
Sin órganos. Breve poemario inspirado en Deleuze

Laberinto
Sin piel, mi carne es mapa abierto y crudo,
un laberinto de venas rojo y vivo.
El tiempo, laberinto sin fin, me arrastra
en un río de arena que todo lo cubre.
Cicatrices como escamas en el cardumen
de mis recuerdos en donde nada subsiste,
pero todo se convierte en espacios mentales
que imbrican y tejen de abajo hacia arriba,
como un relojero arma y desarma
un mecanismo complejo, sin pausa ni fin.
En sus engranajes la vida se transforma,
enrosca, avanza, se detiene cada milésima
del segundo para vernos morir.
La muerte es solo un giro más del camino
Mis órganos expuestos como un jardín
de flores sangrientas y espinas afiladas.
Un paisaje interior donde el alma se adentra
y busca el pincel con el que trazar la figura
humana para convertirla en piedra de sal.
El tiempo, asesino silencioso y lento,
descarapela mi piel psoriásica,
la hiere, la mata, la convierte en polvo
y la veo caer al compás del tic tac del reloj.
Nada resiste su implacable intento,
todo se desvanece, todo se diluye.
Un devenir constante, una fuerza creadora
en cada instante, un nuevo mundo se esculpe,
mientras me diluyo en la sed de vivir.
Urbe
En esta urbe de cemento y óxido,
donde el poder nos encadena y olvida,
la tierra fecundada es el deseo que da la raíz,
rizomas de una tierra seca;
se separa, se anuda, regresa y crece.
Que el sol abrasa, abraza,
desciende, asciende entre ramas crujientes.
Superpone, desafía la máquina poderosa
que se vuelve inteligencia,
desafía y crea nodos con redes que se expanden,
multiplica el tuétano de un tubérculo.
En las grietas del sistema,
donde se arrastran insectos-peces,
nace una nueva vida,
una fuerza que no se doblega.
Somos rizomas
extendiendo nuestras raíces en la oscuridad,
conectando los márgenes,
creando un mundo sin órganos ni jerarquías.
Rizomas que abrazan la esencia del suelo,
tejen historias donde uno no excluye,
son como escamas de pez,
en cada surco escondido un destello
de múltiples vistas para florecer.
Así, en la tierra que el sol ha sellado,
el acontecimiento es la ruptura a lo establecido,
todo se transforma en el instante que es eterno,
ese instante al que llamamos aion.
Fosa
Mi destino es una fosa, un abismo sin fondo
donde el tiempo se deshilacha y el espacio se expande.
Un cuerpo sin órganos, una carne que se deshace,
en el devenir (ahora tierra, ahora sombra)
se expande y se pliega.
Paseos
Un paso, avanzo y camino,
habito un traje de humano cargando una maleta vacía,
con historias plegadas en el costillar del interior
plagadas de recuerdos / antes tristes.
Mis hijos se convirtieron en adultos con su carga pesada
a cuestas, empero, la felicidad como resistencia
portando nuevos versos y sobre esos versos
la métrica que trae una canción con la potencia para vivir
dentro de nuevas vidas.
He caminado durante mucho tiempo,
el sol se comió mi piel y las ganas de regresar,
dejé los molares en besos furtivos y mis ojos
en una botella de anís.
Tengo sobre mis huesos una manta de piel
psoriásica y eritematosa, que arde cuando lloro,
que cae cuando trabajo y la tengo que recoger
para verterla al cesto de basura.
Me convertí entonces en lo anti binario,
grité en la descomposición de mis sentimientos,
fue tan feo amar, es tan terriblemente feo amar,
querer sentir la piel de otra persona rozando la piel,
es horrible querer ser perro para recibir una caricia,
quisiera ser pulga, habitar en la piel del perro y
ser yo la que me alimente del perro, la que viva y
parasite de él.
Dejé de ser mujer, no quise ser hombre, me convertí
en lo que siempre fui, me convertí en letras, en palabras,
en voces, en muchas voces que me llamaron y que
entraron en mí, me convertí en paranoia y deseo,
me convertí en el verbo para escupir poesía.

Están excelentes Vero. Muchas felicidades. Me gustó muchísimo el de “Paseos”.
Maravillosa escritura Vero.
Atte: George Black. 🖤🌹🖤