Causas y consecuencias de la Revolución rusa de 1917
Resumen: La Revolución rusa de 1917 comprende dos levantamientos, el de febrero y el de octubre, a través de los cuales se terminó el régimen zarista y se instauró el gobierno bolchevique, generando una enorme transformación en Rusia y el mundo.
Introducción
La Revolución rusa de 1917 es considerada por muchos estudiosos, el acontecimiento más importante del siglo XX, ya que, al igual que la Revolución francesa este suceso histórico generó un nuevo paradigma en el orden mundial, siendo el primer gran desafío al sistema capitalista, el cual había logrado consolidarse desde el siglo XIX, tras la primera y segunda revolución industrial, generando importantes cambios políticos, económicos e incluso geográficos en el orden mundial.
Antecedentes
Para entender la Revolución rusa es necesario considerar al marxismo, teoría que desde su aparición consiguió adeptos a lo largo del mundo, incluida Rusia. Sus innovadoras ideas y reflexiones sobre la naciente clase obrera, el sistema capitalista y la explotación del trabajador, la hacían una teoría fascinante y atractiva tanto para intelectuales como para revolucionarios, así que fue acogida por varios grupos, sobre todo de izquierda, que buscaban un cambio en la distribución de las riquezas. Estas ideas penetraron en la cabeza de jóvenes como Lenin y Trotski, quienes más tarde serían dirigentes de la Revolución de octubre.
A fines del siglo XIX, Rusia estaba muy atrasada tecnológica y políticamente, con relación al mundo occidental; además sufría de un importante estancamiento económico. El abandono del campo, el viejo régimen y su sistema de servidumbre que aún seguía vigente y las malas condiciones de su incipiente clase trabajadora, provocaron la conformación de grupos rebeldes y terroristas, los cuales, con frecuencia organizaban revueltas violentas para protestar. Derivado del nacimiento de estas organizaciones, aparecidas desde 1860, nació el movimiento llamado naródnik (revolucionarios rusos populistas), a lo que siguió la conformación de la agrupación Zemlyá Volya (Tierra y libertad), que más tarde sería sucedida por el Partido Socialista Revolucionario.
Causas de la Revolución rusa
Existen diversas causas que generaron los movimientos revolucionarios de 1917 en Rusia, principalmente en Petrogrado (San Petersburgo) y Moscú; sin embargo, se pueden señalar las siguientes:
1. La guerra ruso-japonesa. Esta guerra, acontecida de febrero de 1904 a septiembre de 1905, debilitó considerablemente al gobierno zarista. El emperador Mutsuhito resultó vencedor, conquistando el territorio de la Manchuria, mientras que el zar no podía siquiera resolver los problemas internos de su país, por lo que éstos comenzaron a crecer hasta puntos sin retorno.
2. La industrialización. Desde el siglo XIX, la Revolución Industrial había cambiado la vida de las grandes ciudades, incluidas Petrogrado y Moscú. El capital de grandes empresarios entró a Rusia a través de fábricas que pronto generaron a la nueva clase obrera, la cual vivía en pésimas condiciones, como en todos lados. La última década del siglo XIX llegaron a Rusia, junto a la industria, ideas liberales de occidente, las cuales sirvieron de base para la creación de los primeros partidos políticos. En 1897 fue formado, bajo principios marxistas, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, liderado por Lenin, Martov y Plejanov, quienes eran constantemente perseguidos por ser ilegales sus acciones políticas.
A la par de la industria, iniciaron huelgas y protestas de obreros, mismas que se volvieron parte del orden del día, ganando cada vez más poder. Finalmente, los obreros organizados en soviets[1] representaron una enorme fuerza, la cual fue decisiva durante la Revolución de 1917.
