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Deleuze en la era digital: Poder, diferencia y subjetividad

Deleuze en la era digital: Poder, diferencia y subjetividad

Introducción

La Modernidad marcó un punto de inflexión en la historia del pensamiento occidental, heredando a la Ilustración “los ideales de la ciencia, la razón, el humanismo y el progreso” (Pinker, 2018, p. 17). Bajo estos ideales se constituyó la figura de un sujeto autónomo, racional y libre, con la capacidad de conocer y dominar el mundo, actuando de manera consciente; esta noción, deudora del influjo de Descartes, Kant y Locke,implica una autonomía moral fundada en la razón humana; considerado así, tal sujeto, dueño de sí mismo, es capaz de acceder a verdades universales mediante la razón.

Foucault y Deleuze criticaron la noción del sujeto autónomo y universal, en tanto que no da cuenta de las relaciones de poder y no necesariamente refleja las subjetividades de la contemporaneidad, ante lo cual deviene un sujeto en declive, el ocaso del sujeto moderno. La transformación del sujeto moderno plantea preguntas que guían este texto: ¿Qué significa ser sujeto en la contemporaneidad?, ¿cuáles fuerzas configuran esta transformación?

Este ensayo explora las intersecciones entre poder, diferencia y subjetividad, y qué nos dice la filosofía de Deleuze hoy en la era digital a los sujetos contemporáneos, examinando las maneras en que los conceptos mencionados cuestionan las bases del sujeto moderno y revelan la complejidad de sus estructuras, especialmente ahora que las dinámicas sociales, la tecnología y la política han delimitado nuevas subjetividades consecuencia de las formas de poder (Foucault), la diferencia como fuerza creadora (Deleuze) y la emancipación del sujeto contemporáneo. Finalmente, argumentaré que el ocaso del sujeto moderno no es un callejón sin salida, sino una oportunidad para repensar nuestras formas de vida y subjetivación.

La muerte del sujeto y las nuevas formas de poder: El sujeto foucaultiano

Michel Foucault marca un punto de inflexión en la comprensión de la subjetividad moderna. En Las palabras y las cosas (1968) declara la “muerte del hombre” (p. 332). Allí expone la idea de que el sujeto autónomo y racional no es más que una construcción reciente con próxima caducidad en la historia del pensamiento. El filósofo de Poitiers propone que el ser humano no es una entidad soberana, sino, el producto de una serie de prácticas discursivas y relaciones de poder: idea en la que profundiza en Vigilar y castigar (1975), donde señala que las instituciones modernas, a través de técnicas disciplinarias, ya no solo controlan al individuo, lo producen: “la disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, ‘cuerpos dóciles’” (Foucault, 2002, p. 142).

Foucault indica cómo el poder no es una fuerza represiva únicamente; el poder es una fuerza productiva.Respecto al entramado de saber-poder, dice que las instituciones con génesis moderno (la escuela, el hospital, la prisión, el cuartel) no solo moldean y disciplinan a los individuos, también configuran una subjetividad sumisa que responde a las demandas sociales y políticas necesarias en esas instituciones. Desde la perspectiva foucaultiana, la idea de sujeto moderno –como un ser autónomo, crítico y soberano de sí– se transforma y revela una identidad y una conducta construidas por relaciones de poder que le otorgan una aparente libertad, pero que en realidad restringen sus posibilidades de acción y pensamiento.

La muerte del sujeto en Foucault no es equivalente simplemente al fin de una concepción individualista de la subjetividad; implica la apertura a una nueva comprensión en la que el sujeto se desvela como un constructo interdependiente, moldeado por las estructuras de poder; panorama en el cual las instituciones modernas ya no solo ejercen poder sobre el sujeto, sino que además lo producen, lo posibilitan, lo cimientan y lo configuran. Esta perspectiva permite entender la subjetividad moderna como una entidad regulada por fuerzas externas que condicionan y delimitan su acción.

La diferencia como fuerza creadora: La perspectiva de Deleuze

Gilles Deleuze complementa y expande el análisis foucaultiano, continuando con la ruptura del sujeto moderno a través de una filosofía de la diferencia que rasga la idea de identidad fija, pensando la subjetividad desde una perspectiva dinámica y transformadora. En Diferencia y repetición (1968) Deleuze presenta la diferencia no como negación o desviación de la norma, ni como una propiedad derivada o secundaria; la presenta como una fuerza creativa, pues la sitúa como la fuente primaria de creatividad y devenir. Este enfoque se opone a la filosofía tradicional que entiende la identidad como el fundamento del pensamiento y del ser. Para Deleuze, no es la identidad la que genera la diferencia, sino que la identidad es un efecto secundario de la acción diferenciadora, ya que concibe que todo lo que pasa y aparece en el mundo es resultado de órdenes de diferencias: de nivel, presión, temperatura, tensión e intensidad, mismas que operan como el campo dinámico que da lugar a la génesis de los fenómenos (2002).

