Apuntes en torno al ensayo: Van Gogh, el suicidado por la sociedad, de Antonin Artaud

Van Gogh el suicidado por la sociedad reseña Antonin Artaud

En 1947, un año antes de su muerte y tras casi una década de estar recluido en asilos y manicomios, Antonin Artaud escribió: Van Gogh, el suicidado por la sociedad. En este breve ensayo apunta que la psiquiatría es resultado del temor y la molestia de las estropeadas sociedades al enfrentarse a la lucidez de unos cuantos genios que, a través de sus creaciones, ponen en riesgo la estabilidad general.

Los llamados alienados, sostiene el autor, no son sino personas “superiores e iluminadas”, que aterrorizan a las instituciones y al Estado. La psiquiatría ha nacido para oprimir a las personalidades “incómodas” bajo el discurso de la “ciencia», diagnosticando a estos desdichados personajes con términos denigrates que desprestigian su visión del mundo, tanto frente a los otros como frente a sí mismos, haciéndoles: locos, enfermos, excluidos, indignos, raros…

La gente no ha perdido la cordura, dice Artaud, sino que es el mundo el que se ha vuelto anormal. La sociedad oculta, limita y censura la realidad humana, misma que a pesar de sus perfumes, también huele a mierda, como señala Artaud en su poema, «La búsqueda de la fecalidad”. La humanidad es incómoda, cruel, desagradable… sin embargo, la sociedad se siente amenazada frente a esa realidad, no la soporta, prefiere ocultarla y, si puede, destruirla, tal como hicieron con: Van Gogh, Baudelaire, Poe, Nietzsche, entre tantos más.

Nadie se suicida solo, escribe el poeta; a Van Gogh no lo comprendieron ni lo escucharon, sino que lo callaron y condenaron a embrutecerse a través de diferentes sustancias, hasta silenciarlo definitivamente en julio de 1890. La sociedad lo mató por haberse alejado de ella, por no ser como dicta la norma, por exponer verdades incómodas e incumplir con el estándar de un hombre de su tiempo. 

Las sociedades han destruido muchas mentes brillantes para, paradójicamente, admirarlas una vez que la muerte ya no les permite seguir creando. Esto ha sucedido con Van Gogh, artista que, a pesar de ser ignorado en vida, tras su fallecimiento logra abarrotar los museos con espectadores deseosos de admirar su obra, muchos de ellos sin la capacidad de reflexionar en torno a las experiencias y emociones que motivaron a su creador a pintar.

El discurso de Antonin Artaud en contra de la psiquiatría es duro y firme. Su voz se alza con razón, por haber sido uno de los muchos genios que dicha ciencia, bajo preceptos hoy incorrectos, trató de silenciar. En sus orígenes, la psiquiatría moderna fue utilizada por instituciones y el propio Estado, para validar discursos hegemónicos y políticos, desembarazándose al mismo tiempo de su población incómoda: pobres, homosexuales, borrachos, entre otros (tal fue el caso de México, con la aparición de su famoso manicomio La Castañeda, durante el porfiriato). Artaud fue capaz de percibir aquella realidad, denunciando la práctica de la psiquiatría como una actividad de seres malvados, a través de su ensayo: Van Gogh, el suicidado por la sociedad, esta pequeña obra, galardonada con el Premio Saint-Beuve de ensayo, fue de gran importancia durante la segunda mitad del siglo XX, influyendo en pensadores tan destacados como Michel Foucault, por lo que, sin duda, resulta una lectura muy interesante.

Frases de Van Gogh, el suicidado por la sociedad

El origen de la medicina es el mal, si es que no ha originado la enfermedad, y si, al contrario, ha causado y creado toda la enfermedad para procurarse una razón de ser; pero la psiquiatría ha tenido como origen la turba plebeya de los seres que han querido preservar el mal en la fuente de la enfermedad, y que han extirpado así de su propia nada una especie de guarda suizo para arrancar de raíz el impulso de rebelión reivindicatoria que está en el germen de todo genio. 

Antonin Artaud.

No es para este mundo, nunca es para esta tierra, que todos hemos siempre trabajado, luchado, aullado el horror de hambre, de miseria, de odio, de escándalo y de asco, que todos fuimos envenenados, aunque todo eso nos haya embrujado, hasta que por fin nos hemos suicidado, ¡pues acaso no somos todos, como el mísero Van Gogh, suicidados por la sociedad!

Antonin Artaud.

Al pintar, Van Gogh renunció a relatar historias; pero lo maravilloso consiste en que este pintor que no es nada más que pintor, y que es más pintor que los otros pintores, por ser aquel en quien el material, la pintura misma, tiene un lugar de primer plano, con el color tomado tal como surge del tubo, con la huella de cada pelo del pincel en el color, con la textura de la pintura pintada, como resaltando en la luz de su propio sol…

Antonin Artaud.

Nadie se suicida solo. Nunca nadie estuvo solo al nacer. Tampoco nadie está solo al morir. Pero en el caso del suicidio, se precisa un ejército de seres maléficos para que el cuerpo se decida al acto contra natura de privarse de la propia vida. 

Antonin Artaud.

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