3. Revolución de 1905. Debido a la crisis derivada de la hambruna y la guerra, varios rusos se manifestaron en contra del Imperio, el cual no supo controlar ni resolver el descontento. El 9 de enero de 1905[2], conocido como “domingo de sangre” o “domingo sangriento”, la Guardia Imperial mató a alrededor de mil personas que se manifestaban frente al Palacio de Invierno con peticiones para el zar Nicolás II; sin embargo, las agitaciones no cesaron y durante todo el año hubo altercados, terrorismo, huelgas de obreros, disturbios por parte del campesinado y motines militares. El régimen se vio obligado a cambiar y a partir de 1906 se transforma a un régimen semi-representativo, a través del cual se abrieron las puertas hacia la “democracia” y el pueblo ganó algunas libertades políticas y civiles. Se legalizó la creación de partidos políticos, surgiendo el Partido Democrático Constitucional, también conocido como partido Kadete, por sus siglas KD, y se otorgó el derecho al sufragio; sin embargo, los problemas de campesinos y obreros no fueron solucionados.
4. Primera Guerra Mundial. En 1914 el imperio ruso decide entrar a la guerra a lado de Francia y Gran Bretaña. Esta alianza, conocida como Triple Entente, derrotó al Imperio Austrohúngaro respaldado por Alemania; sin embargo, los soldados que padecían en las trincheras y el pueblo que sufría hambre, estaban cada vez más inconformes con los deseos del régimen de continuar en el campo de batalla, en vez de resolver los problemas graves que aquejaban a su país todos los días.
5. Decadencia y rechazo del zarismo. Rusia fue de los últimos países en abandonar el viejo régimen absolutista depositado en la figura del zar. El imperio zarista conservaba valores feudales, en oposición a los nuevos valores de igualdad y libertad, como marcaba la tendencia política en occidente. Su economía estaba basada aún en la agricultura, por lo que se avalaba la existencia de latifundios, propiedad de aristócratas de quienes dependían miles de campesinos que trabajaban sus tierras prácticamente en calidad de esclavos.
El invierno que aconteció en la transición de 1916 a 1917 fue muy duro para Rusia, la cual de por sí estaba padeciendo en medio de la Gran Guerra, por lo que la crisis se agudizó tanto en el campo como en la ciudad, lo cual generó un rechazo general hacia la figura del zar y la emperatriz, provocando el aumento de protestas. Además, el régimen, ya muy debilitado, se paralizó por orden del propio zar, ante rumores de conspiración interna, lo cual derivó en la división de las élites, entre los que tenían el poder y los radicales que se oponían a él. La división generó como consecuencia que continuar con el régimen zarista fuera prácticamente inviable.
6. La presión de Alemania y el crecimiento de los bolcheviques. Para generar desestabilidad al interior de Rusia, los alemanes estuvieron constantemente apoyando a grupos radicales y bolcheviques; además realizaron varias invasiones al territorio ruso, para generar mayor presión al régimen.
Líderes y principales actores de la Revolución rusa
- Vladímir Ilich Uliánov (Lenin). Principal líder e ideólogo de la revolución. Su reinterpretación de la doctrina marxista, además de su liderazgo y capacidad de palabra, lo condujeron a ser el mayor líder político del momento, situándose a la cabeza de los bolcheviques y más tarde de la URSS.
- León Trotsky.Fue uno de los políticos y teóricos más importante de la revolución. Aunque en un inicio era parte de los mencheviques, terminó por apoyar a Lenin y su grupo bolchevique, convirtiéndose en uno de los organizadores de la Revolución de octubre y de los principales dirigentes del movimiento.
- Aleksandr Kerenski. Segundo y último Primer ministro del Gobierno provisional instaurado tras la Revolución de febrero. Al inicio de la administración provisional fungió como ministro de Justicia, más tarde fue ministro de Guerra y, finalmente, Primer ministro en julio de 1917.
- Nicolas II. Último zar de Rusia, el cual tuvo que abdicar tras su incompetente desempeño como líder del Imperio, el cual estuvo sumido en una gran crisis económica y militar durante la mayor parte de su reinado.
- Lavr Kornílov. General del ejército ruso y Comandante en jefe del mismo en 1917. Intentó dar un golpe de Estado al Gobierno provisional de Kérenski, durante la Revolución.
- Iósif Stalin. Políticoy dictador soviético; se unió al partido de Lenin en busca de la Revolución Rusa.
