Literatura y ciencia en los libros de Stanislaw Lem
“La tierra va en camino de convertirse en un desierto superpoblado”.
Ernesto Sabato
En lo siguiente, desarrollo una reseña de algunos de los momentos de la obra de Lem que más han merecido mi atención. No obstante, antes de exponer la relación casi mágica entre ciencia y novela en la obra literaria de Lem, debo señalar algunos intentos que se han realizado en otras áreas de crítica literaria; este movimiento me permitirá posicionar la ciencia ficción de Lem en el lugar preciso que debe ocupar dentro de la inventiva literaria durante la segunda mitad del siglo XX.
En este sentido, es relevante el trabajo de María Zambrano: Filosofía y poesía, cuya primera edición data de 1939 y que ha sido reimpreso por el FCE hasta fecha reciente. Si bien, no comparto la tesis central del libro –en donde Zambrano separa la esfera dialéctica de la inventiva poética, colocando de este modo a la poesía por encima de la filosofía–, tal obra de Zambrano es importante ya que es un intento significativo por compaginar, analizar y discutir los puntos de encuentro y diferencia de poesía y filosofía; en este sentido, representa un momento canónico de los análisis literarios en lengua castellana.
Un segundo conjunto de ensayos que es muy bueno para mostrar la relación entre filosofía y literatura, es el boletín del COLMEX en homenaje a la obra poética y narrativa de Jorge Luis Borges. En esta serie destaca el trabajo de Ramón Xirau sobre el problema del tiempo y el devenir en la metafísica de Borges. También me gusta mucho el análisis metafísico que realiza Luis Villoro sobre algunos temas filosóficos recurrentes en la literatura del gran autor argentino.
El tema de la presente reseña es la relación entre literatura y ciencia. En este sentido, hasta donde tengo noticia en mi experiencia como lector, no existen muchos ensayos que analicen con detenimiento el papel de la ciencia en la literatura. Por esa razón, la obra de Stanislaw Lem (Lvov, 1921 – Cracovia, 2006) es un buen motivo para analizar la importante relación de dichas ramas de la cultura, tal como se ha hecho en otros ensayos de crítica literaria enfocados en el vínculo entre literatura y filosofía. Además, su país natal, declaró el año 2021 como el año de Stanislaw Lem. Dicho esto, me propongo ahora realizar la reseña de Congreso de futurología de Lem; novela corta que pertenece al conjunto de relatos protagonizados por Ijon Tichy, publicada en 1971.
Lo que deseo destacar de Congreso de futurología, es el importante papel que desempeñó la ciencia ficción en autores como Lem o Asimov, por ejemplo. Ellos se influenciaron y formaron en una importante tradición positivista marcada por la cibernética, la emergente biotecnología y la robótica. En este sentido, Lem no contuvo su expresión creativa y analítica en el ejercicio de la literatura de ficción, y cuenta también con algunas importantes series de ensayos sobre especulación de inteligencia artificial, como la Summa Technologiae, o bien los conjuntos de prólogos sobre libros imaginarios de la célebre serie que incluye a Vacío perfecto y Magnitud imaginaria.
Volviendo al Congreso, Ijon Tichy se encuentra de la mano de un científico amigo suyo posicionado en una realidad que le resulta ajena, otra época, otro contexto, en donde al igual que los habitantes de esa sociedad recibe insumos y drogas para mantener una ilusión distorsionada del mundo que realmente habita. En este sentido, la ilusión en la que viven inmersos los personajes del relato, el consumo de sustancias que los proyectan a un delirio compartido, es, a mi juicio, el argumento más importante que ofrece el Congreso de futurología, ya que las sustancias sintéticas impiden ver el daño que como sociedad se ha realizado al medio. Así, bajo el feliz efecto de los narcóticos se crea una realidad virtual, controlada por esferas de poder, cuando la miseria y la decadencia son las condiciones auténticas de la sociedad del congreso. A estas alturas de mi reseña, el lector ya habrá advertido la influencia que ejerció Lem en célebres películas sobre realidad virtual, así como en series televisivas contemporáneas. Pero ése no es el acento que quiero realizar.
