Denuncia
Ninguna casa
para mis palabras,
vuelvo a hablar libre
con la antorcha verde,
enciendo la esperanza que se pierde
en el desorden de la especie
que sueña un sueño antiguo
de crueldades de caníbales.
Vuelvo a hablar del enlace biológico,
del árbol genealógico
que une
un hombre a otro hombre.
Vuelvo a hablar del grito vegetal,
del llanto brutal
de la infancia
con el hambre enterrada
de pestilencias exacerbadas
de corrupción y crueldad
que huelen a muerte.
Vuelvo a hablar del hombre que justifica
sus entrañas podridas de maldad
que sirven de alimento a las ratas.
Hablo de los hombres perdidos
en el último triunfo
del cuervo tenaz de la traición.
Hablo por el destino del niño
que no quiere morir
arrastrado por caminos sangrientos.
Grito contra quien usa la guerra
como experimento
para exaltar el poder,
hiriendo cielos
de amor cortado
con cuchillos de egoísmos
que confunden el hombre con la bestia.
Maleta
Llevo en el cuerpo de los ojos
ninfeas de vida,
aprendo lecciones de corazón,
escucho fragmentos de universo
y sonrío con el ojo inmerso
en amplias ramas
rebosantes de gestos de amor,
encallados en los cantos de pájaros
que me enseñan a volar,
sin apagar
mi vieja sed de vuelo.
Espiga
No sufrir las aguas que llegan,
en algún lado encontrarás una isla,
hay pocas, sí, pero
en las distancias pulsadas
puedes abandonarte
al sonido dulce de entregarse
espiga al viento
que a finales de junio
cierra los ojos con sentimiento,
mojada de la lluvia del verano,
mientras el sol la seca con una mano.