Desarrollo y principales acontecimientos de la Revolución de 1917
Comúnmente, el periodo que abarca la Revolución rusa se extiende de febrero de 1917, con una primera insurrección, a junio de 1923, al terminar la Guerra civil. En medio de estos hechos acontece la llamada Revolución de octubre (1917), que es uno de los eventos más importantes de esta etapa de luchas revolucionarias. A continuación, las fases más importantes de este periodo de la historia rusa.
Revolución de febrero de 1917
La terrible situación de pobreza y hambre en la que se encontraba sumido el pueblo ruso llegó a su límite en 1917. Para entonces la hambruna había cobrado la vida de millones. Los precios de la comida estaban más elevados que nunca, lo que provocó un descontento general que devino en una revuelta.
El 8 de febrero (del calendario juliano), iniciaron las primeras manifestaciones en Petrogrado (hoy San Petesburgo), las cuales se fueron extendiendo por todo el país. El 23 de febrero, la huelga de las mujeres, las cuales reclamaban pan y el regreso de los soldados combatientes, encendió la chispa que desató el fuego revolucionario. Los rebeldes se unieron a los soviets; el 27 del mismo mes, los soldados se negaron a obedecer las órdenes de enfrentar las movilizaciones populares y obreras, y se unieron al Sóviet, lo cual generó una fuerza sin precedentes, dando inició a la revolución.
Las élites ya no respaldaban al zar, así que las revueltas terminaron por obligar a Nicolás II a la abdicación. Así finalizó el régimen zarista y se dio paso a un Gobierno provisional, el cual entró en funciones el 2 de marzo de 1917, siendo resultado de un acuerdo entre la Duma[3] y el Sóviet. Este nuevo gobierno sería de carácter transitorio, mientras se convocaba a una elección en la asamblea constituyente. Estaba respaldado por la Entente; no obstante, no tenía un plan ni verdadera autoridad y su principal propósito era ganar tiempo para que Rusia se mantuviera en la guerra, lo que generó descontento, pues los problemas internos del país no podían esperar al fin de la Guerra mundial.
Tras la revolución, el poder recayó, oficialmente, en el Gobierno provisional dirigido por políticos liberales del partido Kadete, pero la realidad es que era compartido con el Sóviet de Petrogrado. El gobierno controlaba las instituciones y la burocracia, mientras que el Sóviet tenía bajo su mando los ferrocarriles, el correo y telégrafo, además de las tropas. A pesar de la rivalidad entre estos dos entes, el gobierno se mantuvo porque los miembros del Sóviet vieron en él la realización del régimen democrático burgués y la antesala de la revolución socialista, como había señalado Marx.
Jornadas de abril y julio
En marzo de 1917, el gobierno provisional concedió una amnistía “para todos los delitos políticos y religiosos, incluyendo actos terroristas, revueltas militares o crímenes agrarios”. Tras dicha amnistía volvieron a la escena los principales líderes bolcheviques. Primero Stalin y Kamenev regresaron de Siberia, ocupándose de la dirección del Pravda[4]; a inicios de abril, apoyado por el gobierno alemán, Lenin retornó de Suiza. Trotsky fue detenido por los británicos, llegando un mes más tarde.
La visión de Lenin (expuesta en sus Tesis de abril) sobre la Revolución de febrero era diferente a la de los miembros del Sóviet; pensaba que tenían que seguir adelante con la revolución porque sería la única manera de alcanzar la verdadera libertad y una sociedad comunista sin clases. Los deseos generales, en cambio, eran de paz. Todos estaban cansados de la guerra y las revueltas, aunque el gobierno seguía con la firme posición de continuar en la Gran Guerra. Como consecuencia de este descontento, hubo varias manifestaciones y críticas, ya que mantenerse en el frente hacía imposible instaurar la jornada laboral de ocho horas, porque se perjudicaba la producción bélica; tampoco era viable convocar a elecciones.
El príncipe, Gueorgui Lvov se mantuvo al frente del nuevo Gobierno hasta que las presiones sociales y el fracaso de la Ofensiva Kérenski (la última participación del ejército ruso en la Primera Guerra Mundial), lo obligaran a dejar el poder. Su sucesor, Kérenski, quedó al frente de un gabinete temporal de socialistas y liberales independientes.
