
Análisis del anime “Susurros del corazón”. En búsqueda de una vocación y un yo

Introducción
“Susurros del corazón” –o en inglés, “Whisper of the Heart”– es una película de animación japonesa muy entretenida de alrededor de dos horas, cuya trama fue redactada y llevada al cine a fin de enseñar, moralizar y entretener a un público infanto-juvenil: espectadores que apenas se están iniciando en el tránsito de la vida, al igual que la protagonista, Shizuku Tsukishima. Este personaje femenino –muy humano y completamente realista–, en medio de los complejos, las luchas y los deseos de su adolescencia, busca de mil maneras abrirse camino en un mundo competitivo y austero, pero también atiborrado de sorpresas y bellas casualidades. Esto último la lleva a querer realizarse en un arte que será su sueño, mientras su corazón late enérgicamente por alguien que la motiva a perseverar.
Este proyecto fue producido por Studio Ghibli en el año 1995, convirtiéndose en un filme de animación japonesa que puso muy en alto el nombre de la compañía, con una trama de realismo social que mostró al mundo la cotidianeidad nipona de los años noventa. Así, “Susurros del corazón” ilustra cómo, cuando realmente se desea algo y se busca con insistencia a pesar de las dificultades, se corre el riesgo de, tarde que temprano, encontrarlo.
Esta película de anime japonés –basada en el manga de Aoi Hiiragi titulado “Si escuchas con atención” (1989)– fue dirigida por Yoshifumi Kondō y tuvo a Hayao Miyazaki como guionista. Kondō, debido a su exceso de trabajo y poco descanso por querer compartir su talento a través de interesantes producciones, no sólo para la audiencia japonesa, sino para la niñez y la juventud entera, lamentablemente terminó falleciendo el 21 de enero de 1998 por un aneurisma cerebral.
Breve síntesis de la película “Susurros del corazón”
Shizuku Tsukishima –estudiante de catorce años, quien vive con sus padres y su hermana mayor (esta última permanece fuera del apartamento familiar por cuestiones de estudio, mas en la trama de la película vuelve a casa)– sueña con ser escritora: inclinación que inicialmente se manifiesta en su gran amor hacia la lectura y en una adaptación personal de la canción Take Me Home, Country Roads, interpretada por Olivia Newton-John. Así, una noche, cuando revisa las fichas de préstamos de libros de la biblioteca, descubre el nombre de Seiji Amasawa, lo cual le causa curiosidad.
En un ambiente de mucho trabajo y estudio –debido a que su madre está haciendo su tesis de maestría mientras su padre, como bibliotecario, desempeña tareas referentes a su trabajo, donde las fichas van a ser cambiadas por códigos de barras–, una mañana muy soleada, cuando le lleva el almuerzo a su papá, Shizuku decide perseguir a un gato misterioso y de tal modo llega a la tienda de antigüedades del viejo Shiro Nishi. Al entrar en la tienda, el anciano le enseña dos antigüedades: un reloj y la estatua de un gato llamada “El Barón”.
Con el correr de la historia, Shizuku conoce a Seiji Amasawa por casualidad. Seiji es un joven que está aprendiendo el oficio de luthier (fabricante de violines) y sueña con ir a Italia para perfeccionarse, a Cremona. La relación entre ambos se desarrolla compartiendo sus sueños y aspiraciones, pero también afrontando sus diferencias y la distancia inexorable que los va a separar, ya que Amasawa se irá al antiguo continente a estudiar para convertirse en fabricante de violines y Tsukishima se quedará, aspirando entrar a la preparatoria.
Pero Shizuku, al verse motivada por la pasión de Seiji de ser luthier, por la mágica figura de porcelana de El Barón y por la metáfora de una piedra preciosa entre roca, resuelve encontrar su propio camino y se propone escribir una novela. Al terminarla, se la entrega al anciano Nishi para que la lea, siendo él sincero con ella al darle su crítica, no muy positiva. Esto lleva a Shizuku a desplomarse en lágrimas, sintiéndose como una novata de poco talento en la escritura narrativa. Pero Nishi le aclara que todo inicio es arduo y complejo y que, al igual que el orfebre, hay que buscar y encontrar esa piedra preciosa interior, para después extraerla, pulirla y darle forma, con esfuerzo y dedicación, hasta que presente simetría y, por supuesto, belleza, brillo y luz, todo lo cual representa el desarrollo del talento, de la vocación de la vida.