Bajo esta perspectiva se sugiere que el cambio y la multiplicidad son inherentes a la vida. Según Deleuze, ya no hay un sujeto moderno, estable y normado, pues tal arquetipo fue develado como una ilusión creada por el poder; sin embargo, la subjetividad resultante no es una mera oposición al poder disciplinario, sino una resistencia creativa que permite otras formas de existencia; esto es, que la diferencia no es concebida como un antagonismo binario, es una potencia transformadora; la diferencia no niega, transforma, posibilita y genera otras maneras de ser. Con ello, el filósofo francés invita a concebir la resistencia como creación y no solo como oposición; la subjetividad ya no es un destino fijo, es ahora un campo de posibilidades en el que la diferencia se manifiesta como una fuerza creadora, como un modo de ser que desafía y transforma los límites impuestos por las estructuras normativas de la modernidad; es un motor para el cambio filosófico y social.

Poder y diferencia: Subjetividades algorítmicas y sociedades de control

Los aportes de Gilles Deleuze representan un terremoto filosófico que ha sacudido los cimientos de la comprensión tradicional de sujeto, particularmente en esta era en la que las tecnologías digitales desdibujan los límites de la identidad; su obra deviene como una brújula para navegar los laberintos de la subjetividad contemporánea. Deleuze ofrece un mapa de posibilidades para repensar nuestra existencia, donde el sujeto no es una entidad fija, sino un proceso continuo de devenir.

La transformación digital que se ha intensificado en los últimos años complejiza las relaciones entre poder y subjetividad. Foucault (2002) hablaba del “poder disciplinario” (p. 157), mientras que Deleuze (2006) introduce la noción de “sociedades de control” (p. 278), misma que se ajusta perfectamente a esta era en la que el control se ejerce de forma flexible y continua a través de las tecnologías digitales. Deleuze ilustra cómo se ha pasado de las sociedades soberanas a las disciplinares, y ahora a las de control, sugiriendo que en esta nueva fase la vigilancia y el control no dependen de la estructura institucional visible, sino de formas más automatizadas, cual profeta de la actual red de redes y el uso de algoritmos que bien pueden ser (y son) usados para monitorear e influir sobre los individuos, en una nueva subjetivización, en la que el sujeto moderno enfrenta una nueva forma de disciplinamiento, de control y moldeamiento de sus deseos, sus pensamientos y comportamientos, de forma continua.

Los sistemas de algoritmos y de Inteligencia Artificial (IA) devienen en una personalización algorítmica de las plataformas y herramientas digitales, las cuales resultan sesgadas y no neutrales porque en ellas se refuerza el poder de vigilancia y la des-subjetivación. Esto ha causado una nueva era, un nuevo individuo o sujeto-sujetado cuya identidad está constantemente monitoreada, modulada y performada digitalmente en una suerte de subjetividad algorítmica que emerge y que plantea desafíos éticos fundamentales sobre la agencia, la autonomía y las posibilidades de mantener la identidad y una subjetividad auténtica en un contexto en el que el control es inmanente, sigiloso, silencioso, personalizado y ¿acordado conscientemente?, al aceptar los términos y condiciones al ingresar a una web o aplicación.

Rizoma y subjetividad: Multiplicidad en la era digital

Deleuze y Guattari (2002) proponen en Mil mesetas al rizoma como la alternativa al modelo arborescente heredado de la modernidad, en tanto que el rizoma tiene un carácter descentralizado –no lineal– y ofrece la topología reflejante de las subjetividades contemporáneas.

Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma tiene como tejido la conjunción “y… y…y…”. En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir y desenraizar el verbo ser. ¿A dónde vais? ¿De dónde partís? ¿A dónde queréis llegar? Todas estas preguntas son inútiles. (Deleuze & Guattari, 2002, p. 29).

El rizoma adquiere una dimensión profética en la era digital, cuando la identidad se fragmenta en diversosperfiles, las conexiones son instantáneas y múltiples, y el conocimiento deviene hipertextual y no lineal. El rizoma no es solo una herramienta para entender la multiplicidad y la ruptura de la noción de centro; configura una subjetividad que opera como una red de intensidades, constantemente reconfigurada por flujos de información y deseo. Este concepto desafía la idea de un sujeto coherente y autónomo, planteando así una subjetividad más fluida y adaptativa, y un escenario donde las fuerzas de control buscan capturar y regular lasintensidades rizomáticas para convertir la multiplicidad en un mecanismo que sustente el poder.

