La cliodinámica: una ciencia para predecir el futuro

Cliodinámica

Peter Turchin, profesor de la Universidad de Connecticut, es la fuerza impulsora detrás de un campo llamado «cliodinámica», donde los científicos y matemáticos analizan la historia con la esperanza de encontrar patrones que luego puedan usar para predecir el futuro. Lleva el nombre de Clío, por la musa griega de la historia.

Turchin no comenzó como historiador. Su área de interés original era la dinámica de ecosistema, pero pronto concluyó que muchos de sus problemas interesantes ya habían sido resueltos. En una disciplina que tiende a la falta de análisis predictivo como la historia, Turchin se esfuerza por la búsqueda de ciclos de estabilidad y convulsiones sociales, similares a los bucles de retroalimentación que se estudian en ecología.

Lo que Turchin y sus colegas han encontrado es un patrón de inestabilidad social que se aplica a todos los Estados para los que hay registros disponibles, como la antigua Roma, la China dinástica, la Inglaterra medieval, Francia, Rusia y Estados Unidos.

Básicamente, los datos muestran oleadas de inestabilidad de 100 años, y superpuesto en cada ola o «Ciclo Secular», generalmente hay un ciclo adicional de 50 años de violencia política generalizada. Los ciclos de 50 años no son universales; por ejemplo, no aparecen en China.

Los ciclos seculares de 100 años son causados ​​por tendencias demográficas a largo plazo. Ocurren cuando una población crece más allá de su capacidad de ser productiva. Pero hay un factor más importante, uno que predice mejor la inestabilidad que el crecimiento de la población. Turchin lo llama sobreproducción de élite, es decir, la aparición de demasiados candidatos de élite que compiten por un suministro limitado de puestos de poder dentro del gobierno y la economía.

La sobreproducción de élite generalmente conduce a una mayor competencia dentro de la élite, que socava gradualmente el espíritu de cooperación; hecho que es seguido por la polarización ideológica y la fragmentación de la clase política. Esto sucede porque cuantos más contendientes hay, más terminan en el bando perdedor.

Entonces devienen los ciclos de violencia de 50 años. Turchin describe esto como un proceso de acumulación que precede a la liberación de presión. De manera regular, la desigualdad social aumenta progresivamente a lo largo de las décadas y luego llega a un punto de ruptura. Se realizan reformas, pero con el tiempo, esas reformas se revierten, lo que lleva a un estado de creciente desigualdad social. Es entonces cuando la clase gobernante toma la decisión de hacer mayores concesiones sociales y permitir a los trabajadores expresar sus quejas. Estas políticas reducen la presión, dice Turchin, y evitan las revoluciones.  

Turchin ciertamente está lejos de ser el primero en pensar en usar métodos matemáticos para hacer que la historia sea más predictiva. El famoso autor de ciencia ficción, Isaac Asimov, soñó con la ciencia de la psicohistoria para impulsar la trama de sus novelas de la Fundación.

La psicohistoria ficticia de Asimov se basó en métodos estadísticos y conocimientos sociológicos, psicológicos y económicos para predecir las tendencias sociales. En los libros de Asimov, los psicohistoriadores usaron sus habilidades para predecir y guiar la caída de un imperio galáctico y el surgimiento de uno nuevo, durante miles de años.

El historiador griego Polibio desarrolló el concepto de anaciclosis, que sostenía que con el tiempo, las sociedades evolucionaron a través de un ciclo predecible de gobiernos: monarquía primitiva, monarquía ilustrada, tiranía y aristocracia. Los fracasos y abusos acumulados de una forma de gobierno impulsarían a las sociedades a adoptar nuevas alternativas como solución, hasta que éstas también se derrumbaran por sus fallas.

El historiador alemán Oswald Spengler propuso una teoría muy influyente y ampliamente discutida sobre el surgimiento y el colapso de las civilizaciones, en su libro, La decadencia de Occidente (1918).

Un grupo de investigadores del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra, que practican una disciplina llamada econofísica, concluyeron que una variable simple es suficiente para predecir la inestabilidad: los precios de los alimentos. Explican que, aunque pueden existir muchos otros factores, una vez que comienza la violencia, el costo de los alimentos es el principal desencadenante.

También existe el futurismo tecnológico de Ray Kurzweil. Su metodología se basa en la Ley de Moore y plantea una mejora constantemente acelerada en las capacidades tecnológicas de la humanidad. Sin embargo, la imaginación predictiva de Kurzweil es excesivamente restringida, ya que excluye todos los problemas sociales y los lapsos de inestabilidad económica.

El problema de la cliodinámica, como explica la periodista Laura Spinney[1], es que la mayoría de los historiadores sostienen que las «leyes de la historia» unificadoras que Turchin busca, realmente no existen: las personas son tan impredecibles que, en caso de búsqueda de paralelos históricos, estos sólo pueden ser aproximaciones.

Que muchos historiadores consideren que la búsqueda de tales leyes no puede ser fructífera, no parece desanimar a Turchin. Él y sus colegas ya ven evidencia de principios que explican patrones pasados, que también podrían predecir tendencias futuras.


[1] V. “History as a giant data set: how analysing the past could help save the future”, consultado en: https://www.theguardian.com/technology/2019/nov/12/history-as-a-giant-data-set-how-analysing-the-past-could-help-save-the-future

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