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Reseña y análisis de Dune, de Frank Herbert

Reseña y análisis de Dune, de Frank Herbert

Qué es y cómo ha impactado Dune en la literatura

Dune es una saga de ciencia ficción publicada por el escritor, Frank Herbert, entre 1965 y 1985.

A pesar de algunas dificultades para lanzar el primer volumen, cuando el autor logró llevarlo a las librerías tuvo un rotundo éxito, haciéndose de muchos fans y ganando los prestigiosos premios de ciencia ficción: Nébula (en 1965) y Hugo (en 1966).

Actualmente, Dune ha vendido más de 20 millones de copias alrededor del mundo, convirtiéndose en uno de relatos más populares e influyentes de la literatura. Los libros que conforman la saga original de Dune, también conocidos como Crónicas de Dune, son:

Se dice que Dune representa lo que El señor de los anillos: una obra cúspide en su género, porque Tolkien enriqueció a la fantasía con elementos lingüísticos e históricos que hicieron de ella algo más interesante para la crítica, mientras que Herbert haría lo propio en la ciencia ficción, dándole una profundidad hasta entonces sólo encontrada en libros de filosofía, psicología, matemáticas, ecología, antropología, o en clásicos literarios como Los hermanos Karamazov.

Y aunque en 1965 la ciencia ficción se encontraba en una etapa de auge (nueva ola), habiendo tenido exponentes enormes como Isaac Asimov, aún era considerada poco seria, demasiado simple por buscar el entretenimiento masivo, más propia de revistas que de libros. Sin embargo, con las casi mil páginas de su primer tomo, Dune cambiaría definitivamente esa percepción.

Por otra parte, cuando muchos escritores de ciencia ficción se inspiraban en Poe, Shelley, Verne, Wells, Lovecraft y otros autores consagrados del género, Frank Herbert buscó referentes en las tragedias clásicas y hasta en las mitologías y religiones de diferentes culturas.

Así, los aportes de Dune a su género literario, son variados. Además de su densidad filosófica, histórica y cultural, también presenta un escenario intergaláctico impresionantemente vasto, el cual inspiraría nuevas expresiones de este género, comenzando con Star Wars (a decir verdad, George Lucas tomó mucho más que el escenario de Dune, como se verá).

Dos elementos más aportados por Dune a la ciencia ficción, son: su visión de la devastación ecológica causada por el agotamiento de los recursos naturales, y su crítica al mesianismo; de éstos deriva una ética del consumo y la autosuficiencia, muy contraria a la explosión demográfica y el comportamiento de masas que nos rige actualmente, que el autor procuró poner en práctica durante su vida.

Cabe mencionar que, si bien Dune suele estar en la sección de ciencia ficción (lo cual es lógico, pues se ubica 10,000 años en el futuro) también se le etiqueta como “fantaciencia”, pues presenta toda una gama de elementos fantásticos, como poderes psíquicos, fuerza o inteligencia sobrehumana. De tal manera, los elementos tecnológicos, característicos de los títulos de ciencia ficción, en los tomos de Dune son reducidos al mínimo, dando más relevancia al potencial, al parecer inconmensurable, de la mente humana.

Sobre el autor de Dune: Frank Herbert

Frank Herbert (1920-1986) nació y creció en la ciudad portuaria, Tacoma, ubicada en Washington, al extremo noroeste de Estados Unidos. Siendo niño, sus aficiones consistían en explorar la naturaleza, pescar y jugar entre los barcos. Era un chico inteligente pero solitario, quizá por el alcoholismo de sus padres, quienes afrontaron la Gran depresión económica de 1929.

No obstante, el pequeño Frank encontró un grato refugio en la literatura, volviéndose asiduo lector de autores como Ezra Pound, Guy De Maupassant, Marcel Proust y Ernest Hemingway. A los 8 años le dijo a todos que su destino era ser escritor, comprometiéndose tanto que a los 12 ya dominaba la obra de Shakespeare.

Durante su juventud llegó a vender sus relatos a distintas revistas de la costa noroeste, pero no dejaría de ser un escritor freelancer hasta los 40 años, cuando una agencia de revistas de coches y otros hobbies aceptó publicar su ópera espacial, Dune. Antes de eso trabajó como fotógrafo naval (en la segunda guerra mundial), presentador de radio, pescador de ostras, y lo que sería la mitad de su vida: periodista. Sin embargo, la suerte parecía no favorecerlo y constantemente quedaba desfondado, siendo su esposa quien sostenía a la familia.

