El arte pictórico indígena adaptado al estilo renacentista, en la primera imagen de la Relación de Michoacán

La Relación de Michoacán arte pictórico

Contexto de la Relación de Michoacán

De todas las imágenes de los códices coloniales tempranos michoacanos, ésta que me ocupa es quizás una de las más interesantes, ya que cambió el sentido y el objeto de los documentos pictóricos coloniales, inaugurando un propósito distinto en la forma de pintar, e innovando en una manera de contar la historia a través de la imagen [1] .

Fig. 1 Portada original de la Relación de Michoacán

¿Pero cuál fue la aportación original de esta nueva forma de pintar para el realizador y las élites sociales que hacían uso de la pintura? ¿Cuál fue el discurso pictórico que inauguró? ¿Qué importancia tenía para el Virrey, fiel y legal representante de la corona española en la Nueva España? ¿Cuál fue el interés que reflejó para la élite indígena en el poder? ¿Qué finalidad e interés denotó la imagen del fraile como representante de la labor fundamental encomendada por la corona española, en la cristianización de los naturales de esta región?

Si vemos con atención y comparamos la forma en que pintaba y relataba la antigua tradición en los códices indígenas (Fig. 3)[2] , encontraremos que el pintor incorporó el nuevo estilo pictórico renacentista, inaugurado por Giotto di Bondone para la pintura moderna occidental. Giotto transitó de las formas griegas a las latinas, incorporando de manera diferente el manejo de la luz, en la definición de los volúmenes, el color, el espacio y los cuerpos; pero, sobre todo, innovó en la manera de relatar los acontecimientos[3]. Los amanuenses indígenas hicieron algo semejante al incorporar a la tradición europea una forma novedosa, utilizando las imágenes y el sentido del relato europeo de manera creativa, en una adversa situación de conquista y dominación. En las siguientes líneas analizaré este tema en particular, sin dejar de lado lo señalado arriba.

Fig. 2 Lámina 47 del Códice vindovonensis anverso.

La Relación de Michoacán es un documento hecho por el fraile Jerónimo de Alcalá entre los años 1539 y 1540, a partir de un encargo del virrey Don Antonio de Mendoza, quien le pidió al mencionado fraile investigar las “costumbres de estas gentes”, según relató el propio Jerónimo de Alcalá en el prólogo de la obra.

Váname, pues, un deseo natural como a los otros, de querer investigar entre estos nuevos cristianos: qué era lo que tenían en su infidelidad, qué era su creencia, cuáles eran sus costumbres y su gobernación; de dónde vinieron… yo ya tenía perdida la esperanza de este mi deseo, si no fuera animado por las palabras de vuestra Señoría Ilustrísima que, viniendo la primera vez a visitar esta provincia de Mechoacán, me dijo dos o tres veces, que por qué no sacaba algo de la gobernación de esta gente.[4]

El fraile decidió, al terminar la obra, que el libro iniciara con el título: Relación delas ceremonias y rictus y población y gobernación de la provincia de mechoacán hecha al g. don Antonio de Mendoza, Virrey y gobernador de esta nueba España por su mg. et. Y justo abajo, una imagen acompañó a tal título; en ella se observa al fraile y los principales del reino entregando el manuscrito al virrey Don Antonio de Mendoza. Propiamente, este tipo de imágenes respondía a una antigua tradición europea que se repitió a lo largo del tiempo y que consistía en la representación de la entrega de un manuscrito (o las llaves de una ciudad, etc.), pintada antes de entregar la obra, pero que daba especial significado al acto y a los actores de tal acontecimiento, mismo que sucedería en un futuro cercano (Fig. 3). Por lo tanto, el reto al plasmar el acontecimiento futuro, para la imaginación del amanuense (copista y pintor indígena que hizo la portada de la Relación), fue resolver tal imagen de acuerdo a: por una parte, su conocimiento y destreza pictórica, y por la otra, su conocimiento de la intención e importancia del evento a relatar.

Fig. 3 B. Gozzoli: S. Francisco ante el Sultán y su doncella (flor 24).

Así, la imagen que encabezó la Relación, representó un primer problema para el pintor heredero de una antigua tradición local en la cual se usaba el relato pictórico de manera distinta (Fig. 2).

Para lograr mayor eficacia en su quehacer y describir mejor el acontecimiento por venir, el pintor fue ayudado por el fraile, quien seguramente le proporcionó algunos grabados europeos, pero fue mérito del pintor el saber escoger las imágenes más apropiadas para relatar un acontecimiento próximo.

Análisis de la primera imagen de la Relación de Michoacán

Al analizar la escena vemos en un primer plano, si dividimos imaginariamente la pintura con un eje vertical, al fraile franciscano, Jerónimo de Alcalá, sosteniendo el libro con la mano izquierda, mientras que con la derecha muestra el contenido, al mismo tiempo que el Virrey extiende la suya, ayudando al fraile a sostener el documento e indicando su benevolencia y aceptación en la entrega del mismo. El pintor logró centrar la atención en la importancia del fraile, en una etapa decisiva para la consolidación de la corona española, haciendo notar la vital importancia de las órdenes mendicantes en la cristianización y pacificación de la provincia de Michoacán. Asimismo, la imagen del fraile como eje, en un primer plano, da profundidad a la escena; sin él, la imagen se volvería plana, como en los documentos indígenas antiguos (Fig. 2).[5]

El fraile aparece descalzo, vestido con el hábito de la orden seráfica, con un cordón atado a la cintura; no obstante, lo más notable es que los rasgos y características físicas de Jerónimo de Alcalá lucen con todo detalle. El pintor fue en extremo cuidadoso al dibujar los rasgos de la cara del fraile, quien fue representado con esmero, sin recurrir a estereotipos como los que se usaban en la antigua tradición pictórica indígena (Fig. 2). De tal modo, siguiendo la misma tendencia de innovación, el tamaño del manuscrito que el amanuense entregó fue proporcionalmente igual al manejado en los libros de la actualidad, es decir, la pintura fue parte de un cuidadoso documento que dio constancia, de manera cercana, de lo que estaba por ocurrir.