En julio las deserciones en el ejército se multiplicaron, los soldados se negaron a volver a la batalla y hubo varios levantamientos armados con el propósito de derrocar al Gobierno provisional. Kornílov, quien había sido nombrado Comandante en jefe del ejército, reinstauró la pena de muerte para los soldados que abandonaran la guerra. La represión también aumentó, por lo que Lenin volvió a huir al extranjero, refugiándose en Finlandia, y Trotski fue encarcelado, al igual que varios revolucionarios anarquistas y bolcheviques.
Revolución de octubre de 1917
Kornílov consideró, igual que los aristócratas conservadores y algunos liberales, que el único medio para estabilizar al país y recobrar el orden sería a través de un régimen militar. Por su parte, Kerenski, quien era un liberal moderado no apoyaba la moción del Comandante, por lo que Kornílov lo consideró un elemento molesto y comenzó una conspiración para sustituirlo.
Las disputas al interior del gobierno, entre Kerenski y Kornilov, terminaron por generar la unión de los bolcheviques y el apoyo de otros grupos a su causa, los cuales posibilitaron la insurrección armada que buscaban ya desde sus frentes, Lenin y Trotsky.
En septiembre, tras el intento fallido de golpe de Estado por parte de Kornílov, los bolcheviques obtienen la mayoría en los soviets de Petrogrado y Moscú, reviviendo la idea de Lenin de continuar la Revolución. Trotsky, quien junto al Comité interdistrital se había unido a la causa bolchevique desde el verano, es liberado de la cárcel con ayuda de los marineros de Kronstadt, quienes representaron una fuerza decisiva.
Lenin y Trotski configuran la organización de lo que se convirtió en la Revolución de octubre.
El 25 de octubre[5], la Guardia Roja tomó posesión de la ciudad y avanzó sobre el Palacio de Invierno, sin ninguna resistencia por parte del Gobierno provisional. Kerenski huyó al extranjero y los bolcheviques tomaron el poder. Al día siguiente el Congreso comenzó sus sesiones; sin embargo, varios diputados mencheviques y socialistas revolucionarios estuvieron en desacuerdo con el rumbo que había tomado la insurrección y crearon el Comité de Salvación de la Patria y de la Revolución.
Durante los días siguientes se determinaron importantes resoluciones para respaldar y proteger la revolución. Se nombró como nuevo Gobierno un Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin. Asimismo, se tomaron importantes decretos como: el comienzo de la paz; la abolición de la propiedad, sin compensación y uso de la tierra para todos los ciudadanos; la soberanía e igualdad de todos los pueblos de Rusia y su derecho de autodeterminación e independencia.
Tras estos actos, Rusia comienza las negociaciones para salir de la guerra, se nacionaliza la industria y la banca. El nuevo gobierno desconoce las deudas adquiridas por los regímenes zarista y provisional, y acuerda un armisticio con Alemania.
Lenin deseaba que la Revolución rusa fuera el detonante para la Revolución internacional, tras la cual sería el fin del capitalismo. El mundo occidental tomó estas declaraciones como una amenaza, enemistándose con Rusia por haber abandonado la guerra y desconocer sus deudas, convirtiéndose estas razones en algunos de los motivos principales de la futura Guerra fría.
El régimen bolchevique y la Guerra civil
Un mes después de la Revolución de octubre, León Trotski inició las negociaciones de paz con Alemania y los demás Imperios centrales en la ciudad de Brest-Litovsk, que en ese entonces estaba bajo soberanía rusa. Los términos del tratado eran completamente desventajosos para Rusia, la cual perdería gran parte de sus territorios para cederlos a las Potencias centrales.