Seguramente basado en sus experiencias como fotógrafo naval, en 1956 publicó por entregas en la revista pulp de ciencia ficción, Astounding, una novela psicológica acerca de un submarino de guerra en un futuro no muy lejano, titulada El dragón en el mar. En tal obra, Herbert confina a un grupo de militares al estrecho espacio de un vehículo subacuático, con una misión por demás peligrosa: descubrir por qué no han regresado los últimos 20 espías, como ellos, enviados a las costas enemigas. También llamado Bajo presión, este libro fue recibido favorablemente por la crítica, siendo considerado un excelente thriller, tanto por la turbación mental capturada en sus páginas, como por la calidad de su escritura y la cantidad de investigación que lo respalda.

En 1958, investigando para un reportaje acerca de los experimentos ecológicos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Frank se subió a una avioneta y sobrevoló la zona arenosa de la ciudad costera, Florence, donde las dunas estaban desplazándose hasta invadir casas e incluso acabar con la vida de algunas personas.

Desde las alturas, Herbert pudo observar que, aunque lo hace más lentamente, la arena se mueve como las ondas marinas, con igual capacidad destructiva. El trabajo del Departamento de Agricultura consistía en sembrar pastizales y así detener el curso de la arena, lo cual maravilló al escritor, pues nunca había visto de manera tan clara un enfrentamiento entre el ser humano y la naturaleza. Marcado por esta experiencia, al redactar su obra magna planteó que los habitantes del planeta desértico Arrakis, también conocido como Dune, esperan la llegada de una era de prosperidad en la cual el verdor de los árboles reemplazará al árido tono de la arena. No obstante, conforme avanza en la elaboración de su novela, Herbert vislumbra el cumplimiento de su ideal y no le agrada lo que atisba. ¿Tener a nuestro alcance todos los recursos, es lo mejor? A decir verdad, se supone que Dune llegó a ser desértico porque generaciones anteriores lo consumieron todo, así que quizá afanarse en derrotar al desierto y volver a la abundancia tal vez no sea la solución; de hecho, parece que los individuos adquieren una ética superior, más digna y noble, una vez que ellos se adaptan al ecosistema.

Frank Herbert no pudo vender su nota sobre las dunas de Oregon, pero sí que ganó algo importante con la experiencia, pues se hizo de la idea principal de su gran novela: Dune. A partir de ello se interesó vivamente en la cultura de los pueblos del desierto (sobre todo apaches y árabes), adquiriendo los elementos que complementarían aquélla. Cuando Dune estuvo lista para su publicación, después de siete años de investigación y redacción, fue rechazada por más de 20 casas editoriales, las cuales no estaban acostumbrados a sagas espaciales cercanas a las 1000 páginas, y no querían aventurarse en la realización de algo así. Pero en 1965 la agencia de revistas de autos y otros hobbies, Chilton, sí estuvo dispuesta a correr el riesgo, y rápidamente quedó comprobado que acertaron al publicar la obra de Herbert, pues en es mismo año ganó el prestigioso premio de ciencia ficción, Nébula, y en 1966 el premio Hugo. Los fans sólo han aumentado desde entonces.

Durante los últimos 20 años de su vida, Frank Herbert se dedicó a vivir de manera ecológica, 100% sustentable y en balance con el ecosistema (un tiempo en Vietnam y después en Hawái), así como a prolongar su serie intergaláctica con otros cinco volúmenes, legando un total de seis libros que conforman la saga original de Dune.

Tras la muerte de Frank, su hijo y también escritor, Brian Herbert, junto con Kevin J. Anderson, se dieron a la tarea de continuar las crónicas de Dune por su cuenta, sumando a esta colección los siguientes títulos:

Acerca de Dune (1965), el primer libro de la saga

Éste es el título que comenzó todo. Narra la historia de Paul Atreides, un joven contextualizado en un imperio espacial de estructura feudal, en el cual su familia ocupa un lugar prominente. Por supuesto, hay otras casas que compiten por el poder, como los Harkonnen, acérrimos oponentes suyos.

Los Harkonen y el Emperador alían fuerzas para exterminar a los Atreides, asignándoles el control del planeta Arrakis, también conocido como Dune, mismo que es la única fuente en la galaxia, de la valiosísima melange: especia residual de los gigantescos gusanos que circulan bajo la superficie del desértico mundo.