Al final de la película, Seiji vuelve de Cremona, ya que ha estado dos meses observando aquel lugar que en un futuro cercano va a ser su contexto de estudio y trabajo. Al ir una mañana en búsqueda de Shizuku, la lleva a un mirador para contemplar la aurora y la salida del sol, que baña a Tokio. En ese instante, le pide disculpas por vivir pensando en sus proyectos y no tenerla a ella presente, cosa que Shizuku acepta, aclarando que él ha sido inspiración y motivación para que ella encontrara su vocación: ser escritora.
Minutos más tarde, Seiji, muy efusivamente, declara su amor a Shizuku, quien acepta con alegría.
Crisis de identidad y búsqueda de una vocación
Uno de los grandes deseos de todo adolescente es encontrar un camino por el cual encarrilar sus sueños hacia un horizonte que puede ser la realización personal. Por momentos, las circunstancias que se viven en la adolescencia no permiten que las pequeñas semillas que se han sembrado se levanten dando, con profusión, frutos jugosos y apetecibles, provenientes de un árbol grande o pequeño. No obstante, con trabajo duro y esfuerzo puede existir ese árbol verde y rebosante de frutas, y un ejemplo de esto último es la vida de la protagonista de “Susurros del corazón”, Shizuku Tsukishima, quien, de manera incansable, busca esa ruta por la cual caminar, que sería una vocación, un arte.
Pero, ¿quién es Shizuku?
Es una niña de catorce años, amante de los libros que lee en la biblioteca donde trabaja su padre y en su habitación; de hecho, Shizuku es una gran lectora de novelas y aprovecha cada verano para disfrutar obras nuevas. Sin embargo, manifiesta un problema que todo ser humano puede presentar en cualquier etapa de su existencia, pero especialmente en la adolescencia: no sabe cuál es su vocación, es decir, qué propósitos tener para encarrilar su existencia hacia un fin deseado; no percibe claramente su meta y no puede perseguirla, pues no conoce un camino que lleve hacia ella. En resumen, no sabe qué hacer con su vida. Esto, obviamente, le genera tristezas profundas, por momentos ansiedades y, sobre todo, aislamiento y choque con los demás.
Conflictos de familia: Shizuku y su vida dentro de su hogar
Al inicio de la historia nos encontramos con una Shizuku que vive en un departamento no muy opulento y más bien sencillo, en cuyo interior hay innumerables libros y periódicos, apilados y amarrados con sogas, a fin de mantener un orden en la morada. Esto muestra que aquella familia se mueve en ambientes de libros y son amantes de la lectura. En efecto, su padre, Seiya Tsukishima, está viviendo una transformación laboral: la aplicación de tarjetas con códigos de barras, en lugar de cartones, para organizar el catálogo de la biblioteca donde trabaja. Por su parte, su madre, Asako Tsukishima, se encuentra terminando su tesis de maestría, mientras que su hermana, estudiante de universidad, está pensando en mudarse, o sea, independizarse de sus padres. Y Shizuku, una niña de 14 años, bastante inocente, de carácter sensible y sincero, ve cómo todos hacen avances en sus vidas, trabajos y estudios, al tiempo que ella, tal cual se lo dice a Seiji Amasawa, no sabe a qué vocación encaminarse para encontrar esa felicidad que se nubla en su horizonte:
Debe ser genial saber qué quieres hacer. Yo no tengo ni la menor idea todavía. Sólo voy de un día al siguiente.
A pesar de todo, Shizuku siempre muestra algo que la diferencia de los demás personajes: no perder la esperanza y continuar buscando ese camino, a pesar de que su autoestima se encuentre hecha migajas en el suelo y no sepa quién es y qué la hace feliz. Algo que refuerza esta idea es que, en el contexto de su hogar, de parte de su hermana mayor no existe bastante apoyo moral y afectivo, ya que algo muy común que separa la relación entre tales hermanas es la discusión, debido a que Shiho Tsukishima no cesa en señalarle los errores a su hermana pequeña en vez de darle ánimo para superar sus debilidades y bajezas, como la impuntualidad, no darle orden a la casa y no cumplir con los estudios.
¡Shizuku, podrías limpiar un poco ¿no crees? […] ¿Y la cena? […] ¡Shizuku, las cosas del desayuno siguen afuera! […] ¡Mamá está ocupada, tenemos que ayudar! ¡Prepara el arroz y guarda la ropa limpia! […] ¿Estás estudiando? No creas que puedes confiarte sólo porque nadie te está presionando.