El segundo personaje importante que acompaña al fraile es el gobernador de Michoacán. Este personaje viene vestido a la manera española: porta un sombrero negro con un pez en el cintillo, símbolo del señorío del linaje Uacúsecha (Águilas) de Michoacán. Los rasgos de la cara de don Pedro son dibujados semejantes a los de los tarascos actuales. Lleva un bezote en el mentón, porta una túnica de color verde, collar, cinturón, y va calzado. Él, con su vestimenta a la española, muestra ser fiel súbdito de la corona y cristiano converso, y por lo tanto merecedor, en igualdad de condiciones, de los derechos naturales de los súbditos. Acompañan a don Pedro el sacerdote mayor y demás nobles con sus insignias (bezote de turquesa en el mentón, rodela de cuero en la cabeza, lanza y guaje cuajado de turquesas a la espalda).

Los rasgos de la cara de los acompañantes del gobernador de “Mechoacán” son todos semejantes (son estereotipos), con rayas en las mejillas que nos dan a conocer que se trata de hombres viejos (sabios). Sólo uno va calzado con cuátaras (kwarhachis), señal de su mayor importancia; se trata del Pétamuti o sacerdote mayor. Los acompañantes van vestidos de acuerdo con la tradición tarasca, con una túnica larga que les llega a la mitad de la pierna, y portan lanzas, símbolo de su jerarquía político-militar y religiosa.

Frente a ellos, sentado en una silla ricamente adornada con acantos y flores, está el Virrey, quien recibe el documento. Nuevamente encontramos un dibujo preciosista que da cuenta detallada de las características físicas del personaje.

Don Antonio de Mendoza aparece con la barba recortada, viste una túnica en color café claro con una cruz roja en el pecho, porta un gorro, cinturón, y va calzado. Al fondo se aprecia un tapete de color verde con dibujos de acantos en tinta negra, y se trasluce la figura de una persona con una túnica roja y melena, posiblemente un hijo de Zizincha Tanganzoan II, uno de los hijos del último señor de la élite Uacúsecha y protegido del Virrey (en la lámina final de la Relación de Michoacán los hijos de Zizincha visten y peinan de la misma forma).

Conclusión

Los documentos locales anteriores a la conquista fueron usados como calendarios rituales o astronómicos, o para dar cuenta de las creencias religiosas o la genealogía de los principales reinos, mas, nunca como prueba de los acontecimientos ante una autoridad, como es el caso de este documento.

Podemos resumir, por lo tanto, que la primera imagen de la Relación de Michoacán es una valiosa muestra de la destreza del pintor indígena para utilizar una nueva forma de narrar un acontecimiento. Es la primera en la cual los indígenas aplicaron (de manera magistral, digámoslo con insistencia) la técnica pictórica europea conocida como “istorias”, para relatar los acontecimientos. Esta imagen es una valiosa innovación de la narrativa pictórica en los códices coloniales michoacanos, y, hasta donde se sabe, de los códices coloniales mexicanos.

Las aportaciones que hace el relato de “istorias” a través de la imagen, son las siguientes:

  1. Mostró, en su momento, las habilidades narrativas del pintor, inaugurando una nueva forma de narrativa pictórica colonial.
  2. Mostró los intereses de la orden mendicante frente a la iglesia secular (representada por Don Vasco de Quiroga) y los encomenderos.
  3. Mostró las habilidades de la élite indígena para adaptarse a la nueva situación de conquista y dominación.
  4. Mostró el reconocimiento explícito del Virrey a los autores del documento, frente a los múltiples intereses locales de ese tiempo.

Notas y bibliografía

[1] Para un análisis detallado de las láminas de la Relación de Michoacán ver Hans Roskamp, “El carari indígena y las láminas de la Relación de Michoacán: un acercamiento”, pp. 235-264 y el análisis de las láminas a lo largo de la Relación pp. 321-691.

[2] Para el análisis de la presencia de la tradición pictórica antigua en la Relación de Michoacán, agradezco al Dr. Pablo Escalante Gonzalbo sus sabias enseñanzas en el seminario de códices que impartía en el CIDHEM. En un segundo apartado demostraré la presencia de la tradición Mixteca-Puebla en las imágenes de la Relación de Michoacán.

[3] Cennino Cennimi, Il libro dell´arte, a cargo de Fabio Frezzato (Vicenza, Neri Pozza, 2003, p. 63). Citado por Stoichita I. Victor, Cómo saborear un cuadro. Madrid, Catedra, 2009, p. 9.

[4] Para el presente trabajo se utilizó De la relación de ceremonias y rrictos y gobernación de la provincia de mechoacán hecha al ilustrísimo g. Don Antonio de mendoḉa virrey y gobernador de esta nueba España por su majestad (Madrid, Testimonios, 2001). En adelante, se utilizará el nombre más conocido como Relación de Michoacán para facilitar su lectura.

[5] Imagen del Códice vindobonensis, “La creación del mundo anverso”. México, Tecolote, 2007, p. 47.

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