Análisis de El hombre que fue jueves, de G. K. Chesterton. Una perspectiva de género
El hombre que fue jueves es una novela escrita por el británico G. K. Chesterton, publicada en 1908. Este libro destaca por muchos de sus aspectos (trama, estilo, personajes, por mencionar unos); sin embargo, hay uno en el que no lo hace, y es la manera en la que representa a la mujer; tema que abordaré en este trabajo.
La manera en la que se plasma el papel de la mujer en las obras de literatura, cada vez genera más interés, siendo una oportunidad de concientizar cómo el rol dado a la mujer ha sido históricamente subvalorado, poco realista y, adelanto, de segunda mesa. Nosotros desde este momento tenemos que estar conscientes de que todas las manifestaciones del arte (destaco por fines prácticos la literatura), son productos sociales. Este aspecto social es el principal motivador que tengo para la realización del presente trabajo sobre el papel femenino en una obra de inicios del siglo XX, antes de que estallara la Gran Guerra. Así, durante mi lectura de El hombre que fue jueves caí en la cuenta de que únicamente hay un personaje femenino que tiene diálogos en toda la novela. Sí, en las más de ciento cincuenta páginas sólo hay una mujer que habla. Es muy lamentable el cero a la izquierda que es la mujer en esta obra, por lo cual he decidido hacer este ensayo para señalar un lado desolador que tiene El hombre que fue jueves, entre sus puntos positivos. Así, quiero mostrar al lector cómo en historias tan buenas es posible que se represente a la mujer tan nefastamente.
Antes de pasar al tema hablaré sobre qué trata El hombre que fue jueves. Aquí seguimos a un poeta, Gabriel Syme, quien trabaja como policía encubierto para una fracción contra-anarquista en Londres. Gracias a su astucia termina siendo un miembro del Consejo Central de Anarquistas. En este consejo todos los miembros utilizan nombres en clave que son los días de la semana; el nombre clave que le es dado es Jueves. A partir de este momento, él intentará frenar los planes del Consejo sin saber las intenciones ocultas de sus demás compañeros.
La sinopsis que acabo de dar es bastante general; quien haya leído la novela sabrá que es una historia donde ocurre de todo. Sin embargo, en este de todo no se incluye a las mujeres en absoluto; se trata de una obra meramente masculina.
Las ideas que quiero tratar en este trabajo son las siguientes: el detective tradicional; Rosamunda como único personaje femenino que resalta; la reflexión de Syme acerca de las mujeres emancipadas; el concepto ‘palabra de mujer’, así como el de ‘novela masculina’; el contexto de la obra; y el papel de la mujer según Chesterton más allá de El hombre que fue jueves.
Sigamos la aventura de Syme junto a sus compañeros del Consejo mientras intentan impedir los planes del líder, Domingo. Curiosamente, todos los miembros del Consejo son hombres, no hubo espacio para una mujer; a lo mejor esto es así porque cuando Chesterton ideó la creación del libro, de manera consciente o inconsciente, buscó no salirse de los moldes del detective tradicional.
Detective tradicional
Con el término tradicional me refiero a aquel que se desarrolló desde la escritura de Edgar Allan Poe, en el siglo XIX, hasta los tiempos de la Primera Guerra Mundial. El detective tradicional era ese que, a excepción de unos casos aislados, pertenecía al sexo masculino y se enfrentaba a la barbarie mediante sus habilidades capciosas superiores al promedio, pues era un detective intelectual, de la razón. Igualmente, el detective tradicional refleja la dicotomía de lo público y de lo privado, donde lo primero le pertenece al hombre y lo segundo a la mujer; aquí rescato las palabras de Nattie Golubov:
Surge una oposición aparentemente irreparable entre las esferas pública y privada que se basa en principios opuestos de asociación. Ésos, a su vez, parten de la oposición básica hombre/mujer, representada por el status social conflictivo del hombre y de la mujer. La esfera pública, a la que pertenece el detective, abarca toda la vida social aparte de la doméstica, y el héroe se rehúsa a perder la privada de su hogar ya que es el único espacio en el que efectivamente está a salvo del caos exterior. […] El detective vive en un mundo urbano saturado de un mal que ha comenzado a carcomer los cimientos de la clase media, de la ciudadanía respetable y de las instituciones del orden y de la ley.
