Los miedos del escritor en la era digital: tinta, bytes y más allá
Así como hay personas, hay miedos. Algunos miedos son ampliamente compartidos, y otros son un poco más ocultos. Tal vez este no sea el lugar, pero quiero escribir sobre algo que me asusta. Sé que no es un miedo tan espeluznante, y al mismo tiempo, sé que es algo muy íntimo que nunca antes había expresado.
Desde que era una niña pequeña, empecé a crear historias en mi mente. Cuando aprendí a escribir, intenté plasmarlas en papel, y fue entonces cuando esto comenzó: la página en blanco. A veces, solo pasaba un segundo antes de que escribiera algo y terminara con su existencia. Supongo que cuando era niña, era menos consciente de lo que estaba escribiendo, de su valor, de su significado y de quién lo leería. Me gustaría decir que la página en blanco era mejor en ese entonces, pero no recuerdo tan claramente esos momentos. Sin embargo, recuerdo no tener ideas durante días, y luego, de repente, surgía un torrente de ideas que me saturaban.
Me desbordaban.
No podía respirar.
Esto generalmente ocurría cuando ya estaba acostada esperando conciliar el sueño. Me esforzaba por no dormir e intentar ordenar algunas de esas ideas. Quería recordar algo por la mañana. Cualquier cosa. Algunas veces al despertar conservé fragmentos de historias.
Cuando era adolescente, traté de llevar un diario, pero me volví consciente de las posibles audiencias, y me encontré censurando algunos de mis pensamientos. ¿Qué pasaría si alguien se encontraba con esas páginas? No quería que nadie tuviera una visión tan clara de mí. Quizá estaba tratando de no ver algo en mí misma. ¿Qué pasa si al escribir los pensamientos, los convierto en algo real?
Escribir para ganarse la vida parece ser menos común que en el siglo pasado. Más audiencias, medios y escritores. Y entonces me siento diluida. Por un lado, soy primero lectora y luego escritora. ¿Qué debería leer? ¿Qué lecturas tienen más valor que otras? ¿Quién es el autor adecuado para mi gusto?
Por otro lado, siento mucha presión como escritora. ¿Qué debería ofrecer a los lectores? ¿Qué combinaciones de palabras debo crear para captar la atención? ¿Quién está del otro lado de la página?
Tener miedo al acto de escribir es una cosa. Sin embargo, ¿tener miedo al otro lado de la ecuación de la escritura es tener miedo a las personas? La hoja escrita puede ser tan terrible como la hoja en blanco.
Además, nuestra era digital enfatiza, de cierta manera, la gratificación instantánea y el formato corto. En este panorama, donde la información fluye rápidamente y la capacidad de atención disminuye, la autora se encuentra navegando por un terreno muy diferente al que recorrió en sus primeros esfuerzos de escritura. El miedo a la creación solía ser un desafío solitario. Ahora, se enfrenta a la presión de crear contenido que capture la efímera atención en línea. La inmediatez de las plataformas digitales exige narrativas concisas y llamativas, lo que deja a la autora lidiando con la pregunta de cómo traducir la riqueza de su mundo interior en bytes y píxeles. El temor a diluirse en un mar de voces en línea se convierte en una preocupación palpable, lo que lleva a reflexionar sobre el valor intrínseco de sus palabras en medio del ruido de las redes sociales y el consumo vertiginoso.
Aunque para algunos esto puede ser algo sumamente abrumador, también podría ser una ventaja. Hoy en día, hay más lectores que antes, y hay menos analfabetismo. He oído decir que los lectores de hoy no leen obras esenciales, lo cual puede ser cierto o no. Sea como sea, la gente lee todo el tiempo. A diferencia de antes, leemos más cartas (publicaciones en Facebook), telegramas (mensajes de WhatsApp) y periódicos (artículos y entradas de blog).
Quizá menos libros, pero definitivamente más contenido escrito. Aunque, puedo ceder en el argumento de que quizá esté tratando de aferrarme a un pensamiento mágico-religioso. La gente lee. Las letras importan; por tanto, sus creadoras también. Me niego a pensar que tener más material escrito sea intrínsecamente negativo. Es simplemente diferente. Y en este momento, podríamos estar conectando con los lectores de una manera que antes era imposible.
En medio de las sombras del miedo, existen momentos de triunfo y resiliencia que merecen reconocimiento. A pesar de su vastedad intimidante, enfrentar la página en blanco se convierte en un viaje de autodescubrimiento y evolución creativa. Transformar pensamientos intangibles en palabras tangibles es, en esencia, una victoria, que muestra el coraje necesario para compartir-se.