Tres poemas sobre guerra y violencia
Mundo árabe
En el borde del mundo
y de toda la civilización
el Sol sale por el este
y termina en Medio Oriente.
Nací en el año 2000,
en Kabul,
entre mezquitas y jardines,
un año antes
del infeliz valle de la vida.
A mis nueve años,
mis oídos escucharon
la batalla más heroica,
12 horas de balas
en Kamdesh.
Yo no sabía
de la primavera árabe
ni de ISIS,
ni del cuerpo
de mi hermano decapitado.
¡Padre, ayúdanos!
Vi el peso del cielo
hundirse en mis hombros,
la misma fecha: 7 de octubre,
Gaza, Afganistán.
Ten piedad
de todos
los que se han perdido
en el tiempo de la muerte,
en la espada de hierro.
Puedo mantener mi fe viva
en el sótano de un hospital
con mi hijo muerto.
Wa Qur-rabbighfir warham,
wa anta khairur-raahimeen.
La destrucción
lleva a un camino duro,
Señor mío,
perdona y ten misericordia.
Si no conoces la verdad,
me llamo Afganistán y no Al Qaeda,
me llamo Siria y no Al-Nusram,
me llamo Palestina y no Hamás.
El médico
¿Cómo puedo curar
5 cabezas decapitadas?
¿Cómo uno su cuerpo?
¿Ha sido Dios
que las desbarató
por justicia divina?
Esto dice La Familia.
La Familia
no mata por deudas,
no mata a mujeres,
no mata a inocentes,
entonces,
¿por qué hay 7000 soldados?,
¿por qué lanzan granadas?
Esta
es la duda de un hombre,
de un médico.
«Tranquilo, Los Caballeros
emprenderemos una batalla
contra el mal,
defenderemos los valores
que sustentan
una sociedad basada en la ética».
El médico vio a los enfermos,
escuchó un SOS,
sintió la necesidad de hacer una parada,
de abrir su maletín de cirujano
y curar la tierra con un arma.
Así, sacó espinas,
atravesó amaneceres,
encendió de nuevo el humo sagrado,
cabalgó entre sueños,
hasta que cayó prisionero
del amor de Estephanía.
Mireles en cama
mira el pasado,
sonríe,
la vida es una fuga,
camina entre semánticas cascadas.
Es Moisés,
mastica las verdades ávidas.
No estoy muerto,
estoy durmiendo.
El ángelus lo sostiene,
lo lleva a tierra prometida.
Juan Manuel ha muerto.
Descansa en paz,
querido doctor.
Tomado de Celan
Vino la guerra,
soles de muerte;
luego los campos,
tumbas de pájaros;
después la bomba,
árboles negros.
Luego un muro:
leche negra,
leche roja.
Mi vida, mi familia:
estrellas, lágrimas, piedra.
¿Cómo puedo
romper la piedra
y hacer cántaros?
Si en el principio
fue el verbo,
¿cuándo admitió
Juden raus,
Einsatzgruppen?
Perfume de amapola,
sueño y memoria,
libera mis pesadillas,
la arena de las urnas
fluye en el Sena.