El profesor gato. Cuento corto de ciencia ficción
El profesor gato relame sus bigotes y comienza la sesión:
—En esta cátedra magna… —dice, pero una danzante hebra de hilo atrapa su atención y la de 80 estudiantes, quienes contemplan su reconcentrado rostro hasta que logra reponerse y ordena que cierren las ventanas del auditorio.
Eliminada la distracción, dirige a todos una penetrante mirada, desde las filas más altas hasta aquellas a escasos metros de sus patas, y retoma el hilo del discurso:
—La física cuántica confiere infinitas posibilidades interpretativas de los fenómenos que nos rodean, a los cuales atravesamos, por decirlo así, con nuestra mente —las pupilas del felino se afilan y brillan—. La conciencia no sólo cruza a los fenómenos; también se cruza a sí misma, de modo que en la interpretación va nuestro ser y, así, ¿no generamos al humano, en el acontecimiento? —algunos estudiantes se remueven en sus asientos y el profesor agita la cola—; este contingente aspecto de la realidad ha quedado demostrado por la sucesión de diferentes modelos sociales, diferentes formas de vida, ¡y diferentes paradigmas científicos!, desde el aristotelismo hasta la teoría multiversal de la Doctora Horse. ¿Acaso alguien, hoy, cree en la física ptolemaica y la esclavitud?, ¿acaso ustedes consideran adecuada la teoría de cuerdas, o la acumulación del llamado “dinero”, como lo hacían las personas del siglo XXI? —todos ríen, y el gato continúa—: Actualmente, sabemos que es imposible una física definitiva por el simple hecho consistente en que… el universo ha derivado insondable para nosotros al descubrir la insondabilidad de nuestro pensamiento, pues sólo mediante ello accedemos a la opinión de la cual parte todo supuesto —el anuncio de esta creencia trascendental genera murmullos entre los oyentes, hasta que el profesor chilla, levantando las patas delanteras y erizando los pelos—: ¡Que hay algo más ahí afuera, existiendo por sí, independientemente de nuestro modo de experimentar el mundo!
Después de tan resonante declaración y contemplando con regocijo cómo los murmullos de la clase se transforman en voces de discusión, el felino ronronea y ordeña con sus garras el interior de los bolsillos de su pequeña chaqueta de tweed. Así, concluye la introducción a su curso:
—Durante el siguiente ciclo abordaremos las características, causas y consecuencias de esa escurridiza física cuántica que, aunque en este tiempo se encuentra fuera de toda consideración seria en torno a las cuestiones astrales, sí que condujo a las vertientes conceptuales que hoy día nos ocupan al tratar tales temas.
Terminada la sesión, muchos se acercan al catedrático con devoción, haciendo preguntas sobre comportamiento de átomos y perspectivismo filosófico. Pero el profesor gato se cansa rápidamente de tan abundante compañía y, tras palmotear la cara del último pupilo ansioso por saber más sobre el novísimo acelerador marciano, escapa ágilmente entre las piernas del estudiantado.