Las redes rizomáticas propias de la era digital, devienen en múltiples dimensiones, identidades fragmentadas en perfiles sociales, el metaverso, hiperconexiones tecnológicas, flujos de información desbordantes, etc. Con estas configuraciones se desafía la idea de un yo centralizado, planteando una subjetividad devenida como red de intensidades, y ya no como una esencia fija. Empero, este mismo modelo también abre la posibilidad a nuevas formas de control y sujeción.

La naturaleza descentralizada del rizoma tiene un paralelismo con las dinámicas de la red de redes:ciberespacio en el que las conexiones no tienen un centro único de control, pues las rige un principio emancipador. Sin embargo, la red ha sido cooptada por estructuras de poder que utilizan la fragmentación para monitorear, subjetivar y dirigir el comportamiento de los usuarios, especialmente en las redes sociales,explotando la lógica rizomática para construir redes de deseo que atraen la atención y monetizan las interacciones, los likes, las reacciones, las emociones digitales, mediante estrategias de vigilancia algorítmica.El rizoma digital, lejos de ser un espacio de libertad, se convierte en un dispositivo de sujeción.

Las máquinas deseantes: La producción de subjetividad algorítmica

Deleuze y Guattari (1985) introducen y desarrollan el concepto de “máquinas deseantes”, describiendo aldeseo como una fuerza productiva y no como algo surgido de la ausencia o la carencia.

[…] el deseo y su objeto forman una unidad: la máquina, en tanto que máquina de máquina (Deleuze & Guattari, 1985, p. 34).

En esta era digital, con la irrupción de la IA, los algoritmos funcionan como máquinas deseantes contemporáneas capaces de capturar, modular, ¿entender? y dirigir los deseos a través de la recolección de datos y la personalización de contenidos.

“[…] el deseo no cesa de efectuar el acoplamiento de flujos continuos y de objetos parciales esencialmente fragmentarios y fragmentados” (Deleuze & Guattari, 1985, p. 15).

Con la IA se da un paso más –un salto gigante– en la lógica de control; crea un nuevo tipo de subjetividad, la subjetividad algorítmica, en la que la autonomía del sujeto queda en cuestión. Así, la Inteligencia Artificial esuna nueva forma de las “tecnologías del yo” (Foucault, 1990), y además puede interpretarse como una nueva forma de lo que Foucault (2002) denominaba “poder individualizante” (p. 198). Los algoritmos crean subjetividades adaptadas a los intereses del código, de los desarrolladores, de las empresas tecnológicas, de los accionistas, del capitalismo; con ello se generan sujetos sujetados en tanto clientes, usuarios y consumidores consumidos porque sus decisiones están predeterminadas por patrones basados en la big datay la ciencia de datos en una suerte de algoritmIA de sujeción.

Deleuze identificó este proceso como característico de las sociedades de control; ello plantea una algoritmIA de sujeción que subjetiviza, que somete a un control inmanente y personalizado. Deleuze y Guattari señalaron que hay (1985) “procesos de producción del deseo, de tal modo que las máquinas deseantes parece que emanan de él en el movimiento objetivo aparente que les relaciona” (p. 20). En este contexto, los datos personales se convierten en el combustible para que estas máquinas deseantes no paren de co-producir sujetos subjetivizados que devienen en perfiles socio-digitales con comportamientos y necesidades anticipados por la algoritmIA de sujeción.

Las preferencias individuales, lejos de ser una expresión de autonomía, son moldeadas y dirigidas por sistemas que optimizan el consumo, que obedece a intereses preestablecidos, codificados, programados e inducidos, a los que se accede en medio de una libertad controlada y modelada digitalmente; así, el deseo, en lugar de ser una fuerza creativa y emancipadora, es instrumentalizado para sostener lógicas capitalistas del mercado; con esta captura del deseo no solo se transforma la economía, sino también las subjetividades co-dependientes de estas estructuras algorítmicas y, de paso, se transforma a la sociedad.

Sociedades de control: Modulación y captura del deseo

En Conversaciones, Deleuze (2006) describe la transición de las sociedades disciplinarias foucaultianas a las sociedades de control. Llama la atención en torno al hecho consistente en que, a diferencia del poder disciplinario, que opera a través de instituciones cerradas como las escuelas, el cuartel, el convento o las prisiones, el control en las sociedades contemporáneas es continuo, flexible y difuso.

 […] en las sociedades de control nunca se termina nada: la empresa, la formación o el servicio son los estados metaestables y coexistentes de una misma modulación, una especie de deformador universal(Deleuze, 2006, p. 280).