El verdadero fin de los conspiradores es sacar a la familia Atreides de su paradisiaco y seguro hogar, para asesinarlos al llegar a Arrakis. La melange, por su parte, es el combustible que hace posibles los viajes espaciales, así que todo el sistema imperial depende de su recolección; además, es una droga muy poderosa usada por una secta de sacerdotisas/concubinas/psíquicas que practican la eugenesia con el fin de concebir, algún día, al elegido que ha de restaurar al imperio; aquél que ostentará el máximo poder mental.

Cuando se le ordenó que tuviera una niña, la mamá de Paul lo tuvo a él, desobedeciendo a la sacerdotisa principal y esperando que Paul resultase el elegido. El pequeño Paul es formado por los mejores mentores y se encuentra en la adolescencia cuando su padre recibe la orden de trasladarse a Arrakis.

Este libro también introduce a los Fremen; pueblo nativo de Dune, coexistente con los gigantescos gusanos de arena; gente admirable y con creencias míticas, a la espera de un mesías que restaure su antiguo esplendor. Esto último es una idea ancestral de los Fremen, núcleo de su religión, aunque eventualmente parece un mito diseñado para manipularlos.

Tema principal de Dune: el problema del mesianismo

En diferentes ocasiones Frank Herbert declaró que el tema principal de Dune es una crítica al mesianismo, al cual consideraba una arcaica necesidad de los seres humanos, consistente en subordinarse a un líder fuerte y carismático, al que se le confiere la responsabilidad de tomar las decisiones difíciles. Considerando que nadie es perfecto, pues todos tenemos aciertos y errores, lo peor del mesianismo según Herbert, además de propiciar la elusión de la responsabilidad individual, es que el mesías, líder, héroe o como sea llamado, recibe atributos superiores a lo común, de manera que realmente se convierte en un súper héroe, dado el enorme poder que le es cedido. Para este autor, cuando un súper héroe intenta hacer mucho bien, también causa gran mal, súper mal, así que un mesías es algo que ningún individuo íntegro y sensato debería desear. Su mensaje contra el mesianismo es procurar la autosuficiencia ecológica; el abandono del vasallaje y del deseo de gobernar otras voluntades.

Influencias de la historia, la literatura y la ciencia, en Dune

Algo característico de Dune es la variedad de influencias expuestas en sus páginas, en las cuales hay situaciones análogas a la vida de personajes históricos, como Alejandro Magno y Lawrence de Arabia. Las referencias a la literatura de Homero, Sófocles, Shakespeare, Samuel Butler, Edgar Rice Burroughs, Isaac Asimov y Dostoyevski, son constantes. En la parte psicológica destaca la influencia de Carl Jung, mientras que a la parte ecológica es Rachel Carson quien le da forma. La semántica de Alfred Korzybski, así como el taoísmo y el budismo zen, conforman el respaldo filosófico. En la cuestión antropológica, Frank Herbert estudió el clásico La rama dorada, de George Frazer. El teorema de la incompletitud de Gödel cubre la parte matemática, y el Principio de incertidumbre de Heisenberg, la física. Finalmente, la imagen mesiánica planteada en Dune tiene detalles religiosos planteados en la Biblia y el Corán.

Dune en el cine y la televisión

Las realizaciones fílmicas de Dune han sido variadas, pero ninguna 100% satisfactoria.

El proyecto de 1980 del chileno Alejandro Jodorowski parecía prometedor. Incluía las actuaciones de Salvador Dalí y Orson Welles, musicalización de Pink Floyd, efectos de Dan O’Bannon (quien posteriormente escribiría Alien), dirección de Ridley Scott y vestuario de Moebius (quien realizó tal trabajo en otras producciones, como, Bladerunner y El quinto elemento). Por desgracia, a la hora de poner las cosas en marcha, la gente de Hollywood no quiso arriesgarse con una cinta tan experimental, cancelando la producción.

En 1984 el director David Lynch sería el encargado de finalmente llevar Dune a la pantalla grande, pero el resultado no le gustó ni a él mismo. Dijo que no tuvo la última palabra en mil decisiones, y que la edición final tampoco estuvo en sus manos. Los fans comentaron que les pareció una parodia de Flash Gordon, mientras que el propio Frank Herbert la desestimó argumentando que el punto de sus libros era realizar una crítica a la idea de un hombre-dios, mientras que en la película de Lynch, Paul Atreides llega a ser divino.