Pese a su mano dura, Shiho sólo está preocupada por su hermana menor, por querer que salga adelante en su vida escolar para bien suyo, es decir, de Shizuku, y para alegría de sus padres. Pero entre ellas lamentablemente no hay una buena relación, y las palabras de Shiho se limitan a exigencias que, sin reparos, Shizuku busca contradecir con gran enojo.
Entre madre e hija hay una buena relación, pero, a pequeñas pinceladas, en Asako Tsukishima se repite el mismo accionar de la hermana mayor: señalarle cualquier error a la menor. Aquello ocurre al inicio del filme, cuando Shizuku vuelve a casa con una leche de soja en una bolsa de tela:
Asako: Shizuku, no necesitas una bolsa solo para la leche.
Shizuku: Así me la dieron.
Asako: No la aceptes.
Se puede afirmar que recibir una crítica o corrección de parte de los hermanos o de las hermanas y de los padres no es algo malo porque con la crítica se crece al ver lo que no se veía. Pero estar inmerso en un mar de correcciones no debe ser bueno para la autoestima de alguien, y más si entre esas correcciones no hay alguna felicitación por un mérito, por más ínfimo que sea. Y es probable que el entorno familiar de Shizuku haya contribuido en cierto grado a que en ella exista esa desconfianza en sí misma que no le permite saber qué es lo que quiere y si lo que hace es bueno. Mas, hay que entender la situación de la madre, Asako, quien se encuentra en una etapa complicada: terminar su tesis de maestría, para lo cual la dadivosa Shiho le ayuda transcribiendo datos.
Por otro lado, el padre de Shizuku, Seiya, siempre aparece como un personaje secundario muy tranquilo, paciente y comprensivo. De ahí que permita que Shizuku prosiga con su gran proyecto literario: la escritura de su novela. Así, Shizuku deja de lado sus estudios escolares por un tiempo, pues desea probarse escribiendo un relato largo.
Querida Shizuku, lo que sea que estés haciendo o en lo que estés trabajando tan duro, estamos de acuerdo […] Está bien, Shizuku, haz lo que quieras, pequeña. Sin embargo, no es tan fácil tomar tu propio camino; el resultado será solo tu responsabilidad.
No obstante, Seiya le pide a Shizuku que, por lo menos, comparta la mesa con ellos al comer, puesto que son una familia y no es bueno que, mientras están reunidos (padre, madre e hija mayor a la mesa) Shizuku permanezca aislada en su habitación leyendo.
Seiya es como un punto neutro que le da equilibrio a la balanza afectiva de la familia, pues no está del lado de la hermana mayor, ni con Shizuku, mientras apoya a su esposa en su estudio. Y sus palabras siempre se presentan como algo conciliador para la vida de Shizuku, sobre todo cuando ella recibe una burla de Seiji, quien aparece en una bicicleta dándole el almuerzo de su padre, comida que la chica había olvidado en casa del viejo Shirō Nishi.
Un quinteto romántico y el significado del amor
Una interesante situación en “Susurros del corazón” –en la cual juega un papel muy importante el actuar de Shizuku, su autoestima y su búsqueda de un camino– ocurre cuando se genera un quinteto amoroso. Yuko, Sugimura, Shizuku, Seiji y un chico no nombrado, eslabonan una cadena –teñida de inocencia y sinceridad– de amores que inicialmente no son correspondidos, a pesar de que insisten en ganarse el corazón de esa otra persona.
Tal situación se origina con Sugimura y Yuko. Sugimura es compañero de clase y buen amigo de Shizuku y Yuko, quien siente algo por él. No obstante, Sugimura se involucra en una situación ajena haciendo de mensajero, al ayudar a un compañero que gusta de Yuko. Mas Yuko, quien realmente está enamorada de Sugimura, tras darse cuenta de que él se ha prestado de mediador, se siente triste al punto de gritar: “¡Por qué tenías que ser tú!”.
Se puede decir que Yuko es un personaje secundario bastante tímido y, por momentos, al igual que Shizuku, con poca confianza. Pero, a lo largo de la historia desempeña un papel muy importante: contribuir a que Shizuku supere sus conflictos internos y miedos. Por ende, es una ayudante y no un oponente para que el personaje principal, Shizuku, pueda abrirse camino en la vida, en búsqueda de su sueño o meta: ponerse a prueba escribiendo un libro.