Este control se materializa en el ciberespacio a través de la hiperpersonalización, modelando comportamientos, configurando deseos y valores. La agoritmIA de sujeción redefine los límites de la autonomía, cuestionando la posibilidad de una subjetividad auténtica.

La modulación en las sociedades de control se manifiesta también en la educación, tal como ocurre con Synthesis School “for kids who think for themselves” (2024). Sujetos “que piensan por sí mismos” serán educados con la IA de Synthesis School para “desarrollar estudiantes cautivados por la complejidad y la resolución de lo desconocido” (Synthesis, 2024). Plataformas de entretenimiento como Netflix o Spotify –que utilizan algoritmos para sugerir qué ver o escuchar, valiéndose de la sensología (Perniola, 2008) para condicionar con imágenes, videos y animaciones las emociones (alegría, tristeza, angustia, entusiasmo, plenitud, etc.)– no solo sugieren contenido, sino que también moldean activamente el sentir y las preferencias de los usuarios, alienando y sujetando sensológicamente al sujeto consumidor-consumido.

Este fenómeno tecnodigital hace cuestionar: ¿hasta qué punto nuestras elecciones son verdaderamente nuestras, y cuánto de ellas es resultado de una programación previa? Esta continua modulación borra la distinción entre libertad y control, integrando ambas en un solo proceso.

Diferencia y devenir: Ontología de la transformación

Deleuze, en Diferencia y repetición (2002), postula que la diferencia es la fuerza primaria que genera el devenir y el acontecimiento. Tomando en cuenta lo expuesto hasta ahora acerca de las subjetividades algorítmicas, resulta clave este enfoque en tanto que invita a pensar la identidad, ya no como una sustancia fija, sino como un proceso continuo y singular, pues al pensar en la diferencia se piensa en lo que acontece: el devenir (Deleuze, 2002). Casi proféticamente, Deleuze identifica el peligro que conlleva,

[…] confundir lo virtual con lo posible. Pues lo posible se opone a lo real; el proceso de lo posible es, por consiguiente, una “realización”. Lo virtual, por el contrario, no se opone a lo real; posee una plena realidad por sí mismo (2002, p. 318).

Esta perspectiva invita a resistir la estandarización impuesta por los algoritmos, y a responder ante una algoritmIA de sujeción que desubjetiviza “la subjetividad del sujeto individual” (Mezzadra, 2014, p. 94). La idea de diferencia basada en el devenir invita a promover la singularidad y la emancipación frente a la uniformidad tecnológica. Este devenir, entendido como una apertura constante a lo nuevo, desafía la algoritmIA de sujeción que busca predecir y fijar comportamientos. Frente a un sistema que privilegia la repetición y la regularidad, el devenir representa una fuerza disruptiva que pone en jaque a la homogenización. Este desafío no solo tiene implicaciones individuales, sino también colectivas, ya que plantea la posibilidad de comunidades basadas en la diferencia y no en la uniformidad.

Líneas de fuga: Estrategias de resistencia molecular

La comprensión de la diferencia en tanto potencia creativa no solo redefine nuestra relación con la cosa tecnológica, también configura el camino hacia estrategias de resistencia más allá de los paradigmas digitales. Deleuze & Guattari (2002) proponen el concepto de líneas de fuga como oposición al control y como capacidad de crear nuevas realidades; al transitar entre la resistencia y la creación se destaca la importancia de no limitarse a cuestionar las estructuras existentes, activando fuerzas que generen modos de vida alternativos; la línea de fuga se constituye como el movimiento por medio del cual se escapa del sistema binario (Deleuze & Guattari, 2002). Las líneas de fuga se presentan como estrategias para evadir las lógicas de control algorítmico, tales como el hackeo de algoritmos, para desentrañar y subvertir las estructuras que sostienen la vigilancia y la predicción, en procura de tecnologías más abiertas y emancipadoras.

Otra línea de fuga la constituyen las identidades nómadas en contraposición a las identidades fijas y monitoreadas por las plataformas digitales. Con el nomadismo identitario el sujeto está en un constante devenir que esquiva las categorizaciones estáticas que imponen las compañías tecnológicas y sus algoritmos;es un movimiento rizomático hacia la multiplicidad para escapar al control y ampliar las posibilidades de autoexpresión y de emancipación. Con las microprácticas de resistencia como el uso de software libre y herramientas de cifrado, se exploran otras líneas de fuga constituyentes en actos cotidianos autónomos contrahegemónicos de las lógicas de la algoritmIA de sujeción, generando un espacio para la subjetivación fuera del dominio algorítmico.