La posición de los bolcheviques se encontraba dividida. Por una parte, la fracción liderada por Bujarin, estaba en contra de la firma del tratado y pretendía que las negociaciones sirvieran para ganar el tiempo suficiente para que el Ejército Rojo se fortaleciese y que los obreros de Europa se levantaran a favor del socialismo. Por su parte, Lenin consideraba que, aunque la revolución en Alemania era inminente, el káiser era aún muy fuerte, por lo que quizá el levantamiento obrero tardaría en realizarse; asimismo, Rusia no estaba preparada para la invasión alemana, lo cual significaría el fin del régimen bolchevique, por lo que consideraba que la firma del tratado sería necesaria. Trotski no estaba de acuerdo en firmar dicho tratado, por lo que se dedicó a ganar tiempo.
Tras dos meses de negociaciones, en febrero de 1918, Alemania dio por terminado su armisticio y relanzó su ofensiva contra Rusia, luego de que Trotski se negara a firmar el tratado. Tras el avance alemán y la evidente incapacidad por contener las invasiones, el Comité Central Bolchevique envió un telegrama a los alemanes aceptando sus condiciones de paz. El tratado fue firmado el 3 de marzo de 1918.
Tras la firma, Trotski, como Comisario para la Guerra, decidió fortalecer y entrenar al Ejército rojo, recientemente creado, para lo cual reclutó soldados profesionales, algunos antiguos oficiales zaristas, lo que le dio excelentes resultados. Logró crear un ejército capacitado de 5 millones de integrantes, luego de que el servicio militar volviera a ser de carácter obligatorio. Trotski, al igual que Lenin y otros miembros del gobierno fueron criticados por retomar algunas medidas militarizadas que la revolución había pretendido desaparecer; sin embargo, había tensiones y amenazas por todos los flancos. El embajador alemán fue asesinado, igual que algunos líderes bolcheviques y en agosto Lenin sufrió un atentado. En varios lugares del país había hostiles “blancos” (contrarrevolucionarios).
Por otra parte, tras el reconocimiento de las recién creadas naciones soviéticas, en marzo de 1919, por iniciativa de Lenin, se crea la III Internacional, también conocida como Internacional Comunista o Comintern, la cual agrupaba a los partidos comunistas de distintos países, como el de las recientemente creadas Repúblicas, pretendiendo ser un único partido internacional. La Comintern, tenía como propósito luchar por la supresión del sistema capitalista y establecer la dictadura del proletariado.
Después del colapso de Alemania y varias revueltas en países europeos, las naciones capitalistas se vieron amenazadas y se unieron contra los bolcheviques. Alemania ocupaba Ucrania. Tropas francesas, inglesas y estadounidenses invadieron el puerto de Murmansk, y más tarde los japoneses llagaron a Vladivostok, a donde se les unieron más tropas inglesas y norteamericanas. Antiguos presos de guerra checos formaron legiones y, junto a algunos militares del ex ejército zarista, se volvieron fuerzas antibolcheviques.
La contrarrevolución había desatado la Guerra Civil, la cual generó que las diferencias entre los occidentales-capitalistas y los rusos-socialistas crecieran al punto que el siglo XX paulatinamente se convertiría en un mundo bipolar. Las campañas del llamado Ejército blanco, tuvieron apoyo de Alemania, Inglaterra, Francia, Japón, Estados Unidos, Italia, el Reino de Serbia, China, entre otros Estados capitalistas interesados en destruir la revolución.
En noviembre de 1920, los blancos fueron derrotados y se acabó la contrarrevolución; sin embargo, ese mismo año el ejército debió enfrentar una nueva misión contra Polonia. Esto ocurrió luego de la invasión de este país a territorio ruso, iniciada en 1919 y organizada por el líder polaco, Józef Piłsudski, quien pretendía expandir las fronteras de su territorio. Los polacos fueron detenidos por el Ejército rojo, el cual no solo los hizo retroceder, sino que invadió Polonia en agosto de 1920 con la intención de alentar la revolución obrera, pero esto no sucedió y Rusia también fue detenida en su avance. No obstante, el número de partidos comunistas por el mundo iba en ascenso. Estos partidos se iban adhiriendo a la Internacional, lo cual representaba un triunfo para los revolucionarios y un mayor riesgo a ojos de los occidentales.
