El Lógos y la lógica estoica
Introducción
La pregunta que busco responder en este artículo es cuál es la relación que guarda la lógica de los estoicos con su concepción metafísica del mundo. Dicho de otro modo, en este artículo busco exponer cuál es la relación entre la Lógica y la Física estoica.
La filosofía estoica está constituida esencialmente de tres áreas: (1) la Física, (2) la Ética y (3) la Lógica. Cada una de ellas conforma el pensamiento de la escuela estoica como una unidad bien consolidada. Así como es importante explicar cómo están estrechamente relacionados la Ética y la Física, del mismo modo es importante explicar cómo están estrechamente relacionados la Lógica y la Física[1]. En este artículo me enfocaré solamente en esto segundo.[2]
Este artículo está estructurado del siguiente modo: I) expondré primero el principio supremo de la filosofía estoica, el Lógos; II) posteriormente hablaremos sobre el Lógos de cada ser particular, el hegemonikón; finalmente, III) hablaré sobre la lógica estoica con base en lo expuesto en (I) y (III). La premisa básica sería que, una vez comprendida adecuadamente la Física, es más fácil (y enriquecedor) explicar la Lógica.
Algunas referencias a los fragmentos originales (traducidos) están hechas con base en el sistema canónico de citación para los fragmentos estoicos (S.V.F).
El Lógos como principio y base de la filosofía estoica
Para la escuela del Pórtico[3], hay una única realidad, pero esa realidad, o esta realidad, no es azarosa ni fatua. Todo lo contrario, hay un móvil, un rector, un agente pensante y dinámico que todo lo dirige y lo gobierna: el Lógos. Aunque los testimonios y comentarios que nos han sido heredados a lo largo de la historia sobre la escuela estoica, en un primer instante nos hablan sobre dos principios: lo que hace (el Lógos) y lo que padece (la materia)[4]; si somos muy puntuales, y examinamos otros testimonios, encontramos que hay una visión monista del Kósmos: en realidad hay un solo principio que genera todo y da sentido a todo cuanto hay, el Lógos. Éstees quien imprime en la materia sin forma la sustancia, es quien le da el ser a lo que no es nada o a lo que es indeterminado, como lo resalta Capeletti: “Este lenguaje dualista encubre, sin embargo, un pensamiento monista, ya que espíritu y materia son, para el fundador del Pórtico, dos aspectos de una única realidad”.[5]
Será mejor ir poco a poco en cuanto al Lógos, ya que es imprescindible para comprender el resto de la exposición (y para comprender a los estoicos como sistema o escuela filosófica). Pensar en la materia, que es el sustento y lo que subyace a toda entidad material, aquel principio sin lo cual no podemos decir, para los estoicos, que hay algo que es, o que hay algo que está determinado y que se encuentra en el Kósmos, a pesar de esto, no podemos decir tal cual que la materia, en tanto que materia, está determinada o tiene una sustancia ya dada: es pura materia, en el sentido más crudo de esta palabra. Para que un ente sea tal, requiere de una sustancia, de una esencia que lo haga ser lo que es, y eso no lo constituye la materia por sí sola, requiere de algo o alguien que imprima en ella lo constitutivo, lo Formal, ese alguien es el Lógos.
Al ser el Lógos quien imprima lo sustancial en la materia para conformar la realidad, es necesario que sea él y no algún otro (que en este caso no hay más que él y la materia) el ordenador y configurador del mundo, el dios[6] de todo esto. Ahora bien, todo aquello que es configurado conforme a este principio, guarda dentro de sí algo de él. Es decir, cuando el Lógos constituye todo cuanto hay, al momento de formar a la materia y dar vida y ser a los entes, éstos conservan en su esencia algunas cualidades del dios: como lo racional, lo anímico, lo ordenado, entre otras. “Los estoicos [opinan] que Dios es, sin duda, lo que es la materia o también que Dios es una cualidad inseparable de la materia y que él mismo transita a través de la materia como el semen a través de los órganos genitales”.[7]
Como “Es imposible que la causa esté presente y lo causado no comience a ser. […] Imposible es, en efecto, que al existir en alguien la templanza, éste no sea temperado, o que, existiendo [en él] el alma, no viva o que, habiendo [en él] inteligencia práctica, no sea inteligente”[8], entonces es insoslayable que, si el Lógos es cuerpo –Fuego– y razón[9], entonces toda su creación es material –por ser formada por la materia– y racional. Sobre todo, es racional el alma de los seres individuales animados (hegemonikón). Y es que, con base en que esta Razón Ígnea que modela e imprime algo de sí en las cosas que rige, estos entes creados son también fuego y alma, y son fieles a la voluntad del Lógos. Tan es así que los estoicos hablaban de un destino al cual todos confluyen y se conflagran donde todo vuelve a ser formado por el Lógos[10]. Del mismo modo, los estoicos hablaban de adivinación y predicción de lo que podía o iba a ocurrir[11].
