5 microrrelatos sobre guerra
Estrategia
Acarició su arma predilecta y meditó cuál disparo convenía más en un momento tan delicado. Ese musulmán retador sólo merecía por destino final el agujero. No cabía otra posibilidad. Afinó la puntería, calculó la distancia y el proyectil salió disparado de su mano bajo la oscuridad reinante del sitio. Fue un tiro perfecto, impecable. Como en otras ocasiones, los demás soldados irrumpieron para terminar de avasallar al enemigo. Entonces, Luisito sonrió complacido y así pudo avanzar al siguiente nivel del videojuego.
Una situación imprevista
Entré al restorán para desayunar algo ligero y comenzar bien el día. Cuando abrí una galleta de la suerte por simple curiosidad, encontré en el amasijo un papelito oscuro rotulado con la siguiente frase: “Huye de aquí. No pierdas más tiempo”. Rápidamente abrí otra galleta de la fortuna con el mismo resultado desalentador. Pensaba abrir una tercera cuando el fuerte ruido de un avión militar comenzó a estremecer el despejado cielo de Hiroshima.
Conclusión planetaria
Pongan atención y observen… Un auditorio lleno, transmisión en vivo, reflectores, cámaras listas, nerviosismo. El cuerpo del alienígena momificado es expuesto por primera vez ante el público. La verdad, se parece bastante a nosotros: tiene dos brazos idénticos, piernas similares, cinco dedos en cada mano, y su tamaño en general coincide. Los viejos tenían razón, sí existe la vida en otras galaxias lejanas, en otros universos y confines. El cuerpo de este terrícola, hallado por casualidad en su planeta devastado por guerras, lo confirma.
Hallazgo sónico
Contra lo que pudiera imaginarse, el viejo radio de transistores que encontramos perdido en el desván, todavía funcionaba. De su bocina empolvada comenzaron a escapar algunos temas populares de Carlos Gardel, así como de Astor Piazzola y Alberto Cortés; también la voz de un locutor que anunciaba el abrupto comienzo de la Guerra de las Malvinas. La transmisión se cortó de pronto por un fuerte estallido que hizo volar la comandancia en mil pedazos.
Aviador
Aquel día no pensaba salir a trabajar. Sabía que la historia me lo iba a reprochar para siempre. Es la encrucijada a la que nos enfrentamos todos los militares. Obedecer y callar. Marchar y seguir, punto. No existen otras posibilidades. El alto mando es cruel, a veces. Tomé el control del Bockscar B-29 y, tratando de pensar en otra cosa, partí junto con mi tripulación hasta el espacio aéreo de Nagasaki. Lo demás, es locura.