Además, en ese quinteto amoroso ocurre que Sugimura no gusta de Yuko porque está enamorado de la protagonista de la historia, Shizuku. En tales circunstancias, Sugimura y Shizuku van a un santuario sintoísta, y fuera de éste hablan acerca del actuar de Yuko, a la cual Sugimura no entiende en absoluto. Pero Shizuku, enfadada con él por su torpeza ante los sentimientos de su amiga, revela que Yuko está enamorada de él. Sugimura queda anonadado y, más tarde, de manera sobresaltada, toma el brazo de Shizuku y le declara su amor, a lo que Shizuku, asustada, le responde diciendo que no gusta de él, cosa que entristece a Sugimura.
Algo común de Ghibli es mostrar esas amistades adolescentes de carácter inocente y puro que pueden coincidir en el amor y el cariño mutuo. Esto lo encontramos por ejemplo en “La Colina de las Amapolas”, con Umi Matsuzaki y Shun Kazama, quienes tienen que tomar distancia debido a que creen que son hermanos. Pero, con el correr de la historia, buscan saber la verdad de su genealogía hasta que, para sorpresa de los dos, se dan cuenta de que no son hermanos, cosa que permite que no se apague esa llama de amor y de aprecio que compartían. Lo mismo se puede observar con Kiki y Tombo, quienes siempre manifiestan una atracción, pero basada en la ayuda y la compañía. Sin embargo, entre Sugimura y Shizuku pasa lo contrario, y entre Yuko y Sugimura sucede lo contrario también, hasta cierto punto.
Entonces, al contemplar a Sugimura entristecido tras recibir el no de parte de ella, se dirige a casa y, en una situación de extrema soledad, en el vientre de su habitación, llora por la situación en que se encuentra. Shizuku se siente culpable por sus decisiones, pues todavía no está en paz consigo misma y no sabe qué camino tomar para realizarse y ser feliz.
En este quinteto amoroso, aparece finalmente Seiji Amasawa: personaje bastante carismático que, valiéndose de la lectura de cuantiosos libros, busca que Shizuku vea su nombre en las obras que va a leer. Y efectivamente, Shizuku desarrolla una gran inquietud por saber quién es Seiji Amasawa. Luego, por casualidades del destino, ese hilo rojo invisible que une los dedos meñiques de ciertas personas, una tarde, mientras una desmotivada Shizuku se lamenta, Seiji la invita a entrar en la casa de su abuelo Shiro.
En ese instante se da un punto de inflexión en la historia, ya que el conflicto de la película es el hecho de no saber cuál es la vocación a seguir en un presente de adolescencia. Y el más grande oponente de Shizuku es la inseguridad que la supera no permitiéndole ponerse en marcha en la búsqueda de la realización de un sueño. Pero, en cierto grado gracias a Seiji, Shizuku empieza a descubrir qué es lo que desea hacer en su vida y hacia dónde dirigirla, especialmente cuando canta su versión de Country Roads, pues hay una parte fundamental que dice: Country roads, debo seguir por aquí, sin parar. Sé que algún día llegaré a la ciudad.
La canción de Shizuku no pretende hablar de una nostálgica vuelta a la infancia –a un hogar rodeado por un verde campo y tranquilas montañas– como lo hace Country Roads de John Denver o la versión de Olivia Newton-John. Ghibli en esta película muestra que es imprescindible ponerse en marcha hacia la realización personal, usando los caminos del campo para ir hacia ese sueño al que se quiere llegar: trabajar y tener una dignidad material, pasar por la universidad, ser profesional o aprender un arte u oficio y ponerlo en práctica, ser independiente, conquistar un amor deseado, conocer el mundo, etc. Por ello, la presencia de la ciudad es algo simbólico, ya que representa un objetivo asequible a través del esfuerzo y la dedicación. Sin embargo, no hay que ver la ciudad como un sueño americano de carácter material, sino más bien como un símbolo de superación personal.
Finalmente, al verse con Yuko –quien sabe que Seiji irá a Italia a perfeccionarse como luthier y anima a su amiga a desarrollar su propio talento–, Shizuku consuma para bien su deseo de hacer algo con su vida, así descubriendo que anhela redactar una historia y convertirse en escritora: su yo al fin no está extraviado y ha encontrado un hogar. Por tanto, esta visita ilumina definitivamente la vocación de Shizuku, ya que ella también va a probar si tiene talento, en su caso escribiendo una novela.