En aras de esta visión del mundo, no podemos afirmar nada más que el mundo es racional en tanto que su principio es racional: “[Platón] expresó en potencia la misma doctrina que Zenón. Éste, en efecto, dice que el Todo es la obra más hermosa construida de acuerdo con la naturaleza, y mediante un raciocinio probable, que es un animal dotado de alma, inteligente y racional”[12]. Por último, aunque no menos importante, esta creación por parte de la Inteligencia Ígnea es artística, el mundo es una obra de arte, ya que el arte era considerado por los estoicos como la expresión total de lo racional y ordenado que puede caber en un ser; y como no hay mayor ser que el Lógos, no hay creación más artística que la que él produce, la realidad:
Zenón, por tanto, define la naturaleza de tal modo que dice que ella es un fuego artístico que marcha hacia adelante en su camino para engendrar. Opina, en efecto, que es en gran manera propio del arte crear y engendrar, y aquello mismo que en las obras de nuestras artes hace la mano, lo hace mucho más artísticamente la naturaleza, esto es, como he dicho, el fuego artístico, maestro de las demás artes.[13]
El Alma y el hegemonikón
Curiosamente, a pesar de que todo está influido por el Lógos (y los seres humanos no son la excepción), no es como que nosotros carezcamos de libre albedrío. Justamente, la corrupción que padece el ser humano a causa de las pasiones y los apetitos, y del sufrimiento y la angustia por el desconocimiento de cómo es que opera el mundo y qué depende de él (del ser humano) y qué no, causan la pérdida del alma y la falta de virtud en las personas. Sin embargo, estas disertaciones se encuentran en la parte de la Ética del sistema estoico.[14]
No obstante, el alma del individuo (pneûma) es sustancial para entender cómo es que los seres humanos, según los estoicos, formamos parte de este mundo y cómo estamos constituidos. Y, a partir de ahí, examinar cómo es y debe ser nuestro razonar, lo cual es terreno de la Lógica. En primer lugar, el alma, al igual que el resto del mundo, es algo físico[15] y racional, como también lo es el principio rector del Kósmos. El alma es aquella sustancia que nos permite estar en sintonía y en comunión con la naturaleza, con el Lógos, por ser aquello más racional y emparentado con la naturaleza de aquel principio, y el sello que en nosotros dejó impreso al momento de ser creados.
Pero, para ser más precisos, no es que toda el alma sea racional, sólo es una parte de ella la que guarda correspondencia con el Lógos. Todo lo demás del alma está asociado con lo corporal más que nada. El alma está dividida en partes o secciones –toda ella sigue siendo unidad, a pesar de esta división–: “Zenón el estoico dice que el alma consta de ocho partes, y las divide en la parte directiva, los cinco sentidos, la [facultad] vocal y la genésica”[16]. Y es la primera parte, la directiva (hegemonikón), la que procura ir a la par y corresponder con el Lógos universal. Así como el Lógos es el director de la obra, el hegemonikón es el director del alma y de nuestra vida prácticamente. Este es quien nos ayuda a discernir cómo funciona el mundo, cómo se constituye la naturaleza, quiénes somos, qué se debe hacer conforme a lo natural –conforme a la Razón que todo lo modela– y qué no, qué es verdadero y qué falso, y, para los fines de esta exposición, cómo es el correcto razonamiento.