Al finalizar todos estos levantamientos Rusia estaba completamente desgastada. El costo de las batallas fue muy alto, el país había sido saqueado. Las pérdidas humanas de militares, consecuencia de la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil rusa sumaban casi los 3 millones; no obstante, en ese mismo periodo, el hambre, el frío y las epidemias terminó con la vida de más de 9 millones de civiles; además, más de un millón emigró hacia el campo.
El gobierno soviético quedó frágil y sin dinero. Lenin había mermado en salud. Los campesinos estaban enojados, pues, aunque habían apoyado la revolución, no estaban dispuestos a sacrificarse para hacer la revolución en otros países. Estaban cansados de la miseria y el hambre. El duro invierno de 1920 a 1921 provocó que varios campesinos generaran disturbios. En algunas ciudades, la comida se conseguía por contrabando y a precios altísimos. La situación hizo evidente que el gobierno debía hacerse cargo de mejorar la economía, la cual estaba estática tras la expropiación de las fábricas y la disminución de obreros por causa del servicio militar obligatorio que los había arrastrado a la guerra.
La industria estaba prácticamente destruida y el campo sobreexplotado. Volvieron las huelgas en las ciudades y los problemas del campesinado tampoco estaban resueltos. La crisis general provocó que nuevamente salieran a escena los marineros de la base de Kronstadt, quienes antes habían apoyado la revolución, ahora se levantaban contra el gobierno, reclamando una regeneración del poder. Su levantamiento fue combatido y los marineros masacrados por los bolcheviques, los cuales vieron en el movimiento una conspiración contrarrevolucionaria promovida por los Blancos. Los socialistas revolucionarios también fueron puestos en la mira y se les adjudicó el atentado contra Lenin y el asesinato del embajador alemán. El partido menchevique también se vio afectado y prácticamente se prohibió toda oposición a los bolcheviques.
Lenin comprendió que lo más grave y peligroso para el régimen era la crisis y el profundo descontento de los trabajadores y campesinos, por lo que lanzó una Nueva Política Económica (NEP), en un inicio considerada una medida transitoria para superar la crisis.
“Para salir del marasmo económico se hicieron importantes concesiones al campesinado, se introdujeron mecanismos de mercado y se postuló una especie de ‘capitalismo de Estado’ que debía estar encuadrado por el ‘sector socialista’ de la economía y el poder soviético. A sabiendas que ese tipo de medidas generaría presiones de uno y otro lado y se agravarían las tensiones […] Lenin quiso imponer la unidad (y control) del partido con medidas disciplinarias y organizativas. Se reforzó el control sobre los sindicatos, se crearon organismos para controlar el aparato estatal […] lo más grave, fue que se intentó mantener la disciplina restringiendo la democracia interna del Partido, prohibiendo la conformación de tendencias y ordenando la inmediata disolución de las ya existentes […]”
Aldo Casas, (2018).
El resultado de las medidas económicas comenzó a dar resultados positivos, aunque varios de los métodos eran contrarios a los ideales socialistas. Comenzaron a resurgir sectores enriquecidos de la población, reaparecieron los kulaks[6] y crecieron las diferencias sociales.
Para ese momento se habían disparado los precios de productos agrícolas y la industria no tenía financiamiento. Durante la guerra hubo pocos trabajadores y mucha demanda, pero ahora había muchos obreros y poco trabajo. En 1922 se creó la Bolsa Comercial para regular las operaciones, los precios industriales se reestablecieron, pero luego subieron exponencialmente. La moneda perdió valor, por lo que en 1923 debieron cambiarla a una basada en el oro, lo que generó desconcierto, desajustes salariales y nuevas huelgas.
Trotski, analizó la crisis, comparándola con unas tijeras, de allí que más tarde se conociese como crisis de las tijeras, y afirmó que la clave para cerrar las brechas era racionalizar la industria. A partir de la propuesta de Trotski la economía mejoró y los precios se empezaron a controlar, incluso el ambiente fue favorable para que fábricas que se encontraban sin producir nada, retomaran sus operaciones.