En el año 2000, el canal televisivo America’s Scifi lanzó la serie, Dune. Ésta fue una buena producción, pero presentó algunas variaciones argumentativas que se alejaron de los planteamientos originales de Herbert. En 2003, el canal SyFy replanteó el universo Dune con la miniserie Los hijos de Dune, misma que se basa en los acontecimientos narrados en el libro que lleva tal título. Esto último es de lo mejor que se ha hecho a partir de la obra de Frank Herbert, pero los fans aún esperaban algo más.

Así, en 2021 fue lanzada la nueva saga fílmica, Dune, dirigida por Denis Villeneuve y protagonizada por Timothée Chalamet, la cual recaudó más de 450 millones de dólares y ganó 6 de los 10 premios Óscar a los que fue nominada: Mejor sonido, Mejor banda sonora original, Mejor montaje cinematográfico, Mejor diseño de producción, Mejor fotografía y Mejores efectos visuales. No obstante, muchos pensamos que los libros siguen siendo superiores. Los reproches más comunes en torno a la obra de Villeneuve, son: la terrible representación de Lady Jessica (quien originalmente es lo opuesto al ratón asustado que interpretó Rebecca Ferguson); la heroica –y por lo tanto desatinada– representación del duque Leto (quien originalmente es un torpe estratega); la sustitución de la palabra ‘yihad’ por la palabra ‘cruzada’, lo cual cristianiza un término musulmán cuya significación en la obra de Herbert era simplemente diferente; etcétera.

Similitudes entre Dune y Star Wars

Finalmente, hablemos de esa gran producción cinematográfica de 1977, hoy franquicia de Disney, casi tan llena de elementos de Dune como la obra del mismo Frank Herbert. Me refiero a Star Wars, de George Lucas, quien ha admitido basarse en Dune para desarrollar su propia fantasía espacial, aunque un simple comentario no es suficiente. Lucas tomó bastante y nunca le pagó regalías a Herbert, quien optó por no demandarlo, a pesar de los consejos de amigos y miembros de la comunidad de escritores de ciencia ficción. Algunas de las cosas que George Lucas tomó “prestadas” de Dune, son estas:

  • Ambas sagas comienzan con un adolescente en un planeta desértico, cuando descubre que tiene un destino intergaláctico que implica derrotar a un malvado emperador.
  • El elemento clave en la composición de Dune, así como en Star Wars, es un tratamiento épico de la ciencia ficción, como si se estuviera narrando un mito.
  • En los bosquejos previos a la versión definitiva de Star Wars, la princesa Leia tenía bajo su resguardo, no el mapa de la estrella de la muerte, sino un cargamento de “especia aura”.
  • En Dune hay una princesa Alia, lo cual se pronuncia A-leia.
  • En Star Wars el villano es el padre del héroe, lo cual en Dune ya había sucedido, con una variante.
  • “Prana Bindu” es la técnica de control físico y mental que constituye el entrenamiento de Paul Atreides para desarrollar su máximo poder psíquico. “Jedi Bendu” (nombre posteriormente sustituido por “Artes Jedi”) es la técnica de control físico y mental que constituye el entrenamiento de Luke Skywalker para desarrollar su máximo poder psíquico. En adición a lo anterior, cabe mencionar “La voz” con la que Paul Atreides controla los actos de otros, tan parecida al llamado “Truco mental Jedi”.
  • En ambas sagas, las minas y especias forman parte del escenario y la estructura económica de la galaxia.
  • En Dune y Star Wars una corporación posee el monopolio de la transportación espacial.
  • Alia y Luke practican su manejo de la espada y el sable de luz, respectivamente, con un oponente no humano, automatizado.
  • Una nave similar al halcón milenario ya había escapado –por un pelo– de las fauces de un gusano gigante en un árido planeta. Ocurrió con un ornitóptero, en Dune.
  • Paul espía a los Fremen con sus electrobinoculares, mientras que Luke también usa electrobinoculares para espiar al “pueblo del desierto”.
  • En 1981 Frank Herbert describió a Leto II, Dios emperador de Dune, como un enorme gusano o larva, de cuatro metros y medio, con rasgos faciales y brazos humanoides. En 1983 George Lucas presentó a Jabba el Hutt, un enorme gusano o larva, de cuatro metros y medio, con rasgos faciales y brazos humanoides.

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