; y la síntesis, que niega la negación o que concilia la tesis y la antítesis. Según algunas interpretaciones, la síntesis conserva la verdad de las dos anteriores. Lo que debe rescatarse es que la dialéctica trata dos opuestos que son conciliados necesariamente.[11] En cambio, en el caso del concepto de lo político, no existe tal conciliación. El principio podrá ser el mismo: la contradicción o los opuestos; sin embargo, para Schmitt, tal determinación de una conciliación necesaria no tiene sentido. Por ello, el concepto de lo político está basado en la oposición amigo-enemigo, que no tiene conciliación.

Sin duda, esta distinción en el marco teórico permite encontrar algunas de las diferencias más grandes entre las dos explicaciones. Es importante analizar qué es lo que produce que cada una de las concepciones, sin que sean transversalmente diferentes una de la otra, tenga implicaciones tan distintas. Por un lado, la teoría marxista quiere explicar las revoluciones sociales. La socióloga y politóloga Theda Skocpol, en el análisis del marxismo que hace en Los Estados y las revoluciones sociales,dice que las revoluciones sociales eran el problema que Marx quería entender.

Marx entendió las revoluciones no como episodios aislados de violencia o conflicto, sino como movimientos basados en clases sociales, que surgían de las contradicciones estructurales objetivas que había dentro de sociedades históricamente desarrolladas e inherentemente conflictivas entre sus clases. Para Marx, la clave de toda sociedad es su modo de producción o su combinación específica de fuerzas económicas de producción (tecnología y división del trabajo) y sus relaciones de clase de propiedad y apropiación del excedente.[12]

Es cierto que la implicación final de la teoría marxista sería que una serie de revoluciones encaminadas a cambiar el sistema político estaba en camino. Estas revoluciones impondrían al proletariado como clase dominante y seguiría un proceso complicado pero que desembocaría en el comunismo, un sistema político que no tiene antagonismos de clase.

Por otro lado, Schmitt no reconocía ninguna conciliación o fin del antagonismo. Más bien, la configuración de las personas en agrupamientos amigo-enemigo resulta en la guerra, ya sea real o en potencia. Schmitt dice que

Los conceptos de amigo, enemigo y lucha adquieren su significado real por el hecho de que se refieren de modo específico a la posibilidad real de la eliminación física. […] [La guerra] [n]o tiene necesidad de ser algo cotidiano o normal, y ni siquiera de ser vista como algo ideal o deseable; debe, no obstante, existir como posibilidad real para que el concepto de enemigo pueda mantener su significado. […] La guerra no es pues un fin o una meta, o tan solo el contenido de la política, sino que es su presupuesto siempre presente como posibilidad real y que determina de modo particular el pensamiento y la acción del hombre, provocando así un comportamiento político específico.[13]

De esta concepción de lo político es posible derivar algunas de las implicaciones que resalta Schmitt. Específicamente, que esta guerra inevitable puede ser dentro de una asociación política y convertirse en guerra civil o puede la asociación política lograr agrupar a su población en una guerra contra asociaciones políticas extranjeras o aun contra un enemigo interno.[14] No es difícil observar cómo estas implicaciones recuerdan claramente a la política Nazi. Lo que sí es importante mencionar es que autores más modernos, como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, han dicho que la concepción de lo político en el sentido schmittiano no tiene que implicar el desarrollo bélico de los antagonismos. En efecto, Mouffe no contradice ningún punto de la explicación teórica de Schmitt, pero retoma que sólo en el caso extremo es que los conflictos con el enemigo no pueden ser resueltos con un sistema de normas preestablecidas o con la intervención de un tercero imparcial.[15] En el modelo agonista de Mouffe, los antagonismos pueden sublimarse gracias a un conjunto de normas que hagan que cada agrupación reconozca la legitimidad de la existencia y las demandas de las demás agrupaciones.[16] El modelo de Mouffe tiene implicaciones transversalmente opuestas a las de Schmitt: Mouffe defiende una democracia radical y busca construir un proyecto de izquierda, mientras que Schmitt es famoso por haber funcionado como teórico del conservadurismo y el autoritarismo Nazi[17].