Mi reseña obedece a una amplia invitación a conocer la obra de Stanislaw Lem, un hombre formado en un principio como médico, que más tarde incursionó en ontología de las matemáticas y combinó con gran maestría sus inquietudes metafísicas con los problemas que observó en las condiciones sociales que experimentó. La personalidad de Lem, cuyos libros afortunadamente han ganado popularidad en los últimos años, sugiere que no temamos incursionar en la ciencia de nuestro tiempo, en el arte, en las letras, en la proyección y la imaginación.
Es momento de preguntar, ¿en dónde está la ficción en Lem, cuando, justo en las últimas páginas de Summa technologiae, hace el siguiente llamado en calidad de urgente?: “Debemos aprender de ese lenguaje milenario que es capaz de crear filósofos, mientras que nuestras lenguas sólo crean filosofías”. Ese lenguaje milenario es, por supuesto, “la Genética”, rama emergente de la biotecnología durante los años 60 y 80 del siglo pasado. No debe confundirse el tono de la moción de Lem con una actitud meramente positivista; en Lem no hay una ciencia que sea sólo contemplación pasiva a la manera de la mirada metafísica tradicional en Occidente. El autor de Solaris está pensando y llamando a la acción, a comprender, desarrollar e implementar procesos de la ciencia natural en el desarrollo de grandes proyectos de ingeniería genética; Lem tenía en mente la secuenciación del genoma humano que estaba en puerta por aquella época, y alcanzó a ver propiedades de dicho proyecto que, lejos de interpretarse como ficción, deben de entenderse como una consecuencia necesaria del desarrollo científico.
En este tono pragmático de la provocación de Lem, en fecha reciente (2020), la dupla de investigadoras Jennifer Doudna y Emanuel Charpentier fueron galardonadas con el premio Nobel de Química por el desarrollo de la biotecnología de los sistemas Cas (detectados en la adaptación de bacterias contra fagos); el mérito de dichas investigadoras ha sido trasladar el corte de la enzima Cas 9 de su función natural en bacterias, a procesos de edición genética con un ARN guía programable en mamíferos y vegetales trans. A la fecha, los sistemas CRISPR Cas 9 “(Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, que en español significa: repeticiones agrupadas palindrómicas cortas, regularmente inter-espaciadas) han tenido éxito en curar algunos tipos de ceguera y han demostrado su efectividad en desarrollar tratamientos contra la leucemia. Además, se utilizaron sistemas Cas en la mayoría de creaciones de pruebas de detección de covid en los Estados Unidos, y algunos laboratorios de avanzada utilizaron enzima Cas 9 con ARN guía programable para la creación de la vacuna contra Sars Cov 2.
De este modo, por primera vez en la historia de la humanidad, tenemos en nuestras manos la posibilidad de editar nuestro genoma para realizar modificaciones a nuestra especie; la era del tras humanismo ha comenzado. Para decirlo con Lem, ahora estamos en condiciones de dejar de crear filosofías y comenzar a crear filósofos; sin duda, se debe abrir debates y crear regulaciones de carácter legal a nivel internacional para las biotecnologías de los sistemas Cas. Y en este sentido es importante que creemos biotecnología de la mano de una axiología que esté a la altura de las exigencias de un planeta en donde las condiciones vitales de supervivencia se agotan, el agua comienza a escasear, cada vez hay más sequía, la temperatura sigue en aumento, la contaminación de los océanos y el deshielo de los polos son una realidad.
A manera de conclusión, aprendamos de Lem, cuya literatura compaginó lo real con la ficción, que la literatura pasa a ser realidad y, la ciencia, ficción. En este orden de ideas, como personajes de este drama llamado vida en el planeta Tierra, debemos dar nuestro mejor esfuerzo como civilización para tener un mejor final y postergar nuestra estancia en el planeta de la mejor forma posible, ya que lo que hagamos ahora será el resultado del esfuerzo de generaciones de investigadores y filósofos que han desarrollado la cultura para poder preservar nuestra especie. En Lem vemos un humanismo en el sentido renacentista, en donde filosofía, ciencia, arte y literatura encuentran su forma expresiva en grado sumo. Busquemos un humanismo de verdad, en donde las diferentes ramas de los saberes culturales vuelvan a estar unidas.