(Golubov, 1995, pág. 106)
El detective tradicional pertenece a la esfera pública; la mujer tradicional, no. Chesterton, en El hombre que fue jueves, no trae la innovación de presentar una mujer detective; de hecho, esta innovación llegaría hasta 1915 en The golden slippers de la autora Anna Katharine Green. Quién lo diría, fue una escritora quien nos trajo la primera mujer detective. A la vez, sobre la falta de mujeres en el Consejo, destaco que en la adaptación cinematográfica de Balazs Juszt (2016) tanto Sábado como Martes son interpretados por mujeres: Ana Ularu y Emanuela Postacchini, respectivamente. La película trae a la mujer a la esfera pública, la pone en la piel de detective. Quién sabe qué hubiera opinado Chesterton de esta decisión.
Rosamunda, único personaje femenino en El hombre que fue jueves
Por otro lado, en los personajes menores y de fondo, la presencia de mujeres es también casi nula; ni siquiera resalta la participación de personajes femeninos con fines hogareños ni carnales. Considero que la ausencia de mujeres en el Consejo es todavía posible de justificar; era una innovación difícil de presentar; sin embargo, sí que pudo haber explorado el lado femenino mediante personajes secundarios. Pero, como mencioné arriba, sólo hay un personaje femenino que mantiene conversación en el libro y es Rosamunda.
Rosamunda es la hermana de Gregory, el sujeto que tras debatir con Syme decidió llevarlo a su reunión de anarquistas. Una joven pelirroja que sólo aparece en el primer y último capítulo. El papel de Rosamunda es el de ser la hermana preocupada por su hermano errante, pues, que Gregory sea anarquista es algo que no le sienta bien. En el primer capítulo mantiene un diálogo con Syme que basta para despertar un interés en él (probablemente romántico) hacia ella[1]. Ese diálogo no dura mucho y lo rige cierta formalidad: “Hablaba así, complaciéndose en contemplar los cabellos rojos de Rosamunda, cuando se levantó del banco recordando que en sitio como aquel no era conveniente que las parejas se apartasen”. (Chesterton, Los dos poetas de Saffron Park, 2011, pág. 9) Ese segmento demuestra que la obra está próxima a las normas de comportamiento tradicionales, indicando que todavía no había una desecularización de los compartimentos entre mujer-hombre, pues en tales condiciones hasta conversar juntos en una banca puede ser mal visto, se debe evitar.
Rosamunda puede ser interpretada como el reflejo de una mujer dócil, benevolente, opuesta a su explosivo hermano, Gregory, y más aún a los aventureros miembros del Consejo. Más allá de ella, nos encontramos que no destacan más personajes femeninos, sin embargo, sí hay una reflexión en torno a la mujer, que es la siguiente:
La actitud que entonces asumían las mujeres era una de las paradojas del barrio. La mayoría formaban en las filas de las “emancipadas”, y hacían profesión de protestar contra el predominio del macho. Con todo, estas mujeres a la moderna pagaban a un hombre el tributo que ninguna mujer común y corriente está dispuesta a pagarle nunca: el de oírle hablar con la mayor atención.
(Chesterton, 2011)
Hablaré a mayor profundidad de este segmento más adelante; por ahora rescato que nuestra Rosamunda no entraría entre, siguiendo los términos del texto, las emancipadas, las mujeres modernas, sino que sería una mujer común y corriente.