La Lógica Estoica
Una vez puesto sobre la mesa la cuestión sobre el Lógos y el hegemonikón, podemos avanzar al área de la filosofía que se encarga del saber racional, del conocimiento y la argumentación, que no está separada de la física y la ética estoica, y, por ende, tampoco de lo que hasta ahorita se ha hablado: la Lógica; como bien apunta Diógenes Laercio:
Comparan la filosofía a un ser vivo, comparando a la lógica con los huesos y nervios, la ética a las partes carnosas y la física al alma. […] Y ninguna sección está separada de las otras, según dicen algunos de ellos, sino que están interrelacionadas. […] Pero algunos colocan en primer lugar la lógica, en segundo lugar la física y en tercera, la ética […].[17]
Aunque en una primera leída, nos pueda parecer que la parte en que los fragmentos se avocan a la Lógica es una parte muy técnica acerca de la gramática y la retórica, sobre todo los dedicados a Crisipo de Solos[18], y que por lo mismo parece que hemos saltado del plano metafísico y ontológico, a un plano puramente formal, no es correcto hacer esta suerte de conclusión. Los estoicos han conformado un sistema, y como tal, todo está relacionado, como lo comenta Diógenes Laercio en la cita de arriba, ¿qué pasa entonces? Comprender esta parte del sistema estoico implica que ya contamos con un conocimiento y un cierto manejo de las ideas y principios que hallamos en la Física, no por nada, fue menester explicarlas antes.
“Especulaciones del filósofo… las que Zenón dice: conocer los elementos del raciocinio, qué cualidad tiene cada uno de ellos, cómo se armonizan entre sí y cuáles son las consecuencias de los mismos”[19] esto es el objetivo de la Lógica Estoica. Es primordial el conocimiento total, correcto y concreto de todo cuanto nos rodea, no simples opiniones y percepciones erradas, no conjeturas y argumentos sin pies ni cabeza, no hablar de forma infructífera. Todo cuanto produzca el entendimiento del ser humano, debe ser según razón, y no cualquier razón, debe ser aquella que esté en vistas de la Razón Rectora, del Lógos. ¿Cómo lograrlo? Por medio del hegemonikón: “Excluía, pues, [Zenón] de la virtud y de la sabiduría el error, la ligereza, la ignorancia, la opinión, la sospecha y, en una palabra, todo cuanto fuera extraño a un firme y constante asentimiento”.[20]
En cuanto a siempre tener un férreo asentimiento conforme a lo que es verdadero, la primera instancia debe ser el conocimiento, ya que ¿cómo podemos hablar de seguridad bajo el amparo de la razón conforme a lo real, si no se sabe distinguir entre aquello que es real y lo que no lo es? Para distinguir todo aquello que se nos pueda presentar ante los sentidos de aquello que es pura creación desbordada de nuestra mente, y para saber cómo pasar de lo puramente representado, a la comprensión inobjetable de lo real, es necesario seguir a Crisipo en su distinción sobre lo que es Representación (phantasía), Representado (phantastón), Imaginación (phantastikôn) e Imaginado (phántasma). La Representación (phantasía) es la afección o movimiento que se da en el alma al momento de toparse con algo que le es presentado por medio de los sentidos. Lo Representado (phantastón) es el objeto que provocó la representación en el alma. La Imaginación (phantastikôn) es una vacilación sin sentido que padece el alma sin haber sido provocada por objeto alguno. Lo Imaginado (phántasma) es el producto de la imaginación, aquellas quimeras que el alma supone como verdaderas y que cree que de verdad se las representa.[21]
Con base en esta división, lo que interesa al verdadero conocimiento son la Representación (phantasía) y lo Representado (phantastón). El criterio de verdad para los estoicos es lo que llaman ‘Representación Comprensiva’ (katalêptiké phantasía), es ésta la base del conocimiento: “Representación comprensiva es la impresa y grabada a partir de lo que es y de acuerdo con lo que es, como no puede serlo la que [proviene] de lo que no es”[22]. Si uno mantiene una representación concreta, pura, fina y afianzada con lo que es real, sin que haya razones para socavar nuestro asentimiento conforme a lo que se nos presenta, entonces diremos que tenemos conocimiento. La parte directiva de nuestra alma se esfuerza en aprehender fielmente todo cuanto ha sido creado por el Lógos. La analogía de la mano que nos narra Cicerón ilustra este punto: aquella mano que empuña con seguridad lo que el alma ha aprendido del mundo externo y que es el sabio estoico quien puede descansar en esta seguridad.[23]
Por otro lado, encontramos una división igual de importante, pero que tiene que ver más con los conceptos, la formación de las ideas, el buen razonamiento y el correcto uso de las palabras, la distinción ente Dialéctica y Retórica. “La dialéctica es, como dice Posidonio, la ciencia de lo verdadero, lo falso y lo indistinto. Trata ésta, como dice Crisipo, sobre los significantes y los significados”[24]. La dialéctica es aquella ciencia en la que uno debe emplear todo su raciocinio para decir las cosas tal cual son y cómo deben de ser, es saber usar la inteligencia para acomodar las ideas y los argumentos en favor de aquello que es verdadero y recto conforme a la razón, cuidando de utilizar bien las palabras, ya que éstas, son ambiguas por naturaleza según Crisipo[25]. En segundo lugar, la Retórica es el arte de hablar bien[26]. Una vez que se ha guiado al razonamiento y al habla por las sendas de la verdad, la argumentación puede ser ornamentada con buenas y bellas palabras, siempre y cuando, lo sustancial, o sea, la verdad, no se vea opacada por lo bello o lo propio o lo adecuado que pueda ser el lenguaje en un cierto discurso.