A la par que acontecía la problemática económica, la salud de Lenin se deterioraba. En mayo de 1922 sufrió un ataque que lo incapacitó por semanas, pero se recuperó y volvió a trabajar en otoño; sin embargo, en diciembre sufrió un infarto cerebral que lo dejó inmóvil de lado derecho y postrado en una silla de ruedas, aun así, continuó al tanto de las acciones del partido. Ese mismo año Stalin es nombrado Secretario general del partido y Molotov y Kúibyshev secretarios. Percibiendo que su desenlace estaba cerca, Lenin dictó varias notas que se conocerían como el Testamento de Lenin, en las que señala sus preocupaciones por el creciente poder del partido y su excesiva burocratización, y por la fuerza que ganaba Stalin, quien se iba perfilando como un fuerte dirigente, del cual Lenin no estaba convencido, además, sabía que tenía importantes diferencias con Trotski.
Conformación de la U.R.R.S.
En 1922 fue creada la Unión Soviética con la fusión de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, la República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia, la República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética de Bielorrusia.
El 28 de diciembre de 1922 las Repúblicas Socialistas de: Rusia, Transcaucasia, Ucrania y Bielorrusia aprobaron la formación de la Unión Soviética, por lo que se constituyó la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.R.S). Los delegados de las cuatro Repúblicas se constituyeron como I Congreso de los Soviets de la U.R.R.S y eligieron un comité para la creación de su Constitución, la cual fue aprobada en julio de 1923 y ratificada en enero 1924. Lenin se convirtió en el primer dirigente de la Unión Soviética. En febrero el Imperio Británico reconoció a la Unión Soviética.
Muerte de Lenin y asenso de Stalin
En 1923 un tercer ataque dejó a Lenin sin habla y la esperanza de su restablecimiento quedó perdida, por lo que la cuestión de su sucesión se volvió de vital importancia. Entre los más destacados dirigentes del partido se encontraban Trotski, Stalin, Kamenev y Zinoviev; Bujarin también era muy apreciado por el partido, pero mucho más radical y no parecía el indicado para la sucesión. Stalin, Kamenev y Zinoviev se unieron para limitar y desprestigiar a Trotski, quien había alcanzado una gran posición gracias al respaldo de Lenin, pero sin él su poder mermaba considerablemente, ya que varios miembros del partido le tenían desconfianza por haber sido originalmente un menchevique y por sus tendencias militarizantes.
Stalin permaneció con un “perfil bajo”, pero en realidad se encargó de configurar su ascenso de manera discreta, mientras que Zinoviev se mostraba más ambicioso y Kamenev no tenía el carácter suficiente para la dirigencia. Trotski se mantuvo muy al margen, además enfermó de fiebres constantes que lo mantuvieron alejado de las actividades del partido. Finalmente, Stalin asumió todo el poder y fue configurando los principios del partido hasta hacerlos ideales para su dictadura. En 1927, Zinoviev y Trotski fueron obligados a exiliarse.
Consecuencias de la Revolución de 1917
Los efectos de la Revolución rusa abarcaron muchos ámbitos importantes como el social, político, económico, geográfico y religioso. Tales cambios fueron de gran impacto no solo para Rusia, sino para el mundo entero. Entre sus consecuencias más notables se encuentran las siguientes:
1. Derrocamiento del régimen zarista. La Revolución y la subsecuente Guerra civil terminaron con el antiguo régimen, ya mermado para entonces y poco congruente con las nuevas ideas del siglo XX.
2. Salida de Rusia de la Primera Guerra Mundial. Tras el tratado de Brest-Litovsk, Rusia salió oficialmente de la Gran Guerra.
3. Libertades y derechos civiles. Tras la Revolución se legalizó el divorcio y se permitió la libre interrupción del embarazo, con lo que Rusia se convirtió en el primer país en legalizar el aborto; también se despenalizó la homosexualidad, sin embargo, ésta volvió a considerarse prohibida en 1933.
