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Qué es la cultura, según Zigmunt Bauman

Qué es la cultura, según Zigmunt Bauman

Cultura, según Bauman

 “La cultura resulta ser un agente del desorden tanto como un instrumento del orden, un elemento sometido a los rigores del envejecimiento y de la obsolescencia, o como un ente atemporal”. La idea de Zigmunt Bauman sobre el fenómeno “cultura” refleja la naturaleza dinámica y polisémica del término en la dimensión conceptual contemporánea, representando el punto de partida para la reflexión en el centro de este artículo.

Cultura, sinónimo de pertenencia a una raíz común, por lo tanto, factor de identidad, expresión de creatividad cambiante en sus lenguajes como reflejo de los tiempos que avanzan, herramienta democrática, elemento de desarrollo socio-económico en las políticas culturales actuales, derecho universal. La cultura es capaz de evocar tanto un sentido ordenado relativo al bagaje de valores compartidos, de tradiciones y conocimientos de un pueblo, como también a un acto de creación que se sirve de formas estéticas recibiendo en sus contenidos los cambios en acto en el contexto de referencia.

Alta cultura y baja cultura

Son distantes los tiempos en que la cultura designaba una serie de manifestaciones esencialmente elitistas, marcando el límite entre una “alta cultura” y una “baja cultura”, o “cultura popular”. Hoy la cultura es una operación abierta e in progress; siguiendo el pensamiento de Bauman, la cultura puede ser entendida como una “praxis” con un valor ambivalente. Mientras que la cultura funciona como archivo de la memoria colectiva o como testimonio de una transición histórica, monolito de los conocimientos previos de un grupo social, por el otro lado la cultura tiene también un potencial, por así decirlo, destructivo del mismo orden que se propone de conservar. Incuestionablemente, la cultura es capaz de crear y re-crear, la cultura es energía y motor de cambio.

La creatividad es un concepto dinámico por su naturaleza, por lo tanto, en el lexema “cultura” coexisten dos niveles semánticos que se revelan ambivalentes e irreconciliables. ¿La solución según Bauman? Aceptarlos juntos o rechazarlos juntos.

Sin duda, la noción de una cultura tanto “incluyente” como “excluyente”, con su capacidad de marcar un límite entre identidades distintas, se presta a una nueva interpretación en el contexto actual de globalización donde las dinámicas migratorias juegan un papel fundamental y hacen de la cultura un término más polisémico que antes. Y no solo eso. Hoy, vivimos en un mundo donde la circulación de la cultura está sujeta a las leyes de la caducidad y de la efímera temporalidad. Somos al mismo tiempo productores de cultura y consumidores de cultura. Para utilizar un neologismo, somos “prosumidores” culturales, usuarios de Internet, contribuyentes a la producción y circulación de contenidos, así como demuestran las plataformas open source.

Sin embargo, a la “alta cultura” hacía referencia Plutarco, conectándose a la etimología del término, es decir, a la relación analógica entre el cultivo de la tierra y el cultivo del alma, con la idea de que la construcción cultural del individuo podría lograrse a través de una paciente y laboriosa actividad, a una intervención constante y perseverante. No podemos olvidar la evidencia de que desde la misma raíz llegue el adjetivo “cultual” vinculado a la esfera de lo “culto”, entonces al cultivo de lo sagrado.

Entonces, ¿qué es la cultura?

La construcción de la cultura es parte de un proceso que nunca se termina. Al contrario, se somete a un movimiento cíclico, en una operación de reciclaje que trae los eventos que llamamos cultura, una vez perdido su impacto, a permanecer en un estado latente y crepuscular, a la espera de volver a la escena de la vida colectiva y compartida en otra forma.

Desde el concepto etimológico de “cultivo de la tierra” hasta el concepto estético que ve como formas de cultivo cultural las varias formas de producción artística, pasando por las implicaciones de la cultura en el ámbito de los derechos universales y de desarrollo sostenible, tal como se desprende de las primeras conferencias mundiales organizadas por la Unesco, donde la cultura es llamada el “Conjunto de los Rasgos distintivos, Espirituales y materiales, Intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o Grupo social”, la cultura es un concepto multifacético, testimonio de nuestra presencia en esta tierra, traza notable de nuestro pasaje. “Ente atemporal” o elemento sometido a las leyes del tiempo.

Finalmente, en todo caso, como el cantante Franco Battiato canta en una famosa canción, “siamo solo di passaggio” – solo estamos aquí de paso.

Bibliografía:

Zigmunt Bauman, La cultura como praxis, 2002, Ediciones Paidós, Barcelona.

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