Conclusión
En suma, la lógica estoica cumple el papel de guiar el razonamiento humano conforme a lo que es real, correcto y verdadero conforme al Lógos que todo lo gobierna. Para los estoicos, es necesario no sólo vivir conforme a la ordenación natural –lo que sería la ética estoica–, sino pensar y razonar en consonancia con la naturaleza –la lógica estoica–.
Libros que te pueden interesar
- Antología de los primeros estoicos griegos, Martín Sevilla.
- El mundo helenístico: cínicos, estoicos y epícureos, Ro & Daraki.
- Meditaciones, Marco Aurelio.
Bibliografía
Crisipo de Solos. Testimonios y fragmentos, Introd., Selec. de textos, Trad. y Notas de F. Javier Campos Daroca y Mariano Nava Contreras, v. II (Frag. 319-606). Madrid, Gredos, 2006.
Diógenes Laercio. Vida de los filósofos ilustres, Trad., Int., y Notas de Carlos García Gual. Madrid, Alianza, Col. Clásicos de Grecia y Roma, 2007.
VV. AA. Los estoicos antiguos, Introd., Trad. y Not. de Á. J. Cappelletti. Madrid, Gredos, 1996.
Notas
[1] La Física es el centro de la filosofía estoica.
[2] Para un estudio sobre lo primero, sobre cómo están relacionadas la Ética y la Física, puede revisarse la sección de “Ética” en la parte de Zenón de Citio de la edición de los fragmentos que hizo Ángel Capeletti.
[3] Nombre con el que la tradición refiere también a la escuela fundada por Zenón de Citio, dado que stoa en griego quiere decir “pórtico”.
[4] Cf. Diógenes Laercio, Vidas de los Filósofos Ilustres, VII 134
[5] Ángel Capeletti, Los Estoicos Antiguos, pp. 70 – 71, nota 94
[6] EL Lógos tiene múltiples acepciones en los fragmentos que conservamos, “dios” es una de esas.
[7] Ibid., S.V.F. I 87
[8] Ibid., S.V.F. I 89
[9] Cf. Ibid., S.V.F. I 88
[10] Cf. Ibid., S.V.F. I 106
[11] Cf. Ibid., S.V.F. I 174
[12] Ibid., S.V.F. I 110
[13] Ibid., S.V.F. I 171.
[14] Cf. Ibid., pp. 116 – 157.
[15] Cf. Ibid., p. 96, nota 136
[16] Ibid., S.V.F. I 143
[17] Diógenes Laercio, op. cit., VII 40
[18] Cf. Crisipo de Solos, Testimonios y Fragmentos, vol. II, pp. 20-53
[19] Ángel Capeletti, op. cit.¸ S.V.F. I 51
[20] Ibid., S.V.F. I 53 (el subrayado es mío)
[21] Cf. Crisipo de Solos, op. cit., Frag. 325
[22] Ángel Capeletti, op. cit., S.V.F. I 59.
[23] Cf. Ibid., S.V.F. I 66
[24] Crisipo de Solos, op. cit., Frag. 333
[25] Cf. Ibid., Frag. 339
[26] Cf. Ibid., frag. 385