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Calaveritas literarias a personajes famosos de la historia

Calaveritas literarias a personajes famosos de la historia

Agradecemos a todas las personas que participaron en esta edición de nuestra Convocatoria anual de calaveritas literarias y felicitamos a los seleccionados de esta edición.

Calaverita a Francisco Toledo

Nelia Someillán

La muerte que a ningún vivo
de llevarse perdonó
no sabiendo lo que hacía
sin Toledo nos dejó.

Lloraron los ajolotes,
la iguana, los chapulines,
y la hormiga enmudeció.

La parca por vez primera
pensó que se equivocó
y al mirar tanta tristeza
también la muerte lloró.

Baile de estrellas

Carmen Julia Holguín Chaparro

Dos de noviembre corría
y había mucha emoción,
todas las expectativas
anunciaban un fiestón.

En el cielo aquel día
la pachanga se formó
con estruendo y alegría
el bailongo comenzó.

La muerte pasaba lista,
apuntó a André Breton,
Tina Modotti en la esquina
y por allá Joan Miró.

Llegó puntual nuestra Frida
con su amigo León;
ella lucía tan viva
que a Diego derritió.

Remedios Varo reía
cuando al salón arribó,
Chavela Vargas ponía,
para amenizar, su voz.

Leonora abrió la pista,
Dolores del Río le entró,
Salvador Novo se unía
y gran argüende se armó.

De todo, esa noche, había,
tanto artista en esplendor,
cualquier diferencia en vida
el más allá igualó.

Calaverita a Isaac Newton

Víctor Darío López

En los mil seiscientos años,
un revolucionario nació.
Hombre de pelos rizados:
Isaac Newton, el cura, nombró.

Al catrín dejó asombrado,
tal chamaco prematuro.
De granjero lo quiso, el huesudo,
pero otro fue el destino del testarudo.

Para colmar su gusto por saber
y los fenómenos comprender,
en los hombros de gigantes
se alzó en alto
para más lejos poder ver.

Cálculo, Matemáticas y Teología
formaron parte de sus manías;
mas, se le recuerdan todavía
por unir a la Física en una teoría.

Tan prolífico llegó a ser
que al gobierno pidieron traer.
De los desfalcos, proteger
a la Casa de moneda, fue su deber.

Pero qué risa tiene el catrín
al recordar a aquel Sir
a quien se le olvidaba dormir,
comer, gozar y convivir.

Ninguna de las leyes que dictó,
a sus males renales mejoró.
Tranquilo, el catrín, lo esperó
hasta que un marzo al panteón llegó.

Calaverita a Lady Di

Ana Margarita Quirós Uranga

En el mundo de los muertos había una catrina diferente a las demás, 
todas se dedicaban a llevar almas al sepulcro
mientras que ella solo veía cómo podía ayudarles más,
cómo hacerles su proceso de muerte más tranquilo y pulcro.

Sus compañeros no entendían ese comportamiento,
era contrario a la naturaleza de una calaca sana, 
nunca imaginaron que ese día tendrían un gran descubrimiento,
al enterarse que ella era la mismísima princesa Diana. 

Se acercaron entonces a preguntarle de su vida en la realeza,
ella les contó que había sido difícil ser tan diferente,
ella quería ponerse al servicio del pueblo con nobleza,
y eso no era a lo que estaba acostumbrada la gente.

Pero estaba orgullosa de lo que había logrado en vida,
enseñarle al mundo una manera diferente de ser patrona,
y es que tienes que ser quien primero a la gente cuida,
antes de pensar siquiera en ponerte una corona. 

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