Palabra de mujer
Al respecto de mujeres comunes y corrientes, ¿qué es realmente una mujer común y corriente? Para hablar de esto considero oportuno introducir un nuevo término: palabra de mujer. Éste lo extraigo del trabajo realizado por María Moliner en La mujer y la literatura, de 1996. Moliner dice lo siguiente sobre la palabra de mujer:
Tiene como principal propósito el replanteamiento, incluso a menudo la desmitificación, de ciertos tipos femeninos existentes exclusivamente en la literatura masculina, producto de una observación de la mujer eminentemente externa y a través de la cual se manifiesta una falta de profundidad e indagación en su propia psicología, dando lugar así a modelos que no tienen parangón en la realidad; en definitiva, imágenes con las cuales la mujer de carne y hueso no se siente identificada.
(Moliner, 1996, pág. 190)
El que las escritoras quisiesen escribir sobre la mujer real, no de la mujer idónea, menos de la así-debe-ser-una-mujer según los patrones de la sociedad patriarcal, comenzó a tomar fuerza a través de las décadas del siglo pasado. Esto me lleva a que la mujer de carne y huesocomenzó a ser escrita como es realmente a través de la palabra de mujer; no cuando Chesterton escribía El hombre que fue jueves. Chesterton escribió a Rosamunda no como la-mujer-es-así sino como la-mujer-idónea-para-mí-es-así, sin darle una psicología con la que las mujeres reales se sintieran identificadas. Esto era de esperarse, pues estamos ante una novela masculina; de este término se habla a continuación.
Novela masculina
No es de mi agrado el término novela masculina, pues no es que las mujeres no podamos leer obras etiquetadas para hombres; sin embargo, sí es necesario mencionarlo en este trabajo. La novela masculina es aquella tradicionalmente escrita por un autor hombre, quien la concibe para ser leída sólo por hombres; en su público objetivo, no configura que sea cosa de mujeres. Tradicionalmente ocurría algo similar con la literatura femenina, es decir, aquella (casi siempre de géneros menores) que escribían las mujeres para mujeres, como recetarios de comida y todos aquellos libros que no les interesan a los hombres.
La novela detectivesca típica ha pertenecido al hombre. Es un género masculino en el que pareciera que hay un pacto entre autor-lector de acoplarse al discurso androcentrista y todo lo que conlleva éste: visión desconfigurada de lo que es una mujer, la dominación masculina en los espacios públicos, el condicionalismo sociocultural del territorio femenino, y la masculinización de la realidad. No hay duda, El hombre que fue jueves encaja en el término ‘novela masculina’.
Contexto de la obra
Ahora paso a otro aspecto importante al hablar de la representación femenina en este libro: las condiciones de la época de su publicación. Recordemos que Chesterton publicó la novela en 1908, una época previa al inicio de la Primera Guerra Mundial e influenciada por los preceptos literarios del siglo XIX. En este apartado comentaré sobre la literatura del siglo XIX, la época victoriana y el movimiento sufragista.
La literatura del siglo XIX estuvo influenciada por el pensamiento: “todos los varones son genéricamente superiores a todas las mujeres”, (Valcárcel, 1993, pág. 14) perteneciente a la misoginia romántica. La misoginia romántica se desarrolla en el siglo XIX tomando como base las ideas de ángel del hogar de Rousseau y el naturalismo de Schopenhauer. Este concepto hace ver a la mujer como una persona de segunda categoría, justificándolo con que su esencia es esa, por lo que en vez de buscar el porqué de tal subestimación se simplifica con que es así porque así tiene que ser, pues así lo preestableció la naturaleza. La misoginia romántica se esparció por el siglo XIX en las creaciones artísticas y filosóficas. Sin embargo, a finales del mismo siglo nos encontramos con la literatura victoriana, una de las más interesantes expresiones de la literatura inglesa.
Es durante la época victoriana cuando empezamos a ver novelas escritas por mujeres y también cuando comienza a cocinarse una reflexión entrelíneas sobre el papel de mujer, aunque se le sigue viendo como el ángel del hogar. La juventud de Chesterton se desarrolló durante esta época, misma que fue el preludio de los movimientos sociales protagonizados por mujeres. De hecho, Ruelas Bernes describe a Chesterton como un “modernista victoriano” (Ruelas, 2003, pág. 9), heredero de la tradición de su juventud.
Mujeres emancipadas
Más arriba compartí un segmento donde Chesterton hace una crítica a las emancipadas, a aquellas que se enfrentaban al predominio del macho, e irónicamente le daban al macho aquella atención que una mujer normal no[2]. Él, con emancipadas se refiere a las que participaron en el movimiento sufragista que en el Reino Unido comenzó a intensificarse a finales del siglo XIX. Para 1903 (cinco años antes de la publicación de El hombre que fue jueves) se fundó la WSPU[3], una asociación reconocida por la manera indecorosa de manifestarse a favor del voto femenino. Por aquellos años la imagen del ángel del hogar cede espacio a la mujer fatal y a la mujer nueva[4]. En El hombre que fue jueves se advierte que a Chesterton, heredero del siglo XIX, no le gustaba ese levantamiento de la voz femenina. Al contrario, podemos decir que criticó a dicho movimiento.
Respecto a este punto advertimos que Chesterton, en El hombre que fue jueves, no fue partidario de darle voz a la mujer; sin embargo, ¿qué ocurre con el resto de su obra?, ¿se mantiene la misma tendencia?
El papel de la mujer según Chesterton, más allá de El hombre que fue jueves
Debido a que Chesterton fue un autor muy prolífico, amerita un estudio riguroso, el cual no será posible en este trabajo, por lo que me limitaré a comentar un segmento de su obra, El Mundo al Revés:
En su hogar, una mujer puede ser decoradora, cuentacuentos, diseñadora de moda, experta en cocina, profesora… Más que una profesión, lo que desarrolla son veinte aficiones y todos sus talentos. Por eso no se hace rígida y estrecha de mente, sino creativa y libre. Ésta es la sustancia de lo que ha sido el papel histórico de la mujer. No niego que muchas han sido maltratadas e incluso torturadas, pero dudo que jamás hayan sido torturadas tanto como ahora, cuando se pretende que lleven las riendas de la familia y, al mismo tiempo, triunfen profesionalmente.
(Chesterton, El mundo al revés, 1945)
De la cita anterior quiero resaltar que Chesterton únicamente concedía a la mujer el espacio privado, pues lo veía viable para que desarrollara su creatividad y libertad. Acerca de esto, Hurtado y Ortiz mencionan, en Chesterton: un enamorado del hogar (2012), que aquél era un defensor de la familia. Claro que, al hablar de familia se refieren a la tradicional, donde la mujer permanece como ama de casa y cuidadora de los hijos.
Conclusiones
Tras este recorrido, ha llegado el tiempo de sintetizar la información entregada. Abordamos que El hombre que fue jueves es una novela que invoca al detective tradicional donde todavía no hay espacio para la mujer detective, pues ella pertenece aún a la esfera privada; a la vez, es una novela, tradicionalmente, masculina. Hablamos sobre Rosamunda, el personaje femenino que intenta destacar, así como del concepto palabra de mujer. Nos acercamos al contexto socio-literario de Chesterton al escribir la novela, y también reflexionamos sobre su comentario de las emancipadas; terminando con un vistazo de su opinión sobre el papel de la mujer más allá de El hombre que fue jueves.
El hombre que fue jueves es una novela entretenida; si quisieran acercarse a la literatura de G. K. Chesterton sí que es una gran opción, siempre y cuando no se ignore que no es una lectura que propicie el desarrollo ni el respeto a la mujer. Siguiendo lo planteado, quizá lo verdaderamente sorprendente sea responder a la pregunta, ¿en cuántas obras escritas por hombres contemporáneos a Chesterton se presentaban personajes femeninos como la-mujer-es-así en vez de la-mujer-idónea-para-mí-es-así?
Subrayo que con el detective tradicional tenemos sujetos superdotados con los que pocos hombres pueden sentirse identificados; por otro lado, en la novela tradicionalista, con los personajes femeninos sucede algo similar: ¿cuántas mujeres podrían decir “yo me siento identificada con ella”? En ambos casos ha habido una necesidad de alejarse de esos preceptos irreales para dar paso a aquellos con los que los lectores nos podamos sentir más identificados.
Mi reflexión final sobre la representación del papel de la mujer en El hombre que fue jueves es que, a pesar de la casi nula participación femenina, con Rosamunda y la crítica que hace Syme hacia las emancipadas, podemos absorber la manera en la que Chesterton representa a la mujer: su sitio no es el de estar de detective resolviendo enigmas anarquistas, no; es el de una persona pasiva que pertenece al espacio privado. Aunque no sea una representación agradable, la hay y es ésa. Termino este trabajo citando a Syme, quien fue Jueves:
¿Y qué hay de poético en la sublevación? Ya podía usted decir que es muy poético estar mareado. La enfermedad es una sublevación. Enfermar o sublevarse puede ser la única salida en situaciones desesperadas; pero que me cuelguen si es cosa poética. En principio, la sublevación verdaderamente subleva, y no es más que un vómito.
(Chesterton, 2011)
Bibliografía
Chesterton, G. K. (1945). El mundo al revés. Buenos Aires: La Espiga de Oro.
Chesterton, G. K. (2011). Los dos poetas de Saffron Park. En G. K. Chesterton, El hombre que fue jueves (pág. 9). México: Editorial Porrúa.
Chesterton, G. K. (2011). Los dos poetas de Saffron Park. En El hombre que fue jueves (pág. 7). México: Editorial Porrúa.
Chesterton, G. K. (2011). Los dos puetas de Safrron Park. En El hombre que fue jueves (pág. 4). México: Editorial Porrúa.
Chesterton, G. K. (2011). El hombre que fue jueves. México: Editorial Porrúa.
Chesterton, G. K. (2016). The Man who was Thursday (1908), by G.K. Chesterton: Thriller, philosophical novel, adventure fiction. Scotts Valley, California, Estados Unidos de América. Obtenido de https://www.amazon.com/Man-Thursday-G-K-Chesterton-philosophical/dp/1535044179
Andrade, M. (2012). La imagen femenina: un continuo. En M. Andrade, Revista (pág. 1). Mérida: Revista Venezolana de Sociología y Antropología.
Golubov, N. (1995). La masculinidad, la feminidad y la novela negra. En C. d. Modernas, Anuario de Letras Modernas vol. 5 (pág. 106). Ciudad de México: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.
Hurtado, R., & Ortiz, M. (19 de Enero de 2012). Chesterton: un enamorado del hogar. Obtenido de Academia: https://www.academia.edu/37234852/Chesterton_un_enamorado_del_hogar
Moliner, M. (1996). La mujer y la literatura. En A. I. feminista, Asparkía VI: Dona dones: art i cultura (pág. 190). Castellón de la Plana: Universitat Jaume I.
Ruelas, D. (16 de Diciembre de 2003). Capítulo 1. Chesterton: su vida y su tiempo. Obtenido de Bibliotecas UDLAP: http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/leli/ruelas_b_d/
Ruelas, D. (16 de Diciembre de 2003). Bibliotecas de la UDLAP. Obtenido de Capítulo 1. Chesterton: su vida y su tiempo, La alegoría y la paradoja político-religiosa en El hombre que fue Jueves, de Chesterto: http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/leli/ruelas_b_d/
Valcárcel, A. (1993). Misoginia romántica Hegel, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche. En A. Puleo, La filosofía contemporánea desde una perspectiva no androcéntrica (pág. 14). España: Centro de Publicaciones. Ministerio de Educación y Ciencia.
Notas
[1] Léase Capítulo I, Los dos poetas de Saffron Park, páginas 8 y 9.
[2] Se recomienda leer el texto parafraseado aquí en la página 5 de este trabajo.
[3] Women’s Social and Political Union.
[4] Para más información leer Mujeres, arte y literatura: Imágenes de lo Femenino y Feminismo de Rosa García Rayego.