Este uso contrahegemónico de las tecnologías digitales permite explorar nuevas posibilidades para repensar las herramientas existentes y usarlas como dispositivos de emancipación; se trata de no aceptar pasivamente las limitaciones impuestas por la algoritmIA de sujeción; hackear y reconfigurar la tecnología para promover valores de cooperación, solidaridad y justicia.

Conclusiones

El ocaso del sujeto moderno –en tanto muerte del sujeto autónomo, racional y autogobernable que estuvo en el centro del pensamiento ilustrado–, a la luz de la obra de Foucault –que revela cómo las instituciones modernas y las estructuras de poder disciplinario producen subjetividades más restringidas que verdaderamente autónomas–, lejos de ser el fin de la subjetividad, señala una fase de transición que abre posibilidades para repensar las relaciones entre poder, diferencia y subjetividad. Foucault, Deleuze & Guattari proponen nuevas perspectivas para comprender esta transformación; Foucault destaca el poder productivo creador del sujeto, y los aportes de Deleuze & Guattari permiten entender la diferencia como un campo de resistencia y creación.

La filosofía de la diferencia desafía la primacía de la identidad, presentando la diferencia no como una desviación de la norma, sino como una fuerza creativa de altas potencialidades que genera nuevos modos de ser y que permite entender la subjetividad ya no como una esencia fija, sino como un proceso siempre en devenir; devenir en el que el ocaso del sujeto moderno encuentra nuevas salidas y oportunidades para reformular los modos de vida y sus procesos de subjetivación. Este proceso implica abrazar la diferencia, la resistencia y la emancipación de las estructuras de poder normativas y de las tecnologías opresoras emergentes, trazando líneas de fuga que propicien el empoderamiento individual y colectivo ante el auge de tecnologías digitales, algorítmicas y de inteligencia artificial que complejizan aún más la relación entre poderdiferencia y subjetividad que puede generar nuevas subjetividades en las que el sujeto moderno ya no está en su ocaso, sino que es un sujeto sujetado en una suerte de algoritmIA de sujeción.

La IA plantea interrogantes críticas sobre la agencia, la autonomía y el potencial de usar mecanismos sujetadores que perpetúen sesgos, discriminaciones y refinados dispositivos opresores a través de un tecnocapitalismo salvaje. Paradójicamente, la misma IA puede ser usada como dispositivo emancipador, evitando su adaptación a normas hegemónicas, en procura de una IA reformulada hacia formas más críticas y liberadoras del nuevo orden en la era digital. Sin embargo, estas transformaciones son urgentes, ya que la subjetividad se encuentra cada vez más sujeta a mecanismos de control algorítmicos que actúan de manera sutil y efectiva, en la configuración del sujeto contemporáneo bajo una estandarización masiva a través de una creciente hiperpersonalización algorítmica disfrazada de una falsa promesa de autonomía aumentada.

Referencias

Deleuze, G. (2002). Diferencia y repetición. (M. Delpy y H. Beccacece, Trads.). (1ª ed.). Amorrortu.

Deleuze, G. (2006). Conversaciones. (F. De Los Ríos, Trad.). (1ª ed.). Pre-Textos.

Deleuze, G., & Guattari, F. (1985). El Anti Edipo: Capitalismo y esquizofrenia. (J. Vázquez Pérez & U. Larraceleta, Trads.). Paidós.

Deleuze, G. & Guattari, F. (2002). Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia (J. Vázquez Pérez & U. Larraceleta, Trads.). (5ª ed.). Pre-Textos.

Foucault, M. (1968). Las palabras y las cosas. (E. Frost, Trad.). (1ª ed.). Siglo XXI.

Foucault, M. (1990). Tecnologías del yo y otros textos afines (M. Allendesalazar, Trad.). (1ª ed.). Paidós.

Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar: el nacimiento de la prisión. (A. Garzón, Trad.). (1ª ed.). Siglo XXI. 

Mezzadra, S. (2014). La cocina de Marx. El sujeto y su producción. (D. Picotto, Trad.). Tinta Limón.

Pinker, S. (2018). En defensa de la ilustración. (1ª ed.). Paidós.

Perniola, M. (2008). Del sentir. Pre-textos

Synthesis. (2024).  Synthesis Schoolhttps://www.synthesis.com/

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About The Author

Luis Alberto Triana Llano

Ingeniero en Seguridad e Higiene Ocupacional (2002), por el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid. Licenciado en Filosofía (2023), por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) y maestrando en Filosofía para los Retos Contemporáneos, Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Investigador semilla UNAD. Educador del proyecto Internacional BOECIO de la Universidad de Sevilla.

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