En suma, a lo largo del ensayo han sido evidenciados los paralelismos y las diferencias entre las dos concepciones del antagonismo social. Fue dicho que compartían visiones de hegemonía (grupo dominante), conflicto inherente y estructural. También, fue dicho que la formación de las agrupaciones, el marco teórico y las implicaciones de cada una de las teorías son bastante distintas. Es cierto que siguen en uso partes de estas teorías y que otras porciones de ellas han sido descartadas. De cualquier modo, la comparación de las dos maneras de explicar a la sociedad política permite ser más minucioso a la hora de estudiar los conflictos sociales gracias a la explicitación del marco teórico desde el que son explicados. Incluso, podría proponerse una nueva teoría sintética a partir de la contraposición de las dos anteriores, aunque eso sea el tema de otro ensayo. Esta teoría podría tomar la desesencialización de Schmitt, la explicación estructural marxista y demás elementos funcionales que permitan que estas teorías sean más operantes a la hora de aplicarlas en casos empíricos. En efecto, la prueba final para cualquier teoría debería ser su efectividad empírica y su grado de éxito para hacer predicciones si lo que es deseado es que el conocimiento afectela vida social. Por todo lo anterior, es posible concluir que las concepciones marxista y schmittiana del antagonismo están inscritas en la misma línea de pensamiento. Es decir, el concepto de lo político toma en cuenta la teoría marxista para romper con ella desvinculándose de su historicismo materialista y de su dialéctica hegeliana. Aun así, como lo demuestra Mouffe, queda abierto el espacio para nuevas maneras de pensar el mundo políticamente.

Libros recomendados

Bibliografía

Abbagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. 4ta ed. Actualizado y aumentado por Giovanni Fornero. Traducido por José Esteban Calderon, Alfredo N. Galleti, Eliane Carenave Tapie Isoard, Beatriz González Casanova y Juan Carlos Rodríguez. México: Fondo de Cultura Económica, 2004.

Aricó, José. Presentación a El concepto de lo político: Teoría del partisano, Notas complementarias al concepto de lo político, por Carl Schmitt, IX-XXI. Editado por José Aricó y Eduardo Mosches. México: Folios, 1985.

Elster, Jon. Una introducción a Karl Marx. Traducido por Mario García Aldonate. México: Siglo xxi, 1992.

Marx, Karl y Friederich Engels. Manifiesto del partido comunista. Traducido por Wenceslao Roces. Madrid: Fundación de Investigaciones Marxistas, 2013.

Mouffe, Chantal. Agonística: pensar el mundo políticamente. Traducido por Soledad Laclau. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014.

Schmitt, Carl. El concepto de lo “político”: Teoría del partisano, Notas complementarias al concepto de lo “político”. Editado por José Aricó y Eduardo Mosches. México: Folios, 1985.

Skocpol, Theda. El Estado y las revoluciones sociales. Traducido por Juan José Utrilla. México: Fondo de Cultura Económica, 1984.


Notas

[1]Son los conflictos antagónicos que provocan revoluciones y que funcionan como motor de la historia.

[2] Karl Marx y Friederich Engels, Manifiesto del partido comunista, trad. Wenceslao Roces (Madrid: Fundación de Investigaciones Marxistas, 2013), 63.

[3] Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, trad. Mario García Aldonate(México: Siglo xxi, 1992), 138.

[4] Karl Marx y Friederich Engels, Manifiesto comunista, 64.

[5]  Carl Schmitt, El concepto de lo “político”: Teoría del partisano, Notas complementarias al concepto de lo “político”, ed. José Aricó y Eduardo Mosches (México: Folios, 1985), 23.

[6] Carl Schmitt, El concepto de lo “político”, 34.

[7] Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, 129.

[8] Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, 133.

[9] Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, 129-135.

[10] Esencializar puede ser entendido como imposición de un último y final criterio para algo. En este caso específico, no esencializar es negar que las condiciones económicas objetivas (u otra condición específica) es la única mediante la cual puede configurarse el enfrentamiento político.

[11] Nicola Abbagnano, Diccionario de filosofía, 4ta ed., actualizado y aumentado por Giovanni Fornero, trad. José Esteban Calderon, Alfredo N. Galleti, Eliane Carenave Tapie Isoard, Beatriz González Casanova y Juan Carlos Rodríguez (México: Fondo de Cultura Económica, 2004), s.v. “dialéctica”.

[12] Theda Skocpol, El Estado y las revoluciones sociales, trad. Juan José Utrilla (México: Fondo de Cultura Económica, 1984), 25-26.

[13] Carl Schmitt, El concepto de lo “político”, 30-31.

[14] Carl Schmitt, El concepto de lo “político”, 41-44

[15] Es revelador que menciona pensar “con Schmitt contra Schmitt”. Chantal Mouffe, Agonística: pensar el mundo políticamente, trad. Soledad Laclau (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014), 136.

[16] Chantal Mouffe, Agonística, 26, 137.

[17] José Aricó, presentación a El concepto de lo político: Teoría del partisano, Notas complementarias al concepto de lo político, por Carl Schmitt, ed. José Aricó y Eduardo Mosches (México: Folios, 1985), IX.

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