De cómo el DDT mató al gato

cuento sobre pesticidas ecología

Aquella mañana Silvestre, el gato, apareció tieso, con los ojos abiertos y la lengua ligeramente fuera del hocico y seca; parecía que le habían extraído la humedad del cuerpo.

El hombre dueño de Silvestre lloró todo el día intentando comprender el infortunio y lo único que determinó fue culpar a su vecino de haberlo envenenado. Con el aturdimiento, el hombre no se fijó en el vientre inflamado de Silvestre, que estaba tan grande como si se hubiera tragado una pelota del tamaño de una mano. Lo que el hombre nunca llegaría a saber es que él lo había matado.

Aquella inflamación en el vientre del gato no era una pelota, era un sapo naturalmente no venenoso, pero que el hombre también había envenenado. Lo hizo un par de días atrás, sin embargo el sapo no murió de envenenamiento sino de asfixia entre jugos gástricos. Silvestre lo había tragado la noche anterior cuando paró la lluvia y había innumerables sapos croando en el jardín y él, inquieto, acudió al llamado.

Los sapos estaban de goce aquella noche con una enorme cantidad de moscos alborotados; pudieron comer lo que hacía días se les dificultaba, así que se saciaron.

Aquella noche también el hombre estaba en el jardín disfrutando el aroma que deja la lluvia después de su caída cuando su tranquilidad se interrumpió con un ligero y breve sonido, era el zumbido de un insecto que buscaba alimentarse de su sangre. Así que el hombre sacó un bote que parecía tener preparado (era de color ámbar con letras que decían: dicloro difenil tricloroetano) y lo roció con fuerza, como cada una de las noches anteriores.

Fue también durante la mañana siguiente después de encontrar a Silvestre, cuando descubrió algunos sapos muertos en su jardín y también envenenados por él, pero el hombre no pudo saberlo porque dejó de pensar en la razón de aquella muerte masiva como lo hacía cuando las cosas se complicaban.

Y así fué cómo el ddt mató al mosco que se comió el sapo y envenenó al gato, o cómo el hombre mató a los animales en su casa sin saberlo.

Fin.

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