Calaveritas literarias de escritores
Agradecemos a todos por su participación en la Convocatoria de calaveritas literarias 2019 y felicitamos a los ganadores de esta edición.
Al buen Charles Baudelaire
Mónica Orellana
Baudelaire de apellido canta
al profundo mal y al horror,
que Charles en poesías planta
con tremendo pundonor.
Pero a la triste muerte huesuda
poco agradó aquel poeta,
de soberbia boca muda
y de ceñudo gesto la jeta.
Agarra certera la pata
del albatros en pleno vuelo
y con furia asesina remata
con cabeza de lleno en el suelo.
De partir es hora, asesino,
deja tu spleen y tus flores.
Sacia tu sed con mi vino
que es ajenjo de los mejores.
Insolente a la muerte niega
su fría soledad ingrata.
Goza la tristeza ciega
y de su cruel compañía se aparta.
No he de concederte, artista
el ser vampiro o fantasma
sólo del inframundo, cronista.
Con efímera y vacua fama.
La Muerte tras Ludwig Zeller
Luis Arnulfo Medina
La vida es solo un tubo sin remedio…
escribió alguna vez aquel poeta
que honrado entre sus libros en gavetas
encontré años atrás entre mi asedio.
Fue en una de las librerías del Fondo
que es llamada “Rosario Castellanos”,
miré su piel y sus bigotes canos
y dije – Por tu muerte yo respondo.
-Señora del silencio -de entre el flash
de las cámaras que ahí nos retrataban
me dijo -tengo asuntos que no acaban
permíteme y te obsequio este collage.
-Me halaga que me ofrezcas tal obsequio…
-Si acaso te interesa Gran Calaca,
acuérdate que yo vivo en Oaxaca,
te ofrezco yo además a ti mi tequio.
-Me gusta Ludwig Zeller pero ¿sabes?
de tu obra me interesan otras suertes,
un poema, “Los ojos de la muerte”
de Salvar la poesía: quemar las naves.
Me descubro hermosa y surrealista,
misteriosa también y tan temible…
¡Bailemos otra vez! ello es posible
y hagamos de este mundo nuestra pista…
Acabada la pieza de poesía
le dije que el final a todos toca,
que “el tubo” sin remedio va a mi boca,
que cada quien tendrá un funesto día.
-Yo mismo avanzaré hasta tu morada
si aceptas tú mi humilde petición:
permite que deseque mi creación
y habite mi cerebro oscura nada.
Le dije que aceptaba ya sin prisa
esperar que llegara su momento,
que sentía y que todavía lo siento
el tener que esperar por su sonrisa.
-Pero antes de decirnos hasta luego
te ruego que me saques de esta duda,
pues la casa de gobierno sigue muda
cual si fuera la dictadura un juego:
¿Cuánta gente se fue a vivir contigo,
de forma prematura, tierna amada?
Terminaron temprano su jornada
por ese Pinochet y sus amigos.
-Ciertamente llegaron muchos y antes,
pero también llegó aquí la Gabriela,
Neruda, Carlos Fuentes, Rulfo y Cela,
Cortázar, Juana Inés y hasta Cervantes.
Y aquí está reservado a ti un espacio,
por hoy sigue mordiendo la manzana
del arte y del amor con tu Susana…
pues luego no serás a mí reacio.
Y así quedó pausado nuestro plan,
sabiendo que a la próxima mi mano
le alejaría de todo lo mundano
para morar por siempre en el Mictlán.
Los intelectuales, la huesuda y la última tertulia
Cristinia Espitia
El día de muertos se acercaba
y los intelectuales más renombrados
una tertulia organizaban
para la huesuda y sus invitados.
De la árida Comala, Rulfo
les contaba con amor,
mientras que O’Gorman de historia
en su máximo esplendor.
La muerte muy interesada
las anécdotas escuchaba,
mientras que Frida
muy folclórica la plasmaba.
Se acercaba el alboroto
con mariachis de a montón,
era José Alfredo y Chavela
los que armaban reventón.
Sobre la función de la filosofía,
Zea, Gaos y Villoro platicaban,
esperando que algún día
las ciencias del espíritu prosperaran.
La Catrina aprendía
de códices mesoamericanos
con el Doctor León Portilla
y su herencia a los mexicanos.
Con tarro en mano brindaban
desde Novo a Altamirano,
de los cronistas escuchaba
relatos sorprendentes
que la Ciudad guardaba.
Sobre el futuro del muralismo
Siqueiros, Orozco y Rivera charlaban.
De técnicas, revolución y comunismo
a los comensales empapaban.
A la gran Elena Garro
la tilica admiró,
en la mano un cigarro,
¡la poeta declamó!
De narrativa nacional
con Arreola y Castellanos leyó,
¡la muerte ya es intelectual!
a todos sorprendió.
El flaco de oro un bolero cantó
con su piano elegante,
a los presentes cautivó
y por su personalidad embriagante,
¡la muerte se enamoró!
Ya para terminar
Remedios Varo pintó.
“Desayuno Lunar”,
a la flaca regaló.
De historia, literatura, música y filosofía
toda la noche se habló,
ahora la hermosa Catrina sabía
por qué a los pensantes se llevó.
Calaverita a don Fernando del Paso
Ivonne Baqués
“Soy la muerte,
soy catrina,
soy pudiente,
¡y fan de Carlota Leopoldina!”
Caminaba la huesuda
por todas las librerías,
buscando testaruda
de Carlota aventurillas.
“Compra Noticias del Imperio”,
sin dudar le recomendaron,
dudar le parecía sacrilegio
y la novela le entregaron.
De la prosa quedó enamorada,
con la historia de Carlota fascinada,
al terminar de leer extasiada
y con el escritor encantada.
“Necesito a Don Fernando del Paso
escribiendo eternamente para mí,
de leer historias no me canso,
tenerlo, será fiesta sin fin.”
-No me lleves flaquita de México,
no me lleves por favor.
¿Qué no ves que en la feria del libro
me harán tremendo pachangón?
-Si te vienes conmigo
la magia no terminará
entre Palinuros y amigos
García Lorca te recibirá.
La Feria de Guadalajara
entre libros y llanto lo recuerda
y las escritoras trastornadas
narran todas sus proesas.
“Una obra de teatro en rima
con generosidad nos regaló
y a escribir con gran maestría
don Fernando se atrevió”.
Del brazo de la catrina
Fernando del Paso camina
entre flores muy coloridas
mientras le susurra poesía.
¡Buen viaje maestro!
Gracias por tus letras finas
y que nunca nos faltes
en todas las librerías.