Simbologías: el gato, el reloj, El Barón y la esmeralda
En “Susurros del corazón” hay cuatro elementos muy importantes que contribuyen a la idea de querer abrirse camino en la vida con una vocación.
Uno es el gato Mota o Mu: un animal sin hogar pero que siempre tiene a dónde ir. Este gato es un símbolo de búsqueda, de andar, de peregrinar para llegar a un fin que se quiere. Aunque no se tenga un lugar fijo dónde descansar, acampar, vivir, Mota muestra que hay que ponerse en marcha para buscarlo. Y eso es lo que ocurre en la vida de Shizuku: aprende a avanzar sin miedo a perder, descubriendo una vocación a partir de la cual se pone a prueba escribiendo una novela.
Otro elemento simbólico es el reloj que el viejo Shirō le muestra a Shizuku en la tienda de antigüedades, el cual en su base expone un conjunto de enanos que trabajan de manera asidua por extraer piedras preciosas. Esos enanos representan el esfuerzo y la perseverancia en buscar algo bello que necesita ser pulido y que, en el caso de Shizuku, sería su vocación, su esmeralda, la escritura en la que se embarca para así llegar a esa meta que es tener su primera novela en sus manos. Sin embargo, el reloj también muestra un amor no correspondido: la historia de una hada que solo se convierte en humana a las doce, pero las demás horas es una oveja. Por ello, el príncipe de los enanos no puede compartir su amor, ya que son seres de mundos diferentes y de naturalezas distintas, que viven tiempos distintos. Esto es una representación de lo que le va a suceder a Seiji y a Shizuku debido a la distancia que los va a separar en un futuro. Sin embargo, no toda la historia del reloj se repite en ellos, ya que, a pesar de que cada uno va a tomar un rumbo diferente, se prometen su amor y apoyarse siempre.
Igualmente, El Barón –que llega a ser una pieza clave en la vida de Shizuku, protagonizando su obra, “Suspiros del corazón”– es un elemento simbólico envuelto por una historia muy triste que vivió el abuelo de Seiji en Alemania al enamorarse por vez primera. Aquel, siendo un muchacho, se prometió amor eterno con una joven, llevándose El Barón a Japón, mientras que ella se quedó con la figurilla de la esposa del Barón en Europa. No obstante, por causa de la Segunda Guerra Mundial, cuando el anciano vuelve a Alemania, ya nunca se encuentra con su prometida. Esto, al igual que la historia del reloj, se presenta como un anuncio de lo que va a pasar con Seiji y Shizuku al irse él a Cremona y ella quedarse en Tokio. Así, es interesante ver que, a pesar de la distancia, Seiji y Shizuku no pierden las esperanzas de amarse y apoyarse mutuamente, como cuando suben juntos la empinada en bicicleta, una empujando y el otro paladeando. Por tanto, el amor proyectado en “Susurros del corazón” no consiste en un ideal, poner en un pedestal a la otra persona, y tampoco implica manipularla y dominarla, sino apoyar sus iniciativas y consolarla en sus momentos de aflicción.
Para terminar este análisis, encontramos la esmeralda, que es, tal como lo explica el abuelo de Seiji, un mineral que se lleva dentro del interior, llámese eso virtud o talento: algo que hay que buscar, descubrir y trabajar para que tome forma y brillo. En Shizuku, ese mineral terminó siendo su vocación por la escritura.
“Susurros del corazón” es una película que invita a perseverar en esa búsqueda de lo que se quiere, dirigiéndose hacia ello. Los caminos del campo guían hacia un sueño que sólo se realizará con una vocación elegida y encontrada. Seiji y Shizuku encuentran su vocación, y al final de la película observan la luz iluminando la ciudad, que es símbolo de superación y del fin de la oscuridad en la vida de los dos. Inclusive en la secuencia de créditos, hay otros dos personajes acariciados por la luz del amanecer: se puede observar a Yuko esperando a Sugimura, con quien se va caminando, muy seguramente hacia el colegio. Por último, enfatizo que esta obra en un principio se llamaba “Si escuchas con atención”, invitando a saber escuchar qué se desea y se sueña desde el fondo del alma.