4. Emancipación de la mujer. El marxismo consideraba a la mujer y su fuerza de trabajo necesarias para alcanzar el verdadero socialismo y tras la enorme disminución de la población rusa durante la época revolucionaria, la mano de obra femenina se consideró indispensable. Desde 1917, se inició una gran movilización de mujeres gracias a las cuales se obtuvieron importantes avances en materia política, económica y laboral. Se determinaron jornadas de 8 horas, conservar el trabajo en caso de embarazo, igualdad política con los hombres y se promovió el trabajo fuera del hogar.
5. Fundación del primer Estado socialista. Tras la Revolución se fundó la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, siendo el primer Estado con principios no capitalistas en el mundo. A éste le siguieron la formación y reconocimiento de varias Republicas Socialistas, a partir de territorios que habían sido parte del Imperio y con los cuales más tarde se conformaría la U.R.S.S.
6. Modernización de Rusia. Luego del ascenso del partido bolchevique, Rusia comenzó a modernizarse, comenzando con la electrificación del país y el combate contra el analfabetismo; posteriormente la Rusia soviética terminó por llevar al país a la vanguardia tecnológica.
7. Inicio de la “guerra” contra el comunismo. A partir de la conformación de la Unión Soviética los Estados capitalistas se sintieron amenazados tras el poder y popularidad que iba ganando el comunismo, considerándolo el régimen enemigo de los sistemas “democráticos” y “libres”. Esta llamada guerra se extendió durante prácticamente todo el siglo XX.
Conclusión
La Revolución rusa ha sido uno de los acontecimientos más relevantes de la historia contemporánea por ser uno de los hechos más determinantes en la evolución del siglo XX. La revolución bolchevique fue detonante e inspiración de una serie de revoluciones socialistas acontecidas en diferentes países a lo largo del siglo. A partir de la conformación de la U.R.S.S aparecieron cada vez más Partidos comunistas a en diferentes naciones, llegando a tener presencia en gran parte del mundo, lo cual representó una grave amenaza para el sistema capitalista, defendido en especial por Estados Unidos, con el cual, la Unión Soviética y el bloque comunista disputó la supremacía durante todo el siglo, tras lo que aconteció la Guerra fría y se configuró el llamado “mundo bipolar”.
Tras los cambios acontecidos a partir de su revolución, Rusia pasó de ser un país atrasado y principalmente campesino a convertirse en un Estado moderno, tecnológico, potencia atómica y energética, colocándose en la primera escena mundial.
Bibliografía
Catherine Merridale. El tren de Lenin. Los orígenes de la revolución rusa, Cátedra.
Lenin. El Estado y la revolución. Alianza.
E. H. Carr. La revolución rusa. De Lenin a Stalin (1917-1929), Alianza.
Aldo Casas. 1917 – Revolución rusa – 2017. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, LVII (148), 177-189, Mayo-Agosto 2018.
Libros sobre la Revolución rusa que te pueden interesar
- La revolución rusa. De Lenin a Stalin (1917-1929), E. H. Carr.
- El Estado y la revolución (Cuaderno de octubre), V. Lenin.
- El tren de Lenin. Los orígenes de la Revolución rusa, Catherine Merriadale.
- La Revolución rusa, Rosa Luxemburgo.
- La Revolución rusa, Sheila Fitzpatrick.
- La Revolución rusa, 1917. Rex A. Wade.
Notas
[1] Los soviets aparecieron tras la Revolución de 1905 y eran agrupaciones o asambleas de obreros, soldados y campesinos que se oponían al zarismo.
[2] Fecha acorde al calendario juliano, vigente en ese entonces en Rusia. De acuerdo el calendario gregoriano sería 22 de enero.
[3] La Duma era una asamblea legislativa, de la Rusia, creada como consecuencia de la Revolución de 1905.
[4] Periódico fundado por miembros del Partido Socialdemócrata de Rusia, el cual se convertiría en la publicación oficial del Partido Comunista entre 1918 y 1991. Su fama se extendió por occidente por ser el principal medio de declaraciones durante la Guerra Fría.
[5] Fecha marcada por el calendario juliano, siendo 7 de noviembre, según el calendario gregoriano.
[6] Propios de la Rusia zarista, eran agricultores que poseían grandes extensiones de tierras y trabajadores.