
El otro cariz. Poema corto del siglo XXI

¿En dónde se terminan los artificios
y se muestra lo real?
¡Oscura mancha
de hambruna y desigualdad!
La inocencia
se ve ultrajada
por el velo de la maldad.
¿Quién sigue callando?
¿Quién dice la verdad?
Tic-tac, tic-tac,
el tiempo corre;
que nadie se quede,
que nadie llore.
Tic-tac, tic-tac,
¿a dónde van los pobres,
los campesinos y los ruiseñores?
Somos los suicidas
de la espera constante,
de la injusticia incrementándose.
¡Verdad!, ¡verdad!
Violación grupal,
todos son cómplices
pero no confiesan su iniquidad.
El cielo teñido de rojo sangre…
Aún no ha cesado la crueldad.
Entre negro y rojo vacilamos.
Entre rotos y muertos quedamos.
Tanta tecnología
y aún no sabemos
qué ha sido del que ya no regresa,
qué del grito silenciado,
qué de la impunidad
que pasa un billete por debajo.
Infancias interrumpidas,
inocencias destruidas
y uno que otro suicida
que llora y nadie le mira.
¡Juegos siniestros!
En el genoma
se halla la historia de la humanidad.
El siglo XXI nos ha mostrado su otra cara,
aquella que intenta ocultar
tras una mirada que engaña.
¿Cómo entender esa saña?
Se denigra y se cosifica.
¿Pa’qué aparentar?
Falsas leyes y preceptos
que rijan la sociedad,
letra muerta es
porque no se aplica jamás.
Ahora el sol se ha teñido de negro:
Falsos profetas pederastas y pendencieros.
Tic-tac, tic-tac,
el planeta gira y gira
y no se cansa de girar.
Somos los de rostro triste y exhausto,
los de vivos reclamos,
los a veces desahuciados.
Horrorizada sociedad líquida,
ésta es tu aldabada.
¡Un dolor que prende y apaga!