“Nada es más libre que la imaginación humana”.
David Hume

Los humanos somos seres racionales, así como sensibles y creativos; estas capacidades han sido demostradas a través del tiempo, no solo con inventos o máquinas de todo tipo –como la de Gutenberg, que revolucionó la forma de hacer y reproducir libros–; también en el arte, con movimientos y vanguardias que han reformado las formas de crearlo.

Es sabido que la humanidad teme a los avances tecnológicos, por varias razones; una de ellas es que las máquinas lleguen a tener consciencia de sí mismas, como ha planteado la literatura de ciencia ficción, pues tememos a lo desconocido.

En la actualidad, con la evolución de la ciencia y la tecnología, la vida humana se sirve de los novedosos y útiles avances que se le presentan, como es el caso de la Inteligencia Artificial, la cual no es del agrado de muchos porque parece ser algo inminente e incontrolable. Éste es el caso de los artistas plásticos, quienes, en su mayoría, la consideran una amenaza hacia su oficio y capital; lo cual puede ser advertido en foros o redes sociales en cuanto al tema de la IA como objeto capaz de crear arte.

Antes de continuar, parece pertinente definir lo que es la Inteligencia Artificial, para un mayor entendimiento.

Rescato la definición de la página web Oracle, que precisa a la Inteligencia Artificial como: “término general para las aplicaciones que realizan tareas complejas que antes requerían aportes humanos”. 

Retomando lo anterior, se puede entender que la IA no necesita del intelecto o la mano humana en las áreas en las que se involucra (como el arte, ya sea tradicional o digital).

El problema de la IA en el ámbito artístico radica en que se le ve como autor, creador y ente con igual capacidad creativa que los seres humanos, lo cual representa un inconveniente para la comunidad artística.

Considerando este panorama, encuentro que el arte creado por IA no puede ser considerado un arte auténtico, por varias razones que expondré a lo largo de este escrito. 

Como punto de partida, diré que la IA es un objeto sin capacidad sensible como para crear arte con valor humano significativo. Llego a este razonamiento debido al hecho consistente en que los humanos somos, además de racionales, sensibles; de modo que a través de nuestros sentidos y habilidades podemos crear formas complejas con significados profundos; aquello con lo que otros pueden sentirse identificados a través de su experiencia.

Por su parte, la IA no acumula experiencias sensibles a las que pueda remitirse como lo hacen los seres humanos para crear arte, sino que recaba información a través de una base de datos para establecer patrones que se asemejen a lo que el ser humano ha creado.

Ya que el arte emerge del ser sensible, del ser humano, ¿por qué debería admirarse un arte que nunca tuvo un proceso creativo a través de la sensibilidad?, ¿la creación mecánica del arte vale lo mismo que la creación humana del arte?, ¿acaso no se le da valor a las artes porque pasan por un proceso creativo, imaginativo, sensible y reflexionado?

Rico Sesé dice, en La Inteligencia Artificial y la Creatividad (2019), que “para crear una obra artística no solamente se necesitan habilidades técnicas sino la capacidad de generar emoción”. Entonces, si el humano quiere sentirse comprendido, ¿no sería lo más óptimo remitirse al arte de alguien que experimentó el mismo sentimiento en algún momento de su vida?

Además, la IA no es creativa por sí misma, sino que está programada para construir arte a través de un sistema de datos. En otras palabras, puede diseñar arte, pero no crearlo. Como dice Sedano, M. en Sobre la autonomía, la creatividad y las consideraciones éticas de la inteligencia artificial en el arte contemporáneo (2022): 

Las máquinas pueden tener una cierta autonomía e incluso tomar decisiones con respecto a colores, formas, sonidos o resultados estéticos, pero es el humano el que está detrás de esa voluntad de crear y el que la desarrolla pensando en sus semejantes (pág. 83).

En este punto se pensaría, entonces, ¿cuál es la diferencia entre el arte creado por artistas digitales y el arte creado por la IA? La diferencia radica en que los artistas digitales pasan por el proceso creativo, reflexivo y sensible; mientras que la IA está programada para –únicamente– recabar y aprender la información que se le transmite. Es decir, su quehacer se limita a la información que se le proporciona. En cambio, la creatividad humana conlleva un proceso imaginativo. Es por eso que considero que la IA debe utilizarse sólo como una herramienta más para la creación de arte, aunque María Blanco, en Emoción y creatividad en Inteligencia Artificial (2015), dice que: 

La I.A. debe tomarse no sólo como una herramienta tecnológica fruto de la evolución humana para facilitar el trabajo, sino como un tipo de estudio, mediante la emulación, para entendernos a nosotros mismos y para comprender el porqué de nuestro comportamiento.

Incluso así, esta autora no iguala el trabajo de la IA al de un artista, sino que propone que debería tratársele como a una fuente de estudio que permita visualizar cómo se comporta el ser humano, a través de la imitación que aquélla realiza.

Por otra parte, la IA podría ser el estímulo que permita a los artistas revolucionar las formas de crear arte o experimentar con nuevos procedimientos. Siendo éste el panorama actual, aquéllos tendrán que buscar métodos distintos que hagan a su arte incomparable; y, ¿por qué no?, tal vez ello los conduzca a desarrollar un nuevo movimiento artístico. De no suceder esto, al menos tendrán que aceptar a la IA como una herramienta, igual a cualquier otra tecnología introducida en la vida diaria del mundo moderno, puesto que su uso es inevitable.

Según lo expuesto, concluyo que la IA es un sistema que imita las habilidades creativas del ser humano y que puede diseñar arte, pero que el valor de su quehacer no se compara con el nuestro, el cual radica en la experiencia sensible.

Referencias

  • Blanco, M. (2015). Emoción y Creatividad en Inteligencia Artificial. Madrid: Universidad Complutense, en: http://simd.albacete.org/actascaepia15/papers/01201.pdf  
  • Rico Sesé, J. (2020). El diseñador gráfico en la era de la Inteligencia Artificial. EME Experimental Illustration, Art & Design, 8(8), 66–73, en: https://doi.org/10.4995/eme.2020.13210  
  • Rodriguez-Ortega, N. (2020). Inteligencia artificial y campo del arte, en: https://riuma.uma.es/xmlui/bitstream/handle/10630/19525/32.pdf?sequence=1
  • Sedano, M. G. (2022). Sobre la autonomía, la creatividad y las consideraciones éticas de la inteligencia artificial en el arte contemporáneo. H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, (12), 71-96, en: https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/hart/article/view/3621  
  • Villalobos Portales, Jorge. La inteligencia artificial como gato de Schrödinger en el arte ¿objeto y sujeto